domingo, 22 de marzo de 2020

MINISTRANDO AL SEÑOR

LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO
V PARTE
 


Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: Hechos 13:1-3.  

Propósitos de la charla: a) Conocer a Dios personalmente y tener una amistad fluida con Él; y b) Aprender a ministrar al Señor. 

C
onocer a Dios personalmente y tener una amistad fluida con Él, es un muy ambicioso propósito, mas es lo que Él desea y lo que nosotros necesitamos. En esto ambos estamos de acuerdo. El Señor dice “tú eres mi hijo, te amo y quiero tener una relación de amistad contigo”. El cristiano responde: “Señor, te amo y quiero servirte siempre”. 

¿Cómo llegamos a conocer a Dios personalmente? Existe una única forma para el cristiano: por medio de la oración. Sólo en el desarrollo de esta relación íntima con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, podremos acercarnos a un conocimiento de Él. No es a través del estudio de la Escritura, no es por medio de la participación de la Santa Cena, no es por el Bautismo, no es por medio de la alabanza y adoración, aunque todo eso ayuda; sino que es básicamente es por la práctica de la oración. 

Sólo la oración puede conectarnos con nuestro Padre, Señor y Maestro. La oración no es un rito ni un dogma, la oración es compartir, intimar, profundizar una relación sobrenatural con Dios. Esta relación no sólo se trata de pedir y que Él satisfaga nuestras necesidades, sólo haciendo oración de petición e intercesión. Incluso, no se trata sólo de dar gracias por lo que Él me ofrece; sino que se equilibra con la alabanza, la adoración y la contemplación de Su majestad y belleza, y algo muy importante, lo que llamamos “ministración”, “ministrar al Señor”.


¿QUÉ ES MINISTRAR?

"Ministrar" (Del lat. ministrare) tiene tres acepciones: 

1)      Servir o ejercer un oficio, empleo o ministerio. U. t. c. intr.


2)      Dar, suministrar a alguien algo. Ministrar dinero, especies.

3)      Administrar


Administrar (Del lat. administrāre), significa:

1)      Gobernar, ejercer la autoridad o el mando sobre un territorio y sobre las personas que lo habitan.

2)      Dirigir una institución.

3)      Ordenar, disponer, organizar, en especial la hacienda o los bienes.

4)      Desempeñar o ejercer un cargo, oficio o dignidad.

5)      Suministrar, proporcionar o distribuir algo.

6)      Conferir o dar un sacramento.

7)      Aplicar, dar o hacer tomar un medicamento.

8)      Graduar o dosificar el uso de algo, para obtener mayor rendimiento de ello o para que produzca mejor efecto.

De acuerdo a las definiciones anteriores, podemos asegurar que “ministrar al Señor” es servir al Señor. Ministrar es también ejercer un oficio sacerdotal, o sea comportarnos como lo hacían los antiguos sacerdotes de Israel, presentando ofrendas a Dios y escuchando Su voluntad. Ministrar es administrar los sacramentos. 

¿A QUIÉN MINISTRAMOS?

Es conveniente que cada discípulo de Jesucristo aprenda a servirle y no esperar siempre ser servidos por Él. En lugar de pedirle a Dios por nuestras necesidades, cuando ministramos a Dios preguntamos cuáles son Sus necesidades. Al escuchar esa Voluntad, corremos a obedecerlas y satisfacerlas. Esto es “ministrar al Señor”. Siempre le estamos pidiendo al Señor y muy pocas veces le preguntamos a Él qué pide de nosotros.  

Para llegar a un ejercicio de tal oración, es necesario primero aprender a hacer oraciones centradas en Dios y no en nosotros (Hechos 4:23-31); apreciar y meditar pasajes bíblicos que hablan de la grandeza del Señor, visualizarlo y contemplarlo. Los Salmos y algunas oraciones de las Escrituras se prestan mucho para crecer en nuestra vida devocional. Las rutas de oración que hemos practicado hasta ahora, más todas las que podamos descubrir en la Biblia y aquellas que el Espíritu Santo nos inspire, son de gran utilidad para producir este acercamiento al Señor. Por tanto, ahora debemos procurar marchar un paso más, hacia una oración de ministración al Señor. 

¿QUÉ MINISTRAMOS?

Hablando de oración, ¿Cómo podríamos conciliar las siguientes enseñanzas de Jesús?

1.      “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. / Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (San Lucas 11:9,10).

2.      “No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (San Mateo 6:8)

3.      “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? / Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. / Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (San Mateo 6:31-33) 

En la primera enseñanza, el Maestro nos anima a pedir a Dios como algo bueno, justo y deseable. Parece contradecirse con la segunda, en que nos recuerda que Dios ya conoce nuestras necesidades. La primera frase es la respuesta a una petición de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.” (San Lucas 11:1b). En cambio la segunda frase es para destacar que no necesitamos decir tantas palabras ni usar vanas repeticiones al hacer una petición. Sin embargo esta última da cuenta de una realidad ineludible: Dios ya conoce nuestras necesidades. 

En la tercera cita, Jesús nos vuelve a decir que no debemos estar afanados y preocupados por nuestras necesidades materiales, como el alimento y la bebida, centrando la vida en aquello, como lo hacen los que no conocen a Dios. Es una acusación bastante fuerte; cuando nos inquietamos por el dinero y las cosas, estamos actuando como los incrédulos y negando a Dios. Dios Padre conoce perfectamente que tenemos necesidad de todas esas cosas, por lo tanto en ese aspecto debemos estar tranquilos. ¿Hacia dónde dirigiremos entonces nuestra preocupación, esfuerzo y trabajo? En buscar el Reino de Dios y su justicia. Me parece que no siempre entendemos del todo bien este concepto. Preocuparse del Reino de Dios es “ocuparse” en él, trabajar para él, que sea nuestra principal ocupación. Aquellas energías ocupadas en preocuparme de las cosas del mundo deben ser transferidas a las cosas del cielo, a las cosas del Reino de Dios. 

Un discípulo se preocupa por conocer la voluntad de su Señor, por extender Su Reino, por anunciar el mensaje de salvación, por hacer nuevos discípulos, por el crecimiento de la Iglesia, por el avance y desarrollo de la Verdad, porque el Reino se establezca en todo lugar donde está, por ayudar al prójimo, por compartir el Pan de Vida.  

Un bebé en Cristo se acerca a Dios sólo cuando tiene hambre para beber de la leche espiritual de la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2) y cuando algo le molesta llora. Un niño espiritual camina con la ayuda de un padre espiritual, por el cual es “ministrado”, se ejercita en la oración, la Palabra de Dios y la vida cristiana. El joven quiere obedecer, lo intenta pero a veces falla, tiene gran entusiasmo. El adulto cristiano es un discípulo obediente, un siervo; mas el anciano ya es un amigo de Dios que “ministra al Señor”. Todos los discípulos necesitamos aprender a ser amigos de Dios. 

¿CÓMO MINISTRAMOS?

En el nivel de ministración no necesitamos pedir porque Él sabe lo que necesitamos antes que le pidamos. Si buscamos primero el Reino de Dios, todo nos será dado sin que lo pidamos. Ahora conocemos a Dios personalmente y tenemos una amistad fluida con Él, entonces nos decidimos ponernos a su disposición en la Tierra para que su Reino se extienda a través de nosotros, Su Cuerpo.  

El discípulo y la comunidad dispuestos a “ministrar al Señor” practican:

a)      La contemplación, meditación y revelación, en que Dios pone ideas en sus mentes, dándoles convicciones, no tanto haciéndoles "sentir" sino saber lo que Él desea de ellos.

b)      La oración de los Salmos en lectura contemplativa y meditativa.

c)      La lectura devocional sobre San Juan 17 y todas las oraciones de las Escrituras.

d)     No pedir para si mismos ni para otros, sino orando con la actitud de ministrar al Señor. 

En este nivel, no le pedimos a Dios que haga nuestra voluntad, sino que nos revele cual es Su voluntad para nosotros. Este es el nivel donde comenzamos a ser siervos amigos de Jesucristo (San Juan 15:15) 

RUTA DE MINISTRACIÓN AL SEÑOR


Esta ruta es tan sólo una guía litúrgica para “ministrar al Señor”. Se divide en cinco partes, cada una de las cuales podrá desarrollar el discípulo o la comunidad en la extensión y tiempo que disponga o considere. Las oraciones son sólo una sugerencia para usted. Cuando se plantean preguntas, éstas se pueden distribuir a través de la semana o bien repartirse entre distintos discípulos como motivos de oración. La ruta se inicia con acciones de gracias y culmina con adoración. Es recomendable a través de toda esta ruta, estar expectantes a lo que el Espíritu Santo quiera sugerir o comunicarnos. Esta comunicación puede ser directamente a nuestra mente, a través de un hermano u otro medio utilizado por la Divina Providencia. 


Gratitud al Señor. Padre Amado, te damos gracias por todos Tus beneficios, porque has tenido misericordia de nosotros salvándonos y dándonos Tu vida sobrenatural. Gracias por considerarnos y traernos hasta Ti para ministrarte. Gracias, Dios Amado. 

Entrega al Señor. Señor, he aquí mi vida y la de Tu Iglesia. te entregamos todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Deponemos cualquier vanidad, orgullo o egoísmo, renunciamos a nuestros propios deseos y maneras de pensar, para que Tú hagas Tu Divina voluntad en mi y esta Iglesia. Señor, has de nosotros lo que Tu desees. Señor, corrígenos. Señor, envíanos donde Tú quieras. Amén. 

Preguntas sobre mi comportamiento en el Reino de Dios: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿en qué puedo ayudarte aquí abajo? ¿qué cosas están mal en mi vida? ¿en qué quieres que yo te sirva? ¿qué quieres que haga por Tí? ¿qué cosas debería mejorar en mi relación con mi cónyuge, con mis hijos y con la familia?  

Preguntas sobre mi Iglesia: Señor, ¿qué cosas están mal en la Iglesia? ¿qué problemas tienes con tu Iglesia y qué te podríamos ayudar a solucionar? ¿qué falta en ésta, tu Iglesia? ¿que cosas que Tú deseas no estamos haciendo? ¿qué cosas hacemos que Tú no deseas? ¿qué servicios y ministerios nuevos deberíamos comenzar? ¿qué otras cosas quieres que hagamos con los niños, con los adolescentes, los jóvenes, los padres, las parejas jóvenes, los matrimonios, los que tienen hijos adolescentes, los de edad avanzada de la Iglesia, etc.? ¿cómo quieres que atraigamos más gente a la Iglesia? ¿qué misión hacia otros países y el mundo tienes para nosotros? ¿como quieres que juntemos dinero para extender Tu Reino?  

Adoración al Señor. ¡Te alabo, Señor del Universo, porque Tú eres nuestro Creador! A Ti pertenecen todas las cosas y has puesto a Jesucristo como Cabeza de Tu Iglesia. Qué se haga Tu Voluntad, Señor Todopoderoso, por sobre la nuestra. Amén. 

 
CONCLUSIÓN
A cada pregunta planteada en los subtítulos de esta enseñanza, podríamos dar las siguientes respuestas: a) ¿Qué es “ministrar”? Es servir; b) ¿A quién ministramos? Al Señor, pues Él ya nos ministra cada día Su vida; c) ¿Qué ministramos? Nuestra vida entera para que Él la use en la edificación y extensión de Su Reino; d) ¿Cómo ministramos? Por medio de la oración. ¡Qué el Espíritu Santo le haga crecer en la “ministración del Señor”!

 



TAREA PARA LA SEMANA:


1) Hacer la ruta de ministración al Señor.

2) Luego de la ministración al Señor, responda estas preguntas: a) ¿Qué desea el Señor que usted cambie y haga con su vida?; b) ¿Qué desea el Señor que haga esta Iglesia ahora?

 

BIBLIOGRAFÍA.

1)      Dr. Juan Carlos Ortiz. “Ministerio de Espiritualidad”; Ministerio Hispano de la Catedral de Cristal; Garden Grove, California; U.S.A. 2001.

2)      Santa Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.

3)      Diccionario en línea, Real Academia Española.

4)      La Santa Biblia”, © Sociedades Bíblicas Unidas 1960, http://www.gentle.org/biblia/

 

LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO

TALLER DE EVALUACIÓN.

Pastor Iván Tapia

 

Lectura bíblica: Salmo 103.  

Propósitos del Taller: a) Evaluar los efectos prácticos de la enseñanza “La Oración del Discípulo” en su vida devocional; b) Detectar necesidades en este ámbito. 

A
ntes de proseguir este trascendental tema, evaluemos lo aprendido sobre oración hasta ahora. Los objetivos que se plantearon para cada una de las cinco enseñanzas anteriores.  

Propósitos de la charla I, LOS SIETE YO SOY DE JESÚS: a) Desarrollar una vida devocional y comunión personal con el Señor más rica, vital y dinámica; b) Aprender formas creativas de oración para relacionarse mejor con Dios. 

Propósitos de la charla II, RUTA DE LA CREACIÓN: Aprender una nueva ruta de oración, a partir de a) la contemplación del orden y de las bellezas de la creación; y b) la revelación de la  Palabra de Dios. 

Propósitos de la charla III, EL PADRE NUESTRO: Comprender, valorar y practicar el Padre Nuestro u Oración del Señor, como una ruta personal de oración. 

Propósitos de la charla IV, LA RUTA DEL PERDÓN: Hacer una introspección y reconocimiento de nuestra condición espiritual, a través de la oración de perdón. 

Propósitos de la charla V, MINISTRANDO AL SEÑOR: a) Conocer a Dios personalmente y tener una amistad fluida con Él; y b) Aprender a ministrar al Señor. 

Hay un orden ascendente en estos propósitos, que nos llevan desde el aceptar que hay rutas o caminos para recorrer en nuestra oración, el uso de la Palabra de Dios en la oración, el limpiarnos por medio de la oración de perdón, hasta cambiar el polo de nuestra comunión con el Padre centrándonos en Él en la oración de ministración. El más alto propósito de esta serie de enseñanzas es lograr que los discípulos sean capaces de ministrar al Señor más que ser ministrados por Dios. En otras palabras, servir al Señor más que a nosotros mismos.

 

TALLER RUTAS DE ORACIÓN

I Parte: Preguntas para comentar en grupo.

Se reúne el grupo de discípulos, bajo la guía de un moderador. Se nombra un secretario para anotar respuestas y comentarios. El moderador lee en voz alta la primera pregunta. Los discípulos responden y comentan cada pregunta libremente. Se hace lo mismo con cada pregunta. Al término de esta I Parte, el grupo desarrolla un resumen general de las respuestas, relacionándolas entre si.

 

1)      ¿He desarrollado una vida devocional y de comunión personal con el Señor más rica, vital y dinámica, después de las cinco rutas de oración aprendidas y practicadas? ¿De qué manera han influido en mi oración personal y qué otros efectos ha tenido en mi persona?

2)      ¿He aprendido formas creativas de oración para relacionarse mejor con Dios?

3)      ¿Contemplo ahora mejor el orden y las bellezas de la creación?

4)      ¿Se me revela mejor ahora la  Palabra de Dios, por medio de la oración?

5)      ¿Tengo ahora una mayor comprensión, valoración y práctica del Padre Nuestro? ¿Lo practico como una ruta personal de oración?

6)      ¿Para qué me ha sido útil la oración del perdón o de los siete pecados capitales?

7)      ¿Percibo ahora a Dios como un amigo o aún siento que es lejano y severo?

8)      ¿Qué entiendo por ministrar al Señor?

 

II Parte: Sugerencias para la oración personal.

El moderador lee en voz alta las siguientes consultas, el grupo las comenta y luego redacta un papelógrafo a doble columna: dificultades y soluciones. El grupo nombra un representante para la reunión plenaria.

1)      ¿Cuáles son mis principales dificultades en la oración?

2)      ¿Qué sugerencias daría a los discípulos para desarrollar una vida de oración personal más rica y fecunda?

 

III Parte: Reunión plenaria.

Un representante de cada grupo expone las conclusiones ante la comunidad.

 

 

 

LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO, RUTAS DE ORACIÓN

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