V PARTE
Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: Hechos 13:1-3.
Propósitos de la charla: a) Conocer a Dios personalmente y tener una
amistad fluida con Él; y b) Aprender a ministrar al Señor.
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onocer a Dios personalmente y tener una amistad fluida
con Él, es un muy ambicioso propósito, mas es lo que Él desea y lo que nosotros
necesitamos. En esto ambos estamos de acuerdo. El Señor dice “tú eres mi hijo,
te amo y quiero tener una relación de amistad contigo”. El cristiano responde:
“Señor, te amo y quiero servirte siempre”.
¿Cómo llegamos a conocer a Dios personalmente? Existe una
única forma para el cristiano: por medio de la oración. Sólo en el desarrollo
de esta relación íntima con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, podremos
acercarnos a un conocimiento de Él. No es a través del estudio de la Escritura , no es por
medio de la participación de la
Santa Cena , no es por el Bautismo, no es por medio de la
alabanza y adoración, aunque todo eso ayuda; sino que es básicamente es por la
práctica de la oración.
Sólo la oración puede conectarnos con nuestro Padre,
Señor y Maestro. La oración no es un rito ni un dogma, la oración es compartir,
intimar, profundizar una relación sobrenatural con Dios. Esta relación no sólo
se trata de pedir y que Él satisfaga nuestras necesidades, sólo haciendo
oración de petición e intercesión. Incluso, no se trata sólo de dar gracias por
lo que Él me ofrece; sino que se equilibra con la alabanza, la adoración y la
contemplación de Su majestad y belleza, y algo muy importante, lo que llamamos
“ministración”, “ministrar al Señor”.
¿QUÉ ES MINISTRAR?
"Ministrar" (Del lat. ministrare) tiene tres acepciones:
¿QUÉ ES MINISTRAR?
"Ministrar" (Del lat. ministrare) tiene tres acepciones:
1)
Servir o ejercer un oficio, empleo o ministerio. U. t.
c. intr.
2) Dar, suministrar a alguien
algo. Ministrar dinero, especies.
3) Administrar
Administrar (Del lat. administrāre), significa:
1)
Gobernar, ejercer la autoridad o el mando sobre un
territorio y sobre las personas que lo habitan.
2) Dirigir una institución.
3) Ordenar, disponer, organizar,
en especial la hacienda o los bienes.
4) Desempeñar o ejercer un
cargo, oficio o dignidad.
5)
Suministrar, proporcionar o
distribuir algo.
6) Conferir o dar un sacramento.
7) Aplicar, dar o hacer tomar un
medicamento.
8) Graduar o dosificar el uso de
algo, para obtener mayor rendimiento de ello o para que produzca mejor efecto.
De acuerdo a las definiciones anteriores, podemos
asegurar que “ministrar al Señor” es servir al Señor. Ministrar es también
ejercer un oficio sacerdotal, o sea comportarnos como lo hacían los antiguos
sacerdotes de Israel, presentando ofrendas a Dios y escuchando Su voluntad.
Ministrar es administrar los sacramentos.
¿A QUIÉN MINISTRAMOS?
Es conveniente que cada discípulo de Jesucristo aprenda a
servirle y no esperar siempre ser servidos por Él. En lugar de pedirle a Dios
por nuestras necesidades, cuando ministramos
a Dios preguntamos cuáles son Sus necesidades. Al escuchar esa Voluntad,
corremos a obedecerlas y satisfacerlas. Esto es “ministrar al Señor”. Siempre
le estamos pidiendo al Señor y muy pocas veces le preguntamos a Él qué pide de
nosotros.
Para llegar a un ejercicio de tal oración, es
necesario primero aprender a hacer oraciones centradas en Dios y no en nosotros
(Hechos 4:23-31); apreciar y meditar
pasajes bíblicos que hablan de la grandeza del Señor, visualizarlo y
contemplarlo. Los Salmos y algunas oraciones de las Escrituras se prestan mucho
para crecer en nuestra vida devocional. Las rutas de oración que hemos
practicado hasta ahora, más todas las que podamos descubrir en la Biblia y aquellas que el
Espíritu Santo nos inspire, son de gran utilidad para producir este
acercamiento al Señor. Por tanto, ahora debemos procurar marchar un paso más,
hacia una oración de ministración al Señor.
¿QUÉ MINISTRAMOS?
Hablando de oración, ¿Cómo
podríamos conciliar las siguientes enseñanzas de Jesús?
1.
“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. / Porque todo aquel que pide, recibe; y el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (San Lucas 11:9,10).
2.
“No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro
Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (San Mateo 6:8)
3.
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? / Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. /
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas.” (San Mateo 6:31-33)
En la primera enseñanza, el
Maestro nos anima a pedir a Dios como algo bueno, justo y deseable. Parece
contradecirse con la segunda, en que nos recuerda que Dios ya conoce nuestras
necesidades. La primera frase es la respuesta a una petición de los discípulos:
“Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.” (San Lucas 11:1b). En cambio la segunda
frase es para destacar que no necesitamos decir tantas palabras ni usar vanas
repeticiones al hacer una petición. Sin embargo esta última da cuenta de una
realidad ineludible: Dios ya conoce nuestras necesidades.
En la tercera cita, Jesús nos
vuelve a decir que no debemos estar afanados y preocupados por nuestras necesidades
materiales, como el alimento y la bebida, centrando la vida en aquello, como lo
hacen los que no conocen a Dios. Es una acusación bastante fuerte; cuando nos
inquietamos por el dinero y las cosas, estamos actuando como los incrédulos y
negando a Dios. Dios Padre conoce perfectamente que tenemos necesidad de todas
esas cosas, por lo tanto en ese aspecto debemos estar tranquilos. ¿Hacia dónde
dirigiremos entonces nuestra preocupación, esfuerzo y trabajo? En buscar el
Reino de Dios y su justicia. Me parece que no siempre entendemos del todo bien
este concepto. Preocuparse del Reino de Dios es “ocuparse” en él, trabajar para
él, que sea nuestra principal ocupación. Aquellas energías ocupadas en
preocuparme de las cosas del mundo deben ser transferidas a las cosas del
cielo, a las cosas del Reino de Dios.
Un discípulo se preocupa por
conocer la voluntad de su Señor, por extender Su Reino, por anunciar el mensaje
de salvación, por hacer nuevos discípulos, por el crecimiento de la Iglesia , por el avance y
desarrollo de la Verdad ,
porque el Reino se establezca en todo lugar donde está, por ayudar al prójimo,
por compartir el Pan de Vida.
Un bebé en Cristo se acerca a
Dios sólo cuando tiene hambre para beber de la leche espiritual de la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2) y cuando algo le molesta
llora. Un niño espiritual camina con la ayuda de un padre espiritual, por el
cual es “ministrado”, se ejercita en la oración, la Palabra de Dios y la vida
cristiana. El joven quiere obedecer, lo intenta pero a veces falla, tiene gran
entusiasmo. El adulto cristiano es un discípulo obediente, un siervo; mas el
anciano ya es un amigo de Dios que “ministra al Señor”. Todos los discípulos
necesitamos aprender a ser amigos de Dios.
¿CÓMO MINISTRAMOS?
En el nivel de ministración no
necesitamos pedir porque Él sabe lo que necesitamos antes que le pidamos. Si
buscamos primero el Reino de Dios, todo nos será dado sin que lo pidamos. Ahora
conocemos a Dios personalmente y tenemos una amistad fluida con Él, entonces
nos decidimos ponernos a su disposición en la Tierra para que su Reino se extienda a través de
nosotros, Su Cuerpo.
El discípulo y la comunidad
dispuestos a “ministrar al Señor” practican:
a) La contemplación, meditación
y revelación, en que Dios pone ideas en sus mentes, dándoles convicciones, no
tanto haciéndoles "sentir" sino saber
lo que Él desea de ellos.
b) La oración de los Salmos en
lectura contemplativa y meditativa.
c) La lectura devocional sobre
San Juan 17 y todas las oraciones de las Escrituras.
d) No pedir para si mismos ni
para otros, sino orando con la actitud de ministrar al Señor.
En este nivel, no le pedimos
a Dios que haga nuestra voluntad, sino que nos revele cual es Su voluntad para
nosotros. Este es el nivel donde comenzamos a ser siervos amigos de Jesucristo (San Juan 15:15)
RUTA DE MINISTRACIÓN AL SEÑOR
Esta ruta es tan sólo una guía litúrgica para “ministrar al Señor”. Se
divide en cinco partes, cada una de las cuales podrá desarrollar el discípulo o
la comunidad en la extensión y tiempo que disponga o considere. Las oraciones
son sólo una sugerencia para usted. Cuando se plantean preguntas, éstas se
pueden distribuir a través de la semana o bien repartirse entre distintos
discípulos como motivos de oración. La ruta se inicia con acciones de gracias y
culmina con adoración. Es recomendable a través de toda esta ruta, estar
expectantes a lo que el Espíritu Santo quiera sugerir o comunicarnos. Esta
comunicación puede ser directamente a nuestra mente, a través de un hermano u
otro medio utilizado por la Divina Providencia.
Gratitud al Señor. Padre Amado, te damos
gracias por todos Tus beneficios, porque has tenido misericordia de nosotros
salvándonos y dándonos Tu vida sobrenatural. Gracias por considerarnos y
traernos hasta Ti para ministrarte. Gracias, Dios Amado.
Entrega al Señor. Señor, he aquí mi vida y la
de Tu Iglesia. te entregamos todos nuestros pensamientos, sentimientos y
acciones. Deponemos cualquier vanidad, orgullo o egoísmo, renunciamos a
nuestros propios deseos y maneras de pensar, para que Tú hagas Tu Divina
voluntad en mi y esta Iglesia. Señor, has de nosotros lo que Tu desees. Señor,
corrígenos. Señor, envíanos donde Tú quieras. Amén.
Preguntas sobre mi
comportamiento en el Reino de Dios: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿en qué puedo ayudarte
aquí abajo? ¿qué cosas están mal en mi vida? ¿en qué quieres que yo te sirva?
¿qué quieres que haga por Tí? ¿qué cosas debería mejorar en mi relación con mi
cónyuge, con mis hijos y con la familia?
Preguntas sobre mi Iglesia: Señor, ¿qué cosas están mal
en la Iglesia ?
¿qué problemas tienes con tu Iglesia y qué te podríamos ayudar a solucionar?
¿qué falta en ésta, tu Iglesia? ¿que cosas que Tú deseas no estamos haciendo?
¿qué cosas hacemos que Tú no deseas? ¿qué servicios y ministerios nuevos
deberíamos comenzar? ¿qué otras cosas quieres que hagamos con los niños, con
los adolescentes, los jóvenes, los padres, las parejas jóvenes, los
matrimonios, los que tienen hijos adolescentes, los de edad avanzada de la Iglesia , etc.? ¿cómo
quieres que atraigamos más gente a la Iglesia ? ¿qué misión hacia otros países y el
mundo tienes para nosotros? ¿como quieres que juntemos dinero para extender Tu
Reino?
Adoración al Señor. ¡Te alabo, Señor del
Universo, porque Tú eres nuestro Creador! A Ti pertenecen todas las cosas y has
puesto a Jesucristo como Cabeza de Tu Iglesia. Qué se haga Tu Voluntad, Señor
Todopoderoso, por sobre la nuestra. Amén.
CONCLUSIÓN
A
cada pregunta planteada en los subtítulos de esta enseñanza, podríamos dar las
siguientes respuestas: a) ¿Qué es “ministrar”? Es servir; b) ¿A quién
ministramos? Al Señor, pues Él ya nos ministra cada día Su vida; c) ¿Qué
ministramos? Nuestra vida entera para que Él la use en la edificación y
extensión de Su Reino; d) ¿Cómo ministramos? Por medio de la oración. ¡Qué el Espíritu
Santo le haga crecer en la “ministración del Señor”!
TAREA PARA LA SEMANA :
1) Hacer la ruta de
ministración al Señor.
2) Luego de la
ministración al Señor, responda estas preguntas: a) ¿Qué desea el Señor que
usted cambie y haga con su vida?; b) ¿Qué desea el Señor que haga esta Iglesia
ahora?
BIBLIOGRAFÍA.
1) Dr. Juan Carlos Ortiz.
“Ministerio de Espiritualidad”; Ministerio
Hispano de la Catedral
de Cristal; Garden Grove, California; U.S.A. 2001.
2) Santa Biblia, Casiodoro de
Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
3) Diccionario en línea, Real
Academia Española.
4) “La Santa Biblia ”, ©
Sociedades Bíblicas Unidas 1960, http://www.gentle.org/biblia/
TALLER DE EVALUACIÓN.
Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: Salmo 103.
Propósitos del Taller: a) Evaluar los efectos prácticos de la enseñanza
“La Oración
del Discípulo” en su vida devocional; b) Detectar necesidades en este ámbito.
A
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Propósitos de la charla I, LOS SIETE YO SOY
DE JESÚS: a) Desarrollar una vida devocional y comunión personal con el Señor más
rica, vital y dinámica; b) Aprender formas creativas de oración para
relacionarse mejor con Dios.
Propósitos de la charla II, RUTA DE LA CREACIÓN : Aprender una nueva ruta de oración, a
partir de a) la contemplación del orden y de las bellezas de la
creación; y b) la revelación de la
Palabra de Dios.
Propósitos de la charla III, EL PADRE NUESTRO: Comprender, valorar y practicar el Padre
Nuestro u Oración del Señor, como una ruta personal de oración.
Propósitos de la charla IV, LA RUTA DEL PERDÓN: Hacer una introspección y reconocimiento
de nuestra condición espiritual, a través de la oración de perdón.
Propósitos de la charla V, MINISTRANDO AL SEÑOR: a) Conocer a Dios personalmente y tener
una amistad fluida con Él; y b) Aprender a ministrar al Señor.
Hay un orden
ascendente en estos propósitos, que nos llevan desde el aceptar que hay rutas o caminos para recorrer en nuestra
oración, el uso de la Palabra
de Dios en la oración, el limpiarnos por medio de la oración de perdón, hasta
cambiar el polo de nuestra comunión con el Padre centrándonos en Él en la
oración de ministración. El más alto propósito de esta serie de enseñanzas es
lograr que los discípulos sean capaces de ministrar al Señor más que ser
ministrados por Dios. En otras palabras, servir al Señor más que a nosotros
mismos.
TALLER RUTAS DE
ORACIÓN
I Parte: Preguntas
para comentar en grupo.
Se reúne el grupo
de discípulos, bajo la guía de un moderador. Se nombra un secretario para
anotar respuestas y comentarios. El moderador lee en voz alta la primera
pregunta. Los discípulos responden y comentan cada pregunta libremente. Se hace
lo mismo con cada pregunta. Al término de esta I Parte, el grupo desarrolla un
resumen general de las respuestas, relacionándolas entre si.
1)
¿He desarrollado
una vida devocional y de comunión personal con el Señor más rica, vital y
dinámica, después de las cinco rutas de oración aprendidas y practicadas? ¿De
qué manera han influido en mi oración personal y qué otros efectos ha tenido en
mi persona?
2) ¿He aprendido
formas creativas de oración para relacionarse mejor con Dios?
3) ¿Contemplo ahora mejor el orden y las bellezas de la
creación?
4) ¿Se me revela mejor ahora la
Palabra de Dios, por medio de la oración?
5) ¿Tengo ahora una mayor comprensión, valoración y práctica del Padre
Nuestro? ¿Lo practico como una ruta personal de oración?
6) ¿Para qué me ha sido útil la oración del perdón o de
los siete pecados capitales?
7) ¿Percibo ahora a Dios como un amigo o aún siento que
es lejano y severo?
8) ¿Qué entiendo por ministrar al Señor?
II Parte: Sugerencias
para la oración personal.
El moderador lee en
voz alta las siguientes consultas, el grupo las comenta y luego redacta un
papelógrafo a doble columna: dificultades y soluciones. El grupo nombra un
representante para la reunión plenaria.
1) ¿Cuáles son mis principales
dificultades en la oración?
2) ¿Qué sugerencias
daría a los discípulos para desarrollar una vida de oración personal más rica y
fecunda?
III Parte: Reunión
plenaria.
Un representante de
cada grupo expone las conclusiones ante la comunidad.