CAPACIDADES HUMANAS, DONES DIVINOS
III PARTE
Pastor Iván
Tapia
Lectura bíblica: Isaías 32:8.
Propósitos de la lección: Alcanzar la
renovación de la mente y aprender a pensar conforme a la mente de Cristo.
U
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na de las más importantes capacidades que Dios ha concedido a la
raza humana, junto con la de creer y sentir, es la de razonar o pensar. Es un don que reside en lo que
llamamos mente y nos lleva a discernir la realidad y a tomar decisiones frente
a ella. Hay personas que hacen del pensar una verdadera profesión, tales como
los filósofos, teólogos, matemáticos y quienes practican las ciencias y las
artes.
El gran filósofo Martin Heidegger, investigando «¿qué significa
pensar?» y refiriéndose a otro pensador, Nietzsche, afirma “Cada pensador
piensa solamente un único pensamiento”
SIGNIFICADO DE
Para comprender mejor esta capacidad dada por Dios al ser humano,
vamos a analizar la etimología de la palabra, la cual tiene mucho que decirnos
sobre el significado de esta palabra. Pensar es una de las funciones de la
mente. La palabra deriva del verbo pendere
/ pensum, que significa pender, colgar. Hace referencia a la
"romana", ese instrumento de pesar que usaban los romanos y que
consistía en una barra horizontal de uno de cuyos extremos pendía
aquello que se quería pesar.
Del verbo péndere deriva
pondus, que significa
"peso", nombre a partir del cual se forma otro verbo, ponderare, que tiene que ver con péndere, pero a través de su derivado pondus, con un significado especializado
ya en el peso y el pesaje, pero sin que pierda el primero su capacidad de
expresar también relaciones de peso. De este último derivamos los términos
"ponderar", "ponderación" y "ponderado" que han
sido sustraídos totalmente del área del pesaje de que proceden, para emplearse
exclusivamente para designar operaciones y cualidades de la mente. Una persona
ponderada es aquella que sopesa cuidadosamente las cosas antes de decidirse.
Volviendo atrás, al pensum,
que en rigor significaría "aquello que ha sido colgado para ser
pesado", tenemos un par de derivados que aunque cueste creerlo son primos
hermanos. Tanto, que en muchos momentos coinciden ambos en la misma palabra:
son pienso y pensamiento. Recordemos la
expresión "ni por pienso", que significa "ni lo
pienses". El pienso, además primera persona del presente
del verbo pensar –yo pienso- es la comida "pesada" que se da a los
animales. Entonces este término hace referencia al pesaje, en el que incidirá
con más fuerza la palabra "ración", de la que deriva
"razón".
De ahí se deduce que el significado original estricto de
pensar es "pesar" y que los pensamientos
son una sucesión de "pesajes" indispensables para tomar una decisión.
A partir de ahí una cosa impensable sería aquella que por su
excesivo peso no cabe en nuestro sistema de pesaje, e imponderable,
palabra más refinada, aquella que por su ligereza tampoco puede ser pesada,
porque nuestro sistema de pesaje no alcanza a tanta sutileza.
EL PENSAR DEL MUNDO.
El modo de pensar del mundo es prescindiendo de la fe: “Pero Jesús
decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron
que hablaba del reposar del sueño” (San
Juan 11:13). O reemplazar ésta por la superstición: “Viéndole ellos andar
sobre el mar, pensaron que era un
fantasma, y gritaron” (San Marcos 6:49).
El pensamiento del mundo deja afuera a Dios o le culpa de todos
los males del hombre: “Y aunque yo los enseñé y fortalecí sus brazos, contra mí
pensaron mal” (Oseas 7:15). La máxima expresión de ello será el anticristo, cuyo
espíritu ya se siente en el ambiente: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y
a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará
en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y
tiempos, y medio tiempo” (Daniel 7:25).
El mundo tiene su propio concepto de justicia, en la cual no cabe
la misericordia ni la generosidad: “Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más;
pero también ellos recibieron cada uno un denario” (San Mateo 20:10).
El mundo ocupa su mente en pensar el mal: “Cierra sus ojos para pensar perversidades; Mueve sus labios,
efectúa el mal” (Proverbios 16:30)
Pero el pensar del Reino de Dios es todo lo contrario: “Pero el
generoso pensará generosidades, y
por generosidades será exaltado” (Isaías
32:8).
UNA RENOVACIÓN DEL MODO DE PENSAR.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos
12:2). Conformarse a este siglo significa amoldarse a la manera de ser del
mundo; tomar los mismos principios de la sociedad corrupta. El apóstol nos
invita en este texto a una “metamorfosis”, un cambio de forma o transformación.
El cristianismo es una completa transformación de la persona, lo cual se puede
llevar a cabo si nuestro entendimiento es renovado. Renovarse es volverse
nuevo, ser de nuevo; ya no somos los antiguos hombres y mujeres que éramos,
sino que ahora somos pequeños Cristos, con una mente y modo de pensar nuevos, a
imagen de Jesús, nuestro Maestro. Al cambiar nuestra comprensión de las cosas,
comenzamos a sentir y actuar de un modo distinto, la persona comienza a ser
transformada, metamorfoseada en Cristo. La transformación y la renovación son
ejecutadas por el Espíritu Santo que fue depositado o vino a morar en nosotros
el día que aceptamos el Señorío de Cristo.
COMO PENSAR SOBRE SI MISMO.
El acto de pensar puede darse sobre asuntos externos como la
naturaleza, los demás, Dios, alguna idea abstracta, etc. Pero también nos
pensamos a nosotros mismos; cada persona dedica gran tiempo de su vida a
reflexionar y pensar sobre sí, y así construye una autoimagen y una ponderación
de quien es. Tener un autoconcepto equilibrado es una tarea no fácil que cada
cristiano debe enfrentar. En pesarnos a nosotros mismos podemos equivocarnos y
ser demasiado exigentes o bien condescendientes: “Digo, pues, por la gracia que
me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto
de sí mismo que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de la fe que Dios
repartió a cada uno” (Romanos 12:3).
CONSEJOS DIVINOS ACERCA DEL PENSAR.
Dios nos ha dado libertad en el pensamiento. Podemos imaginar,
fantasear, construir ideas, relacionar pensamientos, crear, inventar, diseñar
con nuestra mente, viajar, etc. pero todo esto tiene unos límites dados por la
Ética cristiana. ¿Qué es correcto
pensar? ¿Qué sería incorrecto? La
Biblia aconseja ocupar nuestra capacidad de pensar para todo
aquello que sea constructivo para otros y nosotros mismos. No es conveniente
pensar en el mal de otros, en como vengarse, en asuntos deprimentes, en lo
banal burdo o grosero, en el fracaso, sino en todo lo que edifica el Reino de
Dios en la tierra. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
1) Estar preparados para las consecuencias de nuestro pensar
Hay pensamientos equivocados que generan persecución. Jesucristo
advirtió a sus apóstoles que serían perseguidos hasta por sus hermanos. Esta
advertencia es para todos los cristianos; encontramos la persecución entre los
de nuestra propia familia o pueblo. Ellos pensarán equivocadamente de nosotros.
El mundo piensa diferente a los cristianos. A veces hay quienes creen que
sirven a Dios y la verdad, matando creyentes: “Os expulsarán de las sinagogas;
y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (San Juan 16:2)
2) Aprender a pensar a Dios.
Como criaturas pensantes, también imaginamos a Dios. El
pensamiento se vale de la imaginación para explicarse el mundo, sobre todo
aquellos aspectos de la vida que son más desconocidos, como Dios, la muerte, la
vida ultraterrena, etc.. En este imaginar a Dios, muchas veces damos a Él
características humanas. La
Escritura nos recomienda que “Siendo, pues, linaje de Dios,
no debemos pensar que la Divinidad sea semejante
a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres” (Hechos 17:29).
3) Ser medidos en el pensar.
A veces vamos más allá de las palabras y escritos de otros, lo
cual nos lleva a juicios inapropiados. Nos dejamos llevar por nuestros
pensamientos no siendo justos. Esto produce daño tanto a otros como a nosotros
mismos. Es necesario que aprendamos la prudencia y sobriedad en el pensar:
“Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor
de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os
envanezcáis unos contra otros” (1
Corintios 4:6).
4) Pensar en forma madura.
El Señor nos invita a volvernos tan puros, inocentes y sumisos
como lo son los niños; Él nos llama a aceptar el reino de Dios con un modo de
pensar abierto a la voluntad de Dios. Ser como niños no significa ser
infantiles. Todo lo contrario, Dios desea que alcancemos madurez espiritual:
“Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar,
sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” (1 Corintios 14:20).
5) Adjudicar la competencia de la Iglesia a Dios.
Los cristianos no debemos pensar que la enseñanza es nuestra,
puesto que todo el contenido de la fe ha sido revelado por Dios y esa revelación
continúa siendo entregada a la
Iglesia por acción del Espíritu Santo, a través de los
ministros de Dios. Como lo declara el apóstol al referirse al ministerio del
Nuevo Pacto: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos,
sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5).
La palabra “ministerio” significa servicio; en el mundo
político-administrativo designa un departamento de gobierno dedicado a algo
específico; en el mundo eclesial se nomina así una organización
interdenominacional dedicada a una misión particular. En el contexto se refiere
a la tarea de los ministros de Dios.
6) Evitar doctrinas nocivas.
“Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os
perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea” (Gálatas 5:9-11). El apóstol está preocupado porque entre los
hermanos de Galacia hay judaizantes que están predicando que la salvación no es
completa si no se cumple también la
Ley ; para esto los cristianos deben, además de los ritos del
bautismo y la Cena
del Señor, cumplir las ordenanzas del Antiguo Testamento. Hacerlo es invalidar
la gracia de Dios, es volver atrás negando la salvación dada por medio de
Jesús. Pablo les recuerda como deben pensar ellos respecto a este asunto. El
que perturba tendrá su propia sentencia de parte de Dios y los demás no debemos
dejar arrastrarnos por tales pensamientos. Hay doctrinas que son nocivas para
nuestra fe.
7) No dejarse convencer fácilmente por cualquier pensamiento.
“que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por
espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de
que el día del Señor está cerca.” (2 Tesalonicenses 2:2). El contexto está
referido a un asunto específico, la segunda venida del Señor Jesucristo a la
tierra –la doctrina de la “Parusía” (1
Corintios 15:23)- pero es útil para cualquier asunto de creencias; tratemos
de no conturbarnos, extraviarnos, confundirnos con otro tipo de pensamientos.
Sobre todo cuidarnos de aquellas ideas que nos apartan de la fe. Esta es el
tesoro más precioso de los cristianos. Conturbar es alterar, inquietar,
intranquilizar el ánimo.
Finalmente, es preciso decir que hay un razonamiento que a todos
los cristianos nos embarga; algo que nos lleva hacia delante y emana de la fe
en Jesucristo, pero más aún, es una fuerza que proviene del Espíritu Santo que
vive en cada cristiano. Esta fuerza se abre paso en nuestro ser, en medio de
todas las asperezas y defectos que hay en nosotros. Paulatinamente se va
instalando un modo de pensar, sentir y actuar que es el de nuestro Señor. La
obligación nuestra es orar para que este proceso continúe y se agilice en
nosotros, como también cambiar toda actitud mental negativa que impide Su Reino
es nuestra vida. La
Escritura es tajante en afirmar que los cristianos “tenemos
la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16).
Apuremos Su trabajo en nosotros disponiendo también toda la mente a Él.
PARA REFLEXIONAR.
1) Analice los siguientes textos bíblicos, a la luz de
lo que significa pensar conforme a la mente de Cristo:
·
“No quisieron
oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes
endurecieron su cerviz, y en su rebelión pensaron
poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que perdonas,
clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los
abandonaste” (Nehemías 9:17).
·
“Aunque
afligido yo y necesitado, Jehová pensará
en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes” (Salmos 40:17).
·
“Aunque él no
lo pensará así, ni su corazón lo
imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar
naciones no pocas” (Isaías 10:7).
·
“Proponed en
vuestros corazones no pensar antes
cómo habéis de responder en vuestra defensa” (San Lucas 21:14)
BIBLIOGRAFÍA
1)
«¿Qué
significa pensar?», Martin Heidegger, Traducción de H. Kahmemam, Buenos Aires,
Nova.
2)
http://www.elalmanaque.com/diciembre/21-12-eti.htm