CAPACIDADES HUMANAS, DONES DIVINOS
VII PARTE
Pastor Iván
Tapia
Lectura bíblica: San Mateo 11:29
Propósitos de la lección: Que el
discípulo conozca que dice la
Biblia acerca de la capacidad de aprender y busque el
aprendizaje espiritual aprendiendo a Cristo.
A
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través de estas charlas
hemos visto que Dios ha dado al hombre diversas capacidades: creer, sentir,
pensar, hablar, actuar o hacer, juzgar. ahora analizaremos otro aspecto muy
importante y que nos diferencia del resto de los seres que viven en la tierra,
la capacidad de aprender.
EL APRENDIZAJE ES INHERENTE A LA VIDA
Todos los seres vivos aprenden, desde
la ameba hasta el orangután; desde la más humilde de los helechos hasta el ser
humano. El hombre y la mujer pueden aprender. Se aprenden ideas, conceptos,
normas, sentimientos, movimientos, actitudes, modales, valores, técnicas,
oficios y profesiones. Aprender es incorporar a mi persona esquemas nuevos de
comportamiento mental, afectivo, motriz y social. Aprender significa que
aquella conducta no la tenía antes. Por lo tanto aprender es mejorar,
desarrollarse, crecer.
Dios no aprende porque es perfecto y
Omnisapiente, lo sabe todo. Jesús tuvo que aprender, en tanto fue hombre, pero
como Dios su aprendizaje lo hizo de un modo perfecto. Nos preguntamos ¿tendrán
que aprender los ángeles? Aprenderán que no es conveniente abusar del amor de
Dios y desobedecerle, como lo hizo Satán que escogió la rebelión. Si los
ángeles no tuviesen libre albedrío, Lucifer no se habría rebelado contra el
Señor.
Lo más importante que el hombre
necesita aprender es a respetar a su Creador; que la felicidad sólo se
encuentra en Cristo; que la vida no termina con la muerte; que en esta vida
tenemos una oportunidad de reconciliarnos con Dios en Cristo; que Jesús ha
muerto por nosotros y que es su deseo que hagamos nuestro ese sacrificio. Si
aprendemos estas verdades fundamentales seremos felices.
Necesitamos aprender a vivir, aprender
la enfermedad, a tener un hijo, a perder seres amados, aprender la amistad, a
tener enemigos, la persecución, aprender una profesión, aprender la pobreza y
la riqueza, y por último aprender a morir. Estamos en este mundo para aprender
a relacionarnos con Dios. Fuimos enviados para aprender. Por las buenas o por
las malas el Señor nos brindará ese aprendizaje. En el caso de los cristianos,
estamos aprendiendo a ser ciudadanos de un Reino, siervos obedientes de un Rey.
Nuestro mayor desafío es aprender a vivir hoy bajo y en el Reino de Dios; para
vivir un día, si somos fieles, en el Reino Milenial de Cristo; o bien en el
Reino de los Cielos, por una eternidad.
EL APRENDIZAJE ESPIRITUAL
¿Qué nos enseña la Biblia acerca de esta
importante capacidad? A continuación veremos tres aspectos del aprendizaje
mostrados en la figura de Jesucristo. Estos aspectos están referidos al
aprendizaje espiritual, el aprender a ser buenos cristianos, verdaderos
discípulos del Cristo. El primero es como Jesús nos dio su ejemplo; el segundo
es la actitud correcta para ese aprendizaje, y el tercero es la naturaleza
sobrenatural de ese aprendizaje de Jesús.
Jesús nos dio ejemplo de aprendizaje.
“Por lo que padeció aprendió la
obediencia” (Hebreos 5:8)
Dios se hizo hombre y como tal se
sometió a todas las condiciones de la naturaleza humana, entre las cuales está
la de aprender de otros. Se sometió a sus padres humanos, “estaba sujeto a
ellos” (San Lucas 2:50) y los
respetó como autoridad; se sujetó a los maestros o rabí de su pueblo, quienes
le enseñaron las Escrituras y también a las autoridades eclesiásticas y
civiles. En todo demostró en Si mismo lo que hoy nosotros debemos hacer,
obedecer. Como hombre debía someter su carne aunque como Dios no necesitaba
aprender pues era dueño de todo el conocimiento, pero para ser perfecto Maestro
tenía que primero ser el perfecto Discípulo. Desde su infancia se somete y nos
deja una gran lección a los 12 años, mostrándonos la prioridad del discípulo:
“en los negocios de mi Padre me es necesario estar” (San Lucas 2:49). La lección culmina con una de sus últimas
oraciones: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya” (San Lucas 22:42)
Jesús nos enseña con su actitud a ser
como Él.
“Aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón” (San Mateo 11:29)
De su actitud humilde y obediencia
absoluta al Padre, obtiene Su aprobación, lo cual queda demostrado por Su
resurrección. Así mismo obtendremos nosotros el galardón si aprendemos a ser
mansos y humildes como Él. La mansedumbre es una actitud muy preciada por Dios
y necesaria para el aprendizaje. El alumno que no se somete al que lo enseña,
poco va a adelantar en su aprendizaje; la persona que no se somete a los
embates de la vida, que no agacha su orgullo, que no es flexible a las
presiones, poco aprenderá de ella; el discípulo que no se somete a Jesucristo
no podrá ser modelado por Él. Dios nos llama en su Palabra “ovejas” porque
espera de nosotros la mansedumbre de un cordero o una ovejuela; sin embargo
solemos ser más parecidos a las cabras y cabritos, por nuestra rebeldía.
Jesús se puso como ejemplo de
mansedumbre y humildad para todos sus seguidores. Siendo Dios se hizo hombre,
siendo hombre se hizo siervo de todos; no fue altanero, soberbio ni orgulloso,
teniendo razones para defenderse e imponer Su voluntad, sin embargo fue sumiso,
como un cordero fue llevado a la cruz, más obtuvo Su premio: rescató a la
humanidad de las tinieblas, “vino a ser autor de eterna salvación para todos
los que le obedecen” (Hebreos 5:9,10),
fue declarado Sumo Sacerdote, fue resucitado de entre los muertos y ahora vive
como el Hijo del Hombre para siempre. Del mismo modo nosotros podemos
conquistar la bienaventuranza en el reino venidero, si somos humildes:
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (San Mateo 5:5).
Jesús se aprehende y aprende.
“Mas vosotros no habéis aprendido así a
Cristo” (Efesios 4:20)
Uno de los textos sobre la relación que
tenemos los cristianos con Jesucristo, que más me sorprende es éste. Hablando
del aprendizaje del discípulo no se refiere a aprender doctrina o aprender las
enseñanzas de Jesús o la
Escritura , sino que habla de “aprender a Cristo”, de modo que
se entiende que lo que aprendemos no es una letra, unas frases, unos textos
memorizados, algo escrito en fría tinta, sino que estamos aprendiendo a una
Persona. Es muy distinto aprender “de” alguien que aprender “a” alguien; si
aprendo de alguien, pues esa persona me transmite algo que ella sabe, pero si
aprendo a alguien, entonces yo estoy recibiendo a esa persona completa en mí
mismo, dentro de mi. Esto se asemeja a esas palabras de Jesús, cuando Él se
presenta como el Pan de vida: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna” (San Juan 6:54).
Aprender a Cristo es como alimentarse de Él. A los primeros cristianos se les
acusaba de seguir un culto antropófago porque hablaban de alimentarse de
Jesucristo; mas nosotros nos alimentamos de Él como todo el cuerpo humano se
alimenta de la sangre que bombea el corazón, somos uno con Cristo. Así es que
podemos decir que aprehendemos, nos apropiamos, cogimos, asimos al Señor dentro
de nosotros y aprendemos a ser Él.
¿Qué
necesitamos aprender los discípulos de Jesucristo? La Biblia nos presenta varias
pistas al respecto, si seguimos el orden de aparición de la palabra “aprender”,
a partir del Antiguo Testamento. Veamos qué lecciones encontramos en estos
textos.
1)
Aprender su palabra y temer a Dios.
“El día que
estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Júntame el
pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la
tierra: y las enseñarán a sus hijos” (Deuteronomio
4:10)
Dios desea
reunir a Su pueblo y enseñarle Su sabiduría, para que todos aprendamos de Él a
través de la boca de nuestros pastores. El temor de Dios, que es pleno respeto
hacia Su Persona, aceptación y sumisión a Su gobierno, Su Señorío; este es el
principio de todo conocimiento, el principio de la sabiduría. En tanto estemos
en esta tierra deberemos temerle a Él y esa debe ser la principal enseñanza que
transmitiremos a nuestros hijos biológicos y a nuestros hijos espirituales.
Aprender las palabras de Dios, temerle y traspasarlas a las nuevas generaciones
es la orden de este versículo.
2)
Imitar los modelos puestos por Dios y no al mundo.
“Cuando
hubieres entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás á hacer según las abominaciones de aquellas gentes.” (Deuteronomio 18:9)
No imitamos
al mundo sino al Señor. Él nos ha puesto delante el mejor Modelo: Su Hijo
Jesucristo, el Hijo del Hombre, un Arquetipo perfecto de Su Palabra, el Verbo
de Dios. Luego están los grandes hombres y mujeres de Dios de quienes la Biblia nos habla, tales
como Abraham, Moisés, David, Salomón, los profetas, los Doce apóstoles, San
Pablo, San Juan, San Pedro, etc. ejemplos de fe, obediencia, amor, esperanza, a
imitar. Después tenemos a los santos héroes de la fe cristiana, semilla
sembrada en veinte siglos de cristianismo. Finalmente los ministros vivos de
Dios hoy, nuestros pastores. Tenemos mucho que aprender de Su pueblo y Su
Iglesia para perder nuestra mirada en las abominaciones de la sociedad actual.
3)
Comprender su voluntad y practicarla.
“Tus manos me
hicieron y me formaron: Hazme entender, y aprenderé
tus mandamientos.” (Salmos 119:73)
Si Él nos
formó con amor, como el alfarero que amasa el barro con cariño y creatividad,
Él sabe quienes somos y qué necesitamos. Él puede limpiar nuestra arcilla, lo
que somos, de cualquier piedrecilla e impureza, Él puede darnos la luz para
comprender el camino que debemos recorrer, para conocernos mejor a nosotros
mismos, para poner por obra sus dichos. Necesitamos entender qué nos conviene y
aprender Sus mandamientos. Aprender no es sólo saber, memorizar y repetir, sino
aplicar, practicar, obedecer. El verdadero aprendizaje se demuestra en
acciones. Podemos decir que un discípulo ha aprendido la honestidad, por
ejemplo, no cuando repite todos los versículos bíblicos que tratan sobre ella,
sino cuando éste se comporta en forma honesta.
4)
Estar dispuestos a ser amonestados, para aprender.
“Cuando el
escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al
sabio, aprenderá ciencia.” (Proverbios 21:11)
Escarnecer es
hacer una grosera e insultante expresión de desprecio hacia otra persona, de un
modo persistente, con el objeto de afrentar y ofender. El sencillo, inocente e
ingenuo es más sabio que el escarnecedor de su prójimo. Si se amonesta al
escarnecedor, éste es orgulloso y no reconoce su culpa; en cambio el sabio se
enriquece con la amonestación, aprende la ciencia de vivir, aprende de Dios.
Esta es la correcta actitud que debemos guardar, estar dispuestos a ser
amonestados, para aprender.
5)
Estemos advertidos: los impíos no aprenderán justicia.
“Alcanzará
piedad el impío, y no aprenderá
justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de
Jehová.” (Isaías 26:10)
Aunque Dios
tenga misericordia de él, el impío no aprende justicia. Donde se le trata bien,
donde gobierna la bondad y el amor, donde prima la rectitud, el impío sigue
siendo un injusto, pecador, que no reconoce el gobierno de Dios, no mira ni ve
la autoridad y el Señorío de Cristo. Es bueno pensar que el ser humano puede
cambiar, pero la Palabra
nos advierte que hay muchos impíos que jamás aprenderán justicia.
6)
Tengamos esperanza: muchos aprenderán
“Y los
errados de espíritu aprenderán
inteligencia, y los murmuradores aprenderán
doctrina.” (Isaías 29:4)
Pero hay
otras almas que sí tienen esperanza, aquellos que están equivocados y que, por
nuestras palabras y testimonios, se volverán de su confusión y descubrirán la Verdad. Aún aquellos
que están mal acostumbrados al chisme, al pelambre, a la murmuración, podrán
ser advertidos y alcanzados por la
Palabra de Dios, aprender y cambiar. Una cosa es aprender
inteligencia y otra aprender doctrina. La primera es adquirir una capacidad
para ver la realidad espiritual, el don de inteligencia (Isaías 11:2); la segunda
es comprender una enseñanza y a la luz de ella, arrepentirme, cambiar de
actitud.
7)
En la eternidad seguiremos aprendiendo
“Y cantaban
como un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro animales, y de
los ancianos: y ninguno podía aprender
el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron
comprados de entre los de la tierra.” (Apocalipsis
14:3)
Habrá un
cántico de adoración en los cielos que sólo podrán aprender los que se
encuentren entre los escogidos por Dios. El número señalado es un múltiplo de
doce. Este representa a los Doce apóstoles, progenitores espirituales de las
doce tribus de la Iglesia ,
los cuales se han multiplicado en miles y miles de vidas renovadas por Cristo.
Sólo los que le hemos reconocido podemos entonar el cántico nuevo de adoración
al Señor, porque tenemos Su Espíritu Santo. Hay un aprendizaje que no depende
de nuestra capacidad sino de Dios. Cuando estemos en la presencia de Dios,
seguiremos siendo enseñados por Él, aprenderemos la mejor y suprema adoración.
MI TESTIMONIO DE APRENDIZAJE
Finalmente, deseo compartir con
ustedes, queridos discípulos, el testimonio de mis aprendizajes. En estos 53
años de vida no han sido pocas las enseñanzas del Señor. He aprendido en estos
años de vida, a lo menos siete cosas muy importantes:
1)
Que existe Dios y que Él gobierna todas
las cosas.
2)
Que no hay que resistirlo sino
someterse a Él.
3)
Que la sujeción a los tutores y
pastores trae bendición.
4)
Que todos los dolores son permitidos
por Dios para nuestro crecimiento espiritual, es decir para crecer en fe, en paz,
en amor y en esperanza.
5)
Que nuestra vida es débil, como un
soplo, que nada es seguro en este mundo, fuera de Dios.
6)
Que el Discipulado es el método dejado
por Jesucristo para el desarrollo de vidas cristianas íntegras y profundas.
7)
Que siempre habrá algo más que aprender
En el aspecto
doctrinal también el Señor ha ido dejando durante estos años algunas enseñanzas
que a muchos nos parecen importantes. Obviamente, como en todos los asuntos
reflexivos y teológicos, habrá quienes piensen diferente y eso es lícito, pero
a nosotros nos parece de suma gravedad para la Iglesia que todos los
cristianos aprendamos lo siguiente:
1)
Que la Iglesia es una sola.
2)
A ser tolerantes con otras formas de
pensamiento cristiano.
3)
Que el Discipulado es el método dejado
por Jesús para el crecimiento de Su Iglesia.
4)
Que el Evangelio de Jesús es el
Evangelio del Reino.
CONCLUSIÓN
El aprendizaje es inherente a la vida,
es una capacidad que posee todo ser vivo y está más desarrollado en los
humanos. Nos permite adaptarnos al entorno, ser más felices y conocer a Dios.
Hay un aprendizaje espiritual, del cual Jesús es Maestro. Este aprendizaje
espiritual tiene como finalidad la salvación y perfeccionamiento del alma. La Biblia está sembrada de
enseñanzas sobre qué, cómo, dónde y cuándo aprender; sólo requiere de nuestra
motivación para encontrar esos textos y ponerlos en práctica. Aprendamos a
vivir a Jesús.
PARA REFLEXIONAR
1)
Revise los siguientes textos y
coméntelos con su tutor, desde el punto de vista del aprendizaje que proponen:
Deuteronomio 31:13; 1 Timoteo 1:20; 1 Timoteo 5:4; Tito 3:14.
2)
Lea y analice Isaías 1:16-17. Descubra
las siete acciones que el Señor pide del discípulo.
3)
¿Qué aprendizaje encarga Jesús a los
fariseos? Lea San Mateo 9:13.
4)
La naturaleza puede ser una parábola de
enseñanzas para el discípulo ¿Qué dice el Maestro que podemos aprender de la
higuera en San Mateo 24:32? Descubra otras parábolas en la creación.
5)
¿Cuáles han sido sus principales
aprendizajes a lo largo de su vida?
BIBLIOGRAFÍA.
1)
http://www.sanpaolo.org/studi/maestro/spagnolo/ravasi/sparav02.htm
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