CAPACIDADES HUMANAS, DONES DIVINOS
IV PARTE
Pastor Iván
Tapia
Lectura bíblica: Salmo 19:14
Propósitos de la lección: Que el
discípulo aprenda a controlar su lengua, a callar cuando es necesario y a
hablar conforme a la voluntad del Señor.
E
|
l Creador nos dio la capacidad de comunicarnos a través del
lenguaje oral. La primera vez que el hombre aparece hablando en la Biblia es cuando puso
nombres a los animales (Génesis 2:19,20),
pero escuchamos sus primeras palabras cuando conoce a su mujer y dice: “Esto es
ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque
del varón fue tomada” (Génesis 2:23).
Interesante que la primera expresión de lenguaje, la Sagrada Escritura
la muestre ligada a la relación hombre-mujer. ¡Cuánta literatura se ha hecho,
sobre todo Poesía, en base a esta relación! El lenguaje arranca de la necesidad
de amar y ser amado, el hombre buscaba ayuda idonea, su pareja, su “media
naranja” u otra mitad; no la encontró en los animales sino en una igual a él, la Varona.
Así como en la literatura española del medioevo encontramos un
“Libro del Buen Amor”, del Arcipestre de Hita, los cristianos tenemos en la Sagrada Escritura
lo que podríamos llamar “El Libro del Buen Hablar”. A continuación vamos a
revisar algunos textos, de los muchos que contiene la Palabra de Dios sobre el
tema, relativos al hablar humano. ¿Qué aconseja el Espíritu Santo respecto al
ejercicio del lenguaje?
1. NO SE INVOLUCRE EN CONVERSACIONES OCIOSAS. “No
erréis; las malas conversaciones
corrompen las buenas costumbres.” (1
Corintios 15:33) Hay buenas y malas conversaciones; charlas que edifican y
otras que destruyen, corrompen moralmente. Una comunicación cuyo tema sea aquel
buen libro, esa película o exposición interesante, abrirá el apetito por lo
bueno y deseable que hay en esta vida. En cambio, si como tema de nuestras
conversaciones estamos siempre eligiendo el último asesinato, el escándalo de
los famosos o el chisme acerca de la vida de nuestros vecinos; la mente y el
corazón se nos llenará de carroña. Finalmente esto termina por contaminar
nuestras acciones. Es un error acceder a conversaciones que no edifican. No es
difícil detenerlas, basta con cambiar el tema, rechazar lo malo, hacer hablar
al Cristo que habita en nosotros.
2. HAGA QUE EL ESPÍRITU SANTO HABLE EN USTED. “Oíd,
porque hablaré cosas excelentes, Y
abriré mis labios para cosas rectas. Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.” (Proverbios 8:6,7) Sólo la Sabiduría puede hablar
con excelencia, rectitud, verdad y pureza. Dios es Sabio y nos entrega la
exquisitez de Su pensamiento en todo lo creado, a través de Su Palabra escrita
y por medio de sus escogidos. Los pensamientos de Dios no son ambiguos como los
del hombre, sino rectos, tanto en sentido racional como ético; Él es todo
rectitud y esto se refleja en Su pensamiento. La filosofía de Dios es profunda
y recta. Él habla verdad porque es la Verdad. Si bien es cierto los seres humanos
tenemos nuestras propias y pequeñas verdades, los cristianos disfrutamos de un
gran tesoro: Jesucristo, la
Verdad. La piedad, que es la entrega devocional al Señor, la
pureza del amor a Dios, es el lenguaje del que le busca. Quien tiene en su
corazón el Espíritu Santo tiene el don de sabiduría y por tanto hablará con
excelencia, rectitud, verdad y pureza. El Espíritu Santo hablará en usted.
3. QUE TU HABLAR AGRADE A DIOS, TU CONCIENCIA Y AL
PRÓJIMO. “Los labios del justo saben hablar
lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.” (Proverbios 10:32) ¿A quién debemos
agradar con nuestros labios? Primeramente a Dios que escucha tanto nuestras
palabras articuladas como los pensamientos; aquello comentado en la intimidad
del hogar o con los amigos como lo expresado en público. Hay personas que saben
decir lindos discursos, que hacen aseveraciones plenas de aparente convicción,
que juran gran amor por otros, mas al estar en otro ambiente, con otras
personas o solos, expresan todo lo contrario. ¡Líbrenos el Señor a los
cristianos, de ser como esos hipócritas! En segundo lugar debemos agradar a
nuestra conciencia guiada por el Espíritu Santo; en ella está escrita Su ley de
amor, la cual es la norma que guía nuestra diaria conversación. No la queja, el
chisme, el pelambre, la mentira, el malestar, la depresión, sino la alabanza,
el elogio, la verdad, la gratitud, la alegría, deben ser nuestra comunicación
diaria. “Abre tu boca y Él la llenará” Así podrás agradar, en tercer lugar, a
los oyentes; tu conversación será un agrado, un bálsamo, una caricia, un
alimento para el que te escuche. Perversidad es la suma maldad o corrupción de
las costumbres. Que tus labios transmitan las dos “b” vida y bondad.
4. BUSQUE A DIOS PARA HABLAR SABIDURÍA. “La lengua de
los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.” (Proverbios 15:2) El sabio se diferencia
del necio, entre otras cosas, por su hablar. El primero habla sabiduría y
enriquece con mejores reflexiones a ésta; el segundo sólo pronuncia
estupideces, su conversación es vana e improductiva. La Biblia nos enseña a ser
sabios, a buscar y alimentarnos de la sabiduría. Al respecto, nos advierte que
el inicio de la sabiduría es el temor de Dios. Quien tiene una actitud de
respeto y humildad, de disposición a creerle y obedecerle, está en camino de
adquirir sabiduría. Tal hombre o mujer, hablarán sabiduría.
5. PRACTIQUE EL CALLAR Y APRENDA A ESCUCHAR. “tiempo
de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;” (Eclesiastés 3:7) El sabio Salomón nos enseña que la vida del
hombre, aún siendo muy corta, nos da oportunidad para todo y, entre todas las
cosas, nos otorga un tiempo para hablar y otro para callar. Sutilmente nos da
el recado de cuan importante es a veces callar. No es sabio vivir callando, no
se puede callar todo, no todo lo podemos admitir; pero tampoco es sabio vivir
hablando permanentemente pues necesitamos escuchar a otros, escuchar a Dios y
también escuchar lo que nuestro corazón quiere decirnos. Si siempre estamos
parloteando ¡cómo vamos a escuchar y escucharnos! Necesitamos aprender de los
orientales esa capacidad de callar y meditar. No es poco cristiano dejar de
hablar y reflexionar en lo íntimo acerca de la vida y de Dios. “Que los dichos
de mi boca y la meditación de mi corazón sean siempre agradables a Ti, Señor”
6. DESENMASCARE AL ENEMIGO. “Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón
fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y
quitando la bebida al sediento.” (Isaías
32:6) Actualmente se blasfema contra Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Palabra de Dios, la Iglesia , con toda
facilidad. Se hace escarnio de la fe cristiana en los medios de comunicación y
se aplaude tal conducta, aduciendo la libertad de expresión. Cuando los
creyentes son atrapados por la forma de pensamiento liberal y le baja el perfil
a estos ataques a la fe, están permitiendo que se pisotee el Nombre de Dios,
que el gobierno de las tinieblas penetre más en las mentes de los hambrientos y
sedientos de la Verdad. No
podemos permitir que el engaño satánico corrompa más los cimientos de esta
sociedad. Debemos darnos cuenta que hay una maquinación perversa contra las
almas ignorantes de Dios. Es la hora de ser “baluarte de la Verdad ”.
7. NO USE SU HABLAR CONTRA EL DEBIL. "Las armas
del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con
palabras mentirosas, y para hablar
en juicio contra el pobre." (Isaías
32:7) Quienes ostentan el poder político y económico no siempre son
personas correctas. Hemos visto caer a jueces y hombres públicos en horrible corrupción.
El dinero de las arcas fiscales a veces se usa para el provecho personal de
personas tramposas. Con la palabra se puede engatusar al pueblo crédulo. No
faltan los que usan la religión para embaucar a los ingenuos. El pobre es
siempre víctima de estos corruptos, por su ignorancia, ingenuidad y necesidad
de creer. Intriga y mentira son las armas del tramposo que se aprovecha de los
pobres.
8. SEA UN BUEN OIDOR. "Jehová el Señor me dio
lengua de sabios, para saber hablar
palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que
oiga como los sabios." (Isaías 50:4)
Como al profeta, el Señor nos ha dado Su Palabra de sabiduría y Su Espíritu
Santo para discernir la necesidad del prójimo. No seremos holgazanes ni
insensibles en esta misión, entregaremos palabras de alivio, consolación y
sabiduría, ya que además nos ha otorgado el don de consejo. Cada mañana Él
despertará el oído de su corazón para que usted escuche sabiamente al que
necesita orientación y apoyo, pero sobre todo un oído atento y misericordioso.
El discípulo de Jesucristo debe ser un buen oidor.
9. TENGA CUIDADO CON LA MENTIRA. "el
prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el
hablar calumnia y rebelión, concebir
y proferir de corazón palabras de mentira." (Isaías 59:13) Desobedecer y mentir contra Dios es tan grave como
inventar calumnias contra otras personas, rebelarse contra las autoridades
establecidas e inventar y decir mentiras. La lengua mentirosa es aborrecida por
Dios. Muchas veces en la vida diaria nos vemos tentados a mentir; a veces la
vida de una persona es una mentira (jueces corruptos, esposos y esposas
adúlteras, religiosos falsos); en la administración del dinero de una empresa,
oficina u organización se miente, contadores que tapan la deshonestidad de sus
jefes; se miente en pruebas y exámenes, los “torpedos” y el “soplar” no son
conductas de veracidad; hay algo que es más parecido al robo que a la mentira,
hacer pasar escritos o ideas como si fueran nuestras. Todo esto es putrefacto
para el Señor y Él lo rechaza absolutamente.
10. NO PROMETA EN VANO. "Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que
es más de esto, de mal procede." (San
Mateo 5:37) Con la boca hacemos muchas promesas: de ayudar a otro, de
devolver un objeto o dinero, de amar para siempre, de ir y volver, de cumplir
un compromiso, etc. Prometemos sin saber si cumpliremos o no; la mayoría de las
veces pensamos que podremos cumplir. Estamos llenos de buenas intenciones pero
no nos conocemos a nosotros mismos. Este asunto es crucial para ejercer este
consejo de Jesús. La forma de aprender a ser veraces es obligarnos a cumplir
las promesas aunque nos duela. Cuando hemos prometido o jurado, y en el camino
vemos que somos incapaces de hacerlo, el discípulo se esforzará por dar
satisfacción a su palabra. Este sinsabor le hará pensarlo mejor en el futuro
cuando se vea entusiasmado a prometer. Nuestro hablar debe ser sí o no, nunca
ambiguo. Al tibio el Señor no lo quiere en Su Reino.
11. QUE SU CORAZÓN SEA ABUNDANTE DE DIOS.
"¡¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón
habla la boca." (San Mateo 12:34)
La conversación nos refleja, el hablar transparenta lo que hay en el interior
de la persona. Palabras profundas revelan un alma profunda; comentarios
superficiales muestran a alguien vano; chistes y comentarios de doble sentido
retratan a quien tiene una insatisfacción sexual o bien su pensamiento está
siempre puesto en ello; así podremos identificar el corazón soñador o
fantasioso, el racional, el melancólico, etc. De la abundancia de lo que hay en
nuestra mente, parlotea la lengua. Si abundamos en frustraciones, nostalgias,
alegrías, éxitos, anhelos, etc. todo eso transmitiremos a través de la palabra.
Si es el meditar en Dios y Su Palabra, naturalmente lo dejaremos ver en el
hablar.
12. QUE SU HABLAR CONDUZCA HACIA JESUCRISTO. "Le
oyeron hablar los dos discípulos, y
siguieron a Jesús." (San Juan 1:37)
La forma de hablar de Jesús reflejaba quien era Él; había una absoluta
transparencia de su Persona interior en su hablar, no sólo en el modo sino
también en el contenido de lo que decía. Tan impactante y convincente era su
hablar, acompañado de su actuación, que estos sencillos pescadores, como un
recaudador de impuestos, un revolucionario, varias mujeres de pueblo y varios
personajes importantes de los judíos, le siguieron. Nuestro hablar, unido al
sentir, al creer y al hacer, mueven a la gente a seguir a Jesús.
13. HABLE GUIADO POR EL ESPÍRITU SANTO. "Porque yo
no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio
mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar." (San Juan
12:49) Todo lo que hablaba, aseguraba Jesús, no eran ideas propias sino lo
que el Padre Dios le inspiraba. Si el Maestro actuó según esa norma ¡cuánto más
sus discípulos! Los que somos tan dados a inventar explicaciones, crear teorías
acerca del mundo y las cosas que en él suceden, siempre prontos a desarrollar
nuestras propias cosmologías y cosmogonías, discutir asuntos que no sabemos ni
entendemos, necesitamos ser más humildes y sencillamente permitir que el
Espíritu Santo inspire nuestro hablar. En la Biblia tenemos la revelación de Dios, la Iglesia a través de los
siglos ha interpretado la doctrina, los apóstoles de Jesús dejaron sus
epístolas para mayor claridad del Evangelio ¿qué más podemos pedir? No vayamos
más allá de las palabras, no quitemos ni agreguemos, practiquemos el sencillo
mandamiento del Señor en Su Palabra y hablaremos guiados por Él.
14. CUANDO HABLE DE DIOS, CONFIE EN SU RESPALDO
SOBRENATURAL. "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen." (Hechos
2:4) El día de Pentecostés, cuando los apóstoles y sus familias estaban
reunidos en el aposento alto en Jerusalén y cuando muchos judíos venidos de
distintos puntos del mundo de esa época se encontraban en la ciudad santa para
celebrar la fiesta de Pentecostés, 50 días después de la Pascua ; sucedió algo de
gran impacto: se sintió como un fuerte viento en el aposento y algo parecido a
lenguas de fuego se posó sobre cada uno, en tanto hablaban de las maravillas y
hechos poderosos de Dios en distintos idiomas, de modo que cada cual entendía
lo que decían pues lo escuchaba en su propia lengua. Este fenómeno sobrenatural
implicó el sentido de la vista pues “vieron” a los que estaban orando
inflamarse en fe y adoración; el sentido de la “audición” ya que escucharon el
estruendo, el viento y las profecías de los apóstoles; el sentido del “tacto”
ya que sintieron en la piel ese viento recio. Fue algo sensorial y también
intelectual, puesto que se produjo la traducción simultanea del mensaje de
Dios, sin mediar tecnología alguna. El propósito de Dios fue llenar a los Doce
de su Espíritu Santo, aún cuando ya había soplado sobre ellos el Espíritu, y
comunicar al público que ese grupo escogido de hombres y mujeres, entre los
cuales también estaba María la madre de Jesús, tenían un mensaje muy importante
que decir. Lo sobrenatural lo hace Dios, lo natural nosotros. Los cristianos
hablamos, pero si no contamos con el respaldo sobrenatural nada comunicaremos.
Piense, siempre que usted anuncie el mensaje de Dios, que Él le respaldará.
Confíe en la acción milagrosa del Espíritu Santo.
15. EN SU HABLAR CON DIOS PREFIERA SU PROPIO IDIOMA.
"pero en la iglesia prefiero hablar
cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil
palabras en lengua desconocida." (1
Corintios 14:19) Siempre ha habido en la Iglesia personas que “hablan en lenguas”. No me
refiero a quienes saben otro idioma o tienen facilidad para aprender lenguas
extranjeras, sino que a aquellos hermanos que el Espíritu Santo les otorga el
don de lenguas. Estas lenguas pueden ser: a) lenguas de otros países; b)
lenguas de ángeles; c) lenguas de seres que desconocemos; d) una lengua
personal propia del espíritu; o d) glosolalia, desorden del lenguaje. Como sea,
el Apóstol aconseja que con el propósito que no se produzca desorden, debe
haber un traductor, es decir alguien que tenga el “don de interpretación de
lenguas”. Si no lo hay, debe callar. Hacer uso de estos dones requiere de gran
humildad y sujeción a la autoridad; a veces la vanidad y el afán de dar un
“mensaje” personal, mueve a las personas a autoengañarse y engañar. Para esto existe
el “don de discernimiento de espíritus”. Cuando alguien habla en otras lenguas,
el contenido de su hablar puede ser: a) alabanza y adoración a Dios; b) una
petición personal al Señor, una culpa, una dificultad; c) gratitud hacia el
Creador y Salvador por sus beneficios; d) una revelación o profecía para la
iglesia. A pesar de que es costumbre en muchas iglesias, no es necesario que el
Señor de el mensaje profético en otro idioma. El don de profecía no necesita
valerse del don de lenguas para manifestarse. La persona que profetiza siente
en su mente el mensaje de Dios con gran convicción y lo que hace es
sencillamente transmitirlo. ¿Qué nos enseña todo esto, además de lo específico
sobre el funcionamiento de los dones carismáticos en la comunidad cristiana?
Que siempre debe reinar la cordura y no el desorden ni la excesiva subjetividad
o emocionalidad en la Iglesia ;
que siempre será mejor una palabra inteligible a un lenguaje que nos cuesta
entender. Estas expresiones apuntan a nuestras emociones, a demostrarnos la
presencia del Señor en medio de nuestras reuniones, pero para el que es maduro
en la fe, no es preciso ver para creer.
16. NO COMENTE LO QUE HACEN LAS TINIEBLAS. "porque
vergonzoso es aun hablar de lo que
ellos hacen en secreto." (Efesios
5:12) Nuestra costumbre casi siempre es comentar todo lo que sucede en el
mundo de la farándula, la crónica roja, el escándalo y corrupción política o
las “novedades” del barrio. En forma morbosa nos inmiscuimos en lo que el reino
de tinieblas hace. Ya lo hemos dicho, esto no es edificante, no contribuye a
nada; por el contrario, corrompe, altera, desintegra, ensucia, destruye las
convicciones, la buena conciencia, la fe, el amor, la paz. Otra vez les digo:
cambien de tema, desvíen el tema de la conversación hacia todo lo que es de
buen nombre.
17. CONSIDERE QUE SU HABLAR PUEDE CONVERTIR.
"Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado
de su conducta, e imitad su fe." (Hebreos
13:7) Guardo un grato recuerdo de aquellos siervos de Dios que me hablaron
de Él por primera vez. En mi memoria está su gran fe, su sencillez, esa pasión
por Cristo y por las vidas, su modo de exponer la Verdad , su alegría en el
ministerio. A ellos debo lo que soy; el Señor los usó para formarme como
cristiano, discípulo y pastor; sin su hablar y su excelente conducta, la cual
he imitado, no sería lo que soy. Piense usted que cuando está hablando en el
bus, en la calle, en la casa, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia y en
todo lugar; quizás halla personas que puedan conocer a Jesús por sus palabras y
actos, hermanos que están dando sus primeros pasos en la fe o cristianos en
dificultad que requieren de palabras inspiradas en Dios. Su conversación puede
tener resultados importantísimos en otras personas. Cuídela.
18. SEA TARDO PARA HABLAR Y PRONTO PARA ESCUCHAR.
"Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo
para hablar, tardo para
airarse;" (Santiago 1:19) Por
lo general estamos más dispuestos a contar nuestras cosas, comentar
inquietudes, preguntar opiniones, exponer nuestras teorías de la vida, dar a
conocer posturas políticas, religiosas, etc., que a escuchar a otros. En
algunos casos esto llega al extremo de ser un parlanchín, ese que gusta de dar
cátedra, sermonear, imponer opiniones, con una vanidad a toda prueba. Al
contrario, la Escritura
aconseja ser “pronto para oír” o sea estar con una mayor disposición a escuchar
que a hablar. Esto significa hacer un esfuerzo por dejar de fluir toda esa
verborrea que tenemos, para dar paso al más pasivo de los sentidos: la
audición. Oír al otro, pero no como quien escucha llover, sino que con toda
atención, interés, apertura, sin prejuicios, poniéndome en lugar de él y sobre
todo, preguntando al Señor ¿qué hay en esta persona? ¿qué palabra o reacción de
mi parte necesita ella? La actitud cristiana de ser un buen oyente de mi
prójimo, requiere tardanza en el hablar. El que se apresura a opinar,
aconsejar, decir, juzgar, etc. tiene grandes posibilidades de errar y no ayudar
al otro, sino alejarlo. Un buen discípulo cultiva la actitud correcta.
Éstos no son todos los textos que nos muestran como Dios espera
que sea nuestro hablar; son sólo algunos pero nos pueden servir de pauta para
alcanzar sabiduría en este importante y determinante ejercicio humano. Cuántos
problemas evitaríamos, a cuántos hermanos y prójimos salvaríamos, cuánto se
desarrollaría la Iglesia ,
si utilizáramos mejor este recurso humano, digo Divino, que es la Lengua ¿Acaso nuestro
Salvador no es el Verbo de Dios y vive en nosotros?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario