LA
ORACIÓN DEL
DISCÍPULO
II PARTE
Pastor Iván
Tapia
Lectura bíblica: Salmo
19:1-4
Propósitos de la charla: Aprender una nueva ruta de
oración, a partir de a) la contemplación del orden y de las bellezas de la creación; y b) la revelación de la
Palabra de Dios.
in el apoyo Divino, nuestra naturaleza no puede
encontrar por sí sola el perfecto equilibrio moral, emocional, intelectual,
volitivo y espiritual. En la oración es donde reconocemos y proclamamos la
absoluta subordinación a Dios. “Porque en él vivimos, y nos movemos, y
somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje
suyo somos.” (Hechos 17:28). En la
oración encontramos la fuerza necesaria a nuestra humana debilidad, el poder
del Espíritu Santo, como el Maestro nos enseñó: “También les refirió Jesús una
parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (San Lucas 18:1). Afirma que se debe
orar “siempre” y jamás cansarse de hacerlo.
El discípulo debe ser
persona de oración, si quiere ser fiel a su llamado. Alguien ha dicho del
hombre de Dios: “Cada uno de los latidos de su corazón debiera ser un acto de
amor, que fuese como un eco del amor que el Señor le profesa.”
A continuación
transcribimos algunas definiciones de oración:
·
La oración es una conversación del hijo
de Dios con su Padre celestial.
·
La oración implica una elevación del
alma, un contacto de fe con el mundo sobrenatural que nos permite entrar en el
reino del Padre.
·
“La oración es la elevación del
espíritu y del corazón a Dios para rendirle nuestros homenajes y pedirle
remedio a todas nuestras capacidades”
·
“La oración es la petición a Dios de
las cosas convenientes” (San Juan Damasceno)
·
“La oración es la ascensión de la mente
hacia Dios.” (San Juan Damasceno)
·
“La oración es una exposición ante Dios
de nuestra propia voluntad, a fin de que la satisfaga.” (Santo Tomás de Aquino)
“Lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad,
se alcanzan a conocer por las criaturas” (Romanos
1:20) Apoyados en la contemplación
del orden y de las bellezas de la creación, y en la revelación de la Palabra de Dios, podemos
elevarnos hacia el Señor, en oración.
Dios es el gran Artista, todo cuanto ha hecho lo ha
concebido en Su Verbo. En la creación se refleja la huella de su Autor. Todo el
universo grita: “Jehová reina; temblarán los pueblos. El
está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra. / Jehová en Sion es
grande, Y exaltado sobre todos los pueblos. / Alaben tu nombre grande y
temible; El es santo.” (Salmo 99:1-3)
En esta ocasión compartiré con ustedes “la ruta de la Creación” que se nos da a
conocer en el primer libro de la
Biblia (Génesis 1 y 2:1-3). Pero, antes de hacer la
práctica de esta interesante oración de acción de gracias, alabanza y
adoración, haremos algunas aclaraciones necesarias para el desarrollo de esta
ruta de oración.
a) FORMAS DE
AGRADECER A DIOS.
Cualquier elemento en la Biblia puede llegar a tener
al menos dos significados: el literal
y el simbólico. Por ejemplo: “sol”
puede referirse al astro que alumbra la tierra, el cuerpo natural, o bien a su
significado espiritual, Dios es nuestro Sol, porque ilumina nuestra vida
espiritual con Su amor y Verdad. De allí es que en la Sagrada Escritura
encontremos significados naturales y significados espirituales.
Es importante no abusar del símbolo; este debe ser
fluido y no rebuscado, explicado por la misma Palabra de Dios, probablemente en
otro pasaje. Por ejemplo: “pan” puede referirse al alimento diario hecho de
harina y agua; como también puede significar la Palabra de Dios o al mismo
Jesucristo. Un pasaje dice “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios”, otro dice “Yo soy el Pan de vida”, y otro aclara
“Tomad y comed, éste es mi cuerpo”.
Daremos entonces gracias por ambos significados:
·
Por
la cosa real o literal
·
Por
el significado espiritual o símbolo que implica
b) MOTIVOS DE
DAR GRACIAS.
Qué nos mueve a dar gracias es muy importante de
precisar. La razón de nuestra acción de gracias queda explicitada en cada frase
que hacemos en nuestra comunión con el Creador. Damos gracias a Dios por los
siguientes motivos:
·
Por
la creación de esos elementos
·
Por
el sostenimiento de ellos
·
Por
su redención, si lo cabe
·
Por
el trabajo y función de cada uno
c) FORMAS DE
ALABAR AL CREADOR.
Las exclamaciones o frases de alabanza son diversas y
se reparten a lo largo de toda nuestra conversación con el Señor Creador. Para
alabar al Creador utilizamos verbos tales como:
·
Te
alabo
·
Te
admiro
·
Te
elogio
·
Te
rindo culto
·
Te
tributo alabanza
·
Te
adoro
·
Te
exalto
d) MOTIVOS DE
ALABANZA AL CREADOR.
Si en las acciones de gracias centramos la atención en
los elementos creados, en la alabanza lo hacemos en el Creador. Alabamos a Dios
en Su creación por Su gran:
·
Inteligencia
·
Sabiduría
·
Creatividad
·
Orden
·
Ciencia
e) FORMAS DE
ADORAR A DIOS.
La diferencia entre alabanza y adoración está en el
grado de exaltación. La adoración es la máxima posibilidad de alabanza y
reconocimiento para Dios. La adoración es la que se da en los cielos, frente al
trono celestial y es prodigada por los cuatro seres vivientes y los 24
ancianos. El modelo de la adoración está en
los cielos (Apocalipsis 7:9-12)
En la oración personal expresamos adoración de las
siguientes maneras:
·
Verbalizando
“te adoro Señor de la Vida”.
“Te adoro, Padre Celestial, Señor de la creación, porque eres el único capaz de
crear una maravilla sin igual”.
·
Cantándole
una canción de adoración aprendida.
·
Creando
un canto de adoración o cántico nuevo.
·
Cantando
en el espíritu, con lenguaje propio o en lenguas. Esta es una expresión muy
personal y se desarrolla en la oración personal. En la oración comunitaria se
da en ocasiones de profunda inspiración y cuando hay intérprete.
f) MOTIVO DE
ADORACIÓN DEL CREADOR.
Le adoramos porque Él es el Único Dios capaz de crear
portento tan grande como el universo y el planeta en que vivimos con todos sus
habitantes. La adoración, como la alabanza, es a Dios Trino, al Padre que ha
pensado la Creación,
al Hijo que la ha ordenado como Verbo o Palabra de Dios, y al Espíritu Santo
que, como fuerza dinámica y Persona Divina, la ha realizado.
g) CONOCIMIENTO
DE LOS DÍAS DE LA CREACIÓN.
Previo a esta ruta de oración es necesario que usted
haga una lectura pausada y concentrada del texto bíblico. A través de esa
lectura podrá descubrir numerosos elementos literales y simbólicos que le
ayudarán luego en la oración.
En resumen podemos decir que:
·
La
creación o aparición de la luz, el día y la noche, y el cielo, sucedieron el
día I de la creación. Si tomamos el domingo como primer día de la semana, el
día de la resurrección del Señor, comprenderemos que Jesucristo es nuestra Luz,
nuestro Día y nuestro Cielo.
·
La
tierra y el mar fueron creados el día II de la creación, segundo día de la
semana.
·
Las
hierbas y los árboles fueron creados el día III de la creación, el tercer día
de la semana.
·
El
sol, la luna y las estrellas fueron creados el día IV de la creación, el cuarto
día de la semana.
·
Los
peces y las aves fueron creados el día V de la creación, el quinto día de la
semana.
·
Las
bestias, las serpientes y el hombre fueron creados el día VI de la creación, el
sexto día de la semana. Interesante es pensar que Jesucristo, el Hijo del
Hombre, entregó su vida en la cruz un Viernes, aplastando así la cabeza de la
serpiente.
·
El
descanso fue creado el día VII de la creación, el séptimo día de la semana, el
sábado. Jesucristo es nuestro sábado, nuestro reposo.
LA
RUTA DE LA CREACIÓN.
Acompáñenme ahora en esta “Ruta de la Creación”, en la cual
oramos inspirados en cada uno de los elementos creados por Dios durante los
siete días de la creación, descritos por el libro de Génesis.
1.
Luz. ¡Oh, Dios Eterno! Tú eres la Luz del universo. Te doy
gracias por haber creado la luz que ilumina nuestro planeta y le da vida a todo
tipo de ser viviente. Gracias por haberme dado la vida dos veces: primero desde
el vientre de mi madre y luego desde Tu Espíritu. En Ti está la luz de la vida,
tanto la vida natural como la sobrenatural. Bendigo Tu Nombre por eso. ¿Qué
sería sin tu luz en este mundo?
2.
Día. Gracias, Padre, por brindarnos el día. Si no existiera
el día andaríamos en completa oscuridad y quizás ni siquiera existiríamos
porque es la luz la que hace posible la vida en la Tierra. El día me hace
sentir seguro y me da ánimo, optimismo, confianza. Te alabo por tan maravillosa
creación. Gracias por el día.
3.
Noche. Debo darte también gracias por la noche, porque,
aunque ella me traiga temores y peligros a veces, en ella puedo recogerme en mi
hogar y descansar. En la noche me gozo con mi esposa, en la noche reposa mi
cuerpo, renueva fuerzas, en la noche mi alma viaja por otras realidades y Tu
Voz me enseña Tus misterios. ¡Bendita noche la que Tú has creado! Vivimos en la
noche de los tiempos esperando el amanecer de Tu Reino, cuando Tú traigas
completa claridad a este mundo.
4.
Cielo. Gracias, Buen Dios, por haber creado esta expansión
entre las aguas de arriba y las de abajo. La atmósfera nos permite respirar,
hinchando de buen aire nuestros pulmones; las nubes traen lluvias que riegan
los campos y cultivos, que limpian las ciudades de toda contaminación; el
hermoso arco iris se dibuja en él como recuerdo de una promesa hecha por Ti; y
el viento sopla recordándonos que somos movidos por Tu Espíritu Santo donde Tú
quieras llevarnos. ¡Alabado seas por ello!
5.
Mar.
¡Qué inmenso mar pueden contemplar nuestros ojos! Tan inmenso como Tu
Presencia, Señor de la
Vida. Este mar que has creado, lleno de peces, petróleo,
algas, olas, sal... es hermoso en todos sus niveles. Pero también simboliza el
tormentoso mundo de tinieblas donde hay todo tipo de peces. El Maestro nos
enseñó que, como Él, seríamos pescadores de hombres. ¡Qué gran pecera es ésta,
el océano que has creado, Señor! Te doy gracias por recordarme cada vez que lo
miro, que esos peces representan almas que Tú quieres salvar. ¡Alabado seas por
el mar!
6.
Tierra. Te doy gracias, Padre de toda seguridad, por habernos
dado este hábitat, donde pusiste minerales para provecho de nuestras
invenciones y tecnologías; donde podemos realizar cultivos para alimentarnos y
embellecer nuestras vidas; nos diste montañas y cordilleras para recorrer,
escalar y admirar los valles y quebradas, volcanes por donde respira el
planeta, los cuales nos hablan de Tu gran poder. Te agradezco por la tierra en
la que estamos plantados y hacemos nuestra vida. Si el cielo es símbolo de la
eternidad en que habitas junto a seres celestiales, el mar es símbolo de un
mundo convulsionado y sin Dios, esta tierra significa la seguridad de Tu Reino,
sobre todo la Roca
de los siglos.
7. Hierbas. Y Tú ordenaste que hubiese hierbas, que la tierra que
había emergido de las aguas se cubriera de musgo, tundra, hierbas diversas.
¡Cómo nos son útiles esas hierbas medicinales, esas verduras que utilizamos en
nuestras ensaladas! Te doy gracias, Padre, por las humildes hierbas que cubren
los campos, las rocas, los cerros, las quebradas. Esas hierbas me hablan de
humildad, de precariedad, de lo pasajero de la vida. Como dice tu Palabra: “Porque:
Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae; / Mas la palabra del Señor permanece para
siempre.” (1 Pedro 1:24,25). Gracias
por las hierbas que dan semilla y así se multiplican sobre la tierra.
8.
Árboles. Gracias por los árboles que dan frutos con semilla.
Gracias por tanta fruta deliciosa que podemos saborear y que nos aportan
vitaminas y el azúcar natural de Tu creación, por las mermeladas, zumos y
dulces que fabricamos de ellas. Te doy gracias por los perales, los manzanos,
los almendros, los sauces que nos brindan su sombra y su frescor, por los
raulíes, los álamos y tanto árbol de los cuales fabricamos casas, muebles y
adornos. Esos árboles bien plantados en la tierra, que simbolizan la vida
cristiana, como dice el salmista: “Bienaventurado el varón
que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en
silla de escarnecedores se ha sentado; / Sino que en la ley de Jehová está su
delicia, Y en su ley medita de día y de noche. / Será como árbol plantado junto
a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo
lo que hace, prosperará. / No así los malos, Que son como el tamo que arrebata
el viento. / Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, Ni los
pecadores en la congregación de los justos. / Porque Jehová conoce el camino de
los justos; Mas la senda de los malos perecerá.” (Salmo 1:1-6). Tú nos haces árboles firmes en la raíz de la fe,
haces crecer por medio de la sumisión a Ti y la sujeción a Tu Iglesia, el
tronco de la obediencia, nos das las firmes ramas de las virtudes teologales –fe,
esperanza y amor- y de las virtudes capitales –prudencia, justicia, fortaleza y
templanza- las cuales fortaleces con tus dones sobrenaturales, los siete dones
del Espíritu Santo, para producir mucho fruto –los nueve frutos de Tu Espíritu:
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza- y
alcanzar las bienaventuranzas. ¡Qué hermoso follaje deseas dar a este gran
árbol que es Tu Iglesia! Te alabo y adoro por ello.
9.
Sol. Gracias, Señor,
por darnos el sol para alumbrar, calentar y dar vida a nuestro planeta. Si
no lo hubieras creado, la tierra moriría. Gracias porque lo pusiste ni tan
lejos de nosotros como para que nos muriésemos de frío y oscuridad, ni tan
cerca como para que nos quemáramos y cegáramos. Has sido siempre tan sabio y
amoroso con tus hijos. Tú eres nuestro Sol de justicia, Padre.
10. Luna. Hiciste la luna para reflejar la luz del sol durante
la noche, como en un espejo, para que no quedáramos totalmente a merced de la
oscuridad. Aún durante la noche te preocupas de nosotros y estás allí. La luna
representa ese lado maternal tuyo, que nos cobija y protege de todo daño. Tú
nos iluminas durante las noches. Tú eres nuestro Sol y nuestra Luna.
11. Estrellas. Gracias, Padre, por estos astros del cielo. Por los
millones de estrellas que hay en los cielos y que aparte de hermosearlos nos
enseñan tanto. Hay hombres y mujeres que son como estrellas luminosas en
nuestro firmamento. De ellos aprendemos a ser discípulos fieles a Ti y
esperamos un día reflejar Tu luz eterna en Tu cielo. Como las estrellas que
orientan en la oscuridad de la noche a marineros y viajeros, por mares y
desiertos, así son aquellos santos hombres y mujeres que dedicaron sus vidas a
Ti y muchos que aún viven y son nuestros ministros.
12. Peces. Te alabamos por los seres vivientes del mar,
cardúmenes de todo tipo, grandes monstruos marinos hasta los más pequeños y
transparentes organismos. Por todo el alimento que encierran los océanos y por
la diversidad de seres hermosos, desde la superficie hasta la oscuridad de las
zonas abisales. ¡Cuánto pez hay en la mar, el mundo, para traer al Evangelio!
Tú nos dijiste que nos harías pescadores de hombres. La mar representa ese
mundo convulsionado que necesita de Ti.
13. Aves. Por los millones de aves que pueblan los cielos, te
agradecemos, Padre. Aves de diversos tamaños, colores y plumajes, que nos
deleitan con sus vuelos y sus cantos. Son admiración de los humanos, quienes
aspiramos a alcanzar la altura del conocimiento, el heroísmo, la santidad, el
poder, etc. Pero el mejor vuelo es el que alcanza la salvación. Gracias porque
hay tantos que ya han volado hacia Ti, Señor. te alabamos y damos gracias por la Iglesia Triunfante
en los cielos, la cual representan esas aves. Ellos ya volaron hacia Ti, los de
grandes y altos ideales.
14. Animales de la tierra. Te doy gracias, Señor, por las bestias
del campo, por todos los animales, salvajes y domésticos, que pusiste para
nuestro provecho y también como ejemplo, como enseñanza para nosotros. ¡Cuánto
podemos aprender de los animales! Tu Palabra está poblada de lecciones que
emanan de los animales.
15. Reptiles. Como muchos cristianos, hay animales que se
arrastran, que reptan mordiendo polvo, sin poder ver en mayor altura. Gracias
Maestro porque quieres llevarnos a una posición erguida, que seamos fuertes
como el león, inteligentes como el mono, astutos como el zorro, veloces como la
gacela.
16. Hombres. Gracias por haberme hecho humano. Bien podrías
haberme hecho piedra, insecto, nube, una mota de polvo, un rayo de luz,
mineral, animal, pez, ave o una simple planta del camino, pero quisiste que
fuese humano. Gracias por ser de la estirpe del Hijo del Hombre. Te admiro por
las mujeres, los varones, los niños, los ancianos, los bebés, los jóvenes, los
adultos; por todas las actividades que ellos desarrollan y hacen crecer el
mundo físico; por sus sentimientos positivos que traen alegría a la vida en el
campo y la ciudad; por las capacidades que Tú nos brindaste: creer,
sentir, pensar, hablar, actuar, juzgar, aprender, enseñar y reproducirnos.
17. Descanso. Finalmente, después de tanto trabajo creador,
descansaste y nos diste como orden y enseñanza, que también nosotros deberíamos
dejar un tiempo semanal para el descanso. Tú, Jesucristo, eres nuestro
descanso, nuestro Sábado, nuestro reposo eterno. En Ti ponemos todas nuestras
cuitas, dificultades, problemas, anhelos y cargas de todo tipo, sabiendo que
sólo Tú puedes responderlas y resolverlas. ¡Alabado seas, Creador nuestro!
TAREA PARA LA SEMANA:
1)
Hacer la ruta de oración que he aprendido hoy.
2)
Diferenciar entre alabanza, acción de gracias y
adoración a Dios.
3)
Observar qué aspecto de esta ruta me resulta más
atractivo.
4)
Tomar nota de la experiencia.
5)
Dedicar cada día más tiempo a la oración de
alabanza, acción de gracias y adoración.
BIBLIOGRAFÍA.
1) “Jesucristo,
ideal del Sacerdote”, Dom Columba Marmión, Colección Spíritus, Bilbao, España,
1959.
2) San
Juan Damasceno, libros I y III
3) Santo
Tomás de Aquino, Summa Teológica, Segunda Parte, 2-2 q.83 a.l y 2
4)
David
Yonggi Cho, “Modelos para orar”, Editorial Vida, 1995.
6) Santa
Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers,
USA.
7) “La Santa Biblia”, ©
Sociedades Bíblicas Unidas 1960, http://www.gentle.org/biblia/