CAPACIDADES HUMANAS, DONES DIVINOS
IX PARTE
Pastor Iván
Tapia
Lectura bíblica: Proverbios 11:30.
Propósitos de la lección: Comprender y desarrollar la “reproducción espiritual” como una función discipular por medio de la cual el Cuerpo de Cristo se expande.; conocer y aplicar en la evangelización el Libro sin Palabras; comprender las cinco verdades del Evangelio e internalizar el concepto de salvación por la sola gracia y la sola fe.
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emos visto las diversas capacidades que
poseemos los humanos, algunas de las cuales también los animales comparten en
diverso grado, las capacidades de: creer, sentir, pensar, hablar, actuar o
hacer, juzgar, aprender, enseñar. Ahora analizaremos aquella que todo ser vivo
posee, la de reproducirse o multiplicarse. No veremos el aspecto biológico, que
es conocido por todos, sino su manifestación espiritual.
I.
REPRODUCCIÓN ESPIRITUAL.
Cuando viene Jesucristo a la tierra, el
énfasis de la multiplicación se traslada al plano espiritual. Él predica a las
multitudes, hace discípulos en número de setenta y capacita a doce para el
apostolado. Desde un comienzo el Evangelio enseña que el hombre de Dios debe
dar fruto, lo cual se refiere a adquirir virtudes cristianas, hacer buenas
obras y multiplicarse (San Mateo 7:17-20).
En el cenáculo el Señor da una de sus más importantes lecciones: el árbol que
no da frutos será cortado (San Juan 15:2).
Dar fruto es una señal del verdadero discípulo y la mejor forma de honrar a
Dios (San Juan 15:8).
Como en el plano biológico una persona
se desarrolla a través de un largo proceso hasta llegar a ser reproductiva y
formar una familia, así en el plano espiritual se da similar fenómeno. De aquí
derivan los conceptos de multiplicación espiritual, hijos espirituales, niveles
de desarrollo espiritual, formación de cenáculos o células y otras ideas afines.
Si los cristianos no nos preocupamos de nuestro crecimiento y reproducción
espiritual en nuevos discípulos, no estaremos cumpliendo el cometido dado por
Jesús, nuestro Maestro y Señor. Nada hay más bello que tener hijos
espirituales; en ello estamos gozando la misma alegría del Señor por un alma
que se convierte. En la vida espiritual hay etapas, marcadas no solamente por
la madurez y coherencia del discípulo, sino también por su crecimiento
reproductivo: aprendices, fieles, responsables, obreros y ministros. Como Jesús
formó a los doce en el cenáculo, nosotros le imitamos formando cenáculos para
el desarrollo de discípulos maduros.
Cuando Jesús murió y resucitó se
produjo un milagro reproductivo jamás visto. Lo normal en el plano biológico es
que de una madre salga un nuevo ser o una camada de no más de doce; en los
insectos y otros invertebrados se da una reproducción mayor. Pero el Hijo de
Dios no se multiplicó sólo en los doce apóstoles sino en millones de millones
de cristianos. El Hijo de Dios (San Juan
1:18) eterno llegó a ser el Primogénito de toda creación (Colosenses 1:15) y Espíritu vivificante
(1 Corintios 15:45) de todo aquel
que en Él crea. Jesucristo se reproduce desde que murió hasta su regreso a la
tierra, cada día en millones de almas convertidas a Él.
El día de Pentecostés que relata San
Lucas en su segundo libro, es una explosión reproductiva, la cual nos debe
animar a imitar. Como Jesús es modelo individual para cada cristiano, la
iglesia apostólica debe ser modelo para toda comunidad cristiana (Hechos 2:41; 4:4).
Es necesario que no olvidemos las
últimas órdenes dadas por Jesús en el Evangelio con respecto a este asunto.
Estudiemos, entonces algunos textos.
“Pero los once discípulos se fueron a
Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado./ Y cuando le vieron, le
adoraron; pero algunos dudaban./ Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda
potestad me es dada en el cielo y en la tierra./ Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; / enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén.” (San Mateo 28:16-20)
Un buen discípulo hace lo que su
maestro le indica. Pero también, muchas veces el discípulo termina por hacer lo
que el maestro le ha vaticinado. Y no es que el maestro o tutor tenga alguna
misteriosa capacidad de clarividencia, sino que su madurez, experiencia y
desarrollo espiritual, como su conocimiento de las personas le permiten prever
el camino que tomarán sus seguidores. Es lo que suele sucedernos a padres y
madres con nuestros hijos; ellos actúan de cierta forma, toman caminos y
decisiones cuyo desenlace podemos conocer con anticipación. Jesús sabía que los
apóstoles le seguirían después de resucitado, que serían impactados por esa
segunda parte de su ministerio, que es el que ejerció como Maestro resucitado.
Ellos habían recibido su enseñanza compartiendo con él como un hombre de carne
y hueso, ahora tendrían que aprender a creer en Él como un hombre con cuerpo
glorificado, a quien podían ver sólo a veces, similar al modo en que hoy
nosotros nos relacionamos con Jesús. Los once se fueron a Galilea, al monte
donde Jesús les había ordenado, tal como nosotros nos reunimos con Él en la
oración personal y comunitaria. Le buscamos con devoción y nos sentimos
elevados a su presencia como en aquel monte.
Cuando los discípulos vieron a su
Maestro, le adoraron. Sin embargo todavía algunos dudaban. Donde hay fe nunca
faltará la duda, es propia del ser humano; la duda contrasta con la fe y la
subraya. Podemos darnos cuenta que tenemos fe, cuando nos rodean los
incrédulos; detectamos fe en una persona cuando la comparamos con las evidencias
lógicas de la duda. La fe se apoya en lo invisible y está por sobre la razón
humana. Era necesario que hubiera duda en algunos para que fuese resaltada la
fe de los maduros.
El Maestro se acercó a ellos y ahora se
presentó como el Señor, diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra” Dios había constituido al Hijo como Primogénito de toda la creación,
otorgándole toda autoridad sobre ella; le había puesto como Cabeza de la Iglesia que habría de
nacer en Pentecostés. Ahora nosotros, sus discípulos, nos dirigimos al Maestro
Jesús, como a nuestro Señor. Él es mi Rey, mi Amo, el Dueño de mi vida.
Con esa autoridad que él ha declarado,
envía a los apóstoles: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” Esta orden se hace
extensiva a toda la Iglesia
en todos los tiempos, toda vez que el afirma: “y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo”. Lo suyo es una orden “id”, “vayan”; no
es una súplica o sólo un deseo expresado por el Maestro. Es más que una buena
enseñanza, es un mandato que todo discípulo de Él debe poner en práctica. No es
cosa voluntaria, no es una opción, sino un mandamiento basado en el gran amor
que Dios tiene por los perdidos y en su voluntad de salvar al mundo.
Comisión es cometido, encargo, misión.
Nuestra comisión como hijos de Dios es amar y honrar a nuestro Padre. Nuestra
comisión como cristianos es ser como el Modelo, nuestro Maestro, pequeños
Cristos, imitadores de Él. Nuestra comisión como discípulos es multiplicarnos
en nuevos discípulos, bautizándoles en nombre de la Trinidad y enseñándoles
todo lo que Jesús nos ha hecho comprender y hacer. Cumplamos, entonces, tal
comisión.
EL
LEGADO DE JESUCRISTO.
“Finalmente se apareció a los once
mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y
dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto
resucitado./ Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura./ El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere,
será condenado./ Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;/ tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán” (San Marcos 16:14-18).
Solemos comentar con un dejo de crítica
a los incrédulos discípulos que no tomaron en serio a María cuando ésta les
contó que había presenciado al Maestro resucitado. Quizás nosotros también
procederíamos así si un hermano nos dijera que ha visto con sus propios ojos al
Señor. Pensaríamos que está medio loco, que se ha vuelto un fanático o se está
riendo de nosotros. No es sencillo ni tan simple hablar de resurrección. La
resurrección de Jesucristo es el acto más extraordinario acaecido en este mundo
a través de toda la historia. Lázaro, su amigo, resucitó pero lo hizo a la
misma forma de cuerpo que tenía antes de morir y a los años tiene que haber
fallecido. Sin embargo nuestro Señor resucitó para eternidad y con un cuerpo
glorificado, con un cuerpo con una biología especial, capaz de aparecer y
desaparecer, capaz de atravesar paredes, ascender y descender desafiando a la
fuerza de gravedad, y además con la capacidad de comer y hablar como nosotros.
Otra capacidad extraordinaria de ese cuerpo fue la de soplar y así insuflar el
Espíritu Santo a sus apóstoles.
Dice el texto que “Finalmente se
apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su
incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían
visto resucitado./ Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura.” Las palabras que transcribe San Marcos no precisan el hacer
discípulos sino que ir y predicar, es decir anunciar la buena nueva a todo el
mundo. Toda misión en ultramar se basa en este mandato de Jesucristo. Es deber
de toda comunidad cristiana proyectarse más allá de sus fronteras para llevar
el mensaje de salvación. La evangelización comienza en la persona evangelizada
que transmite ese mensaje a su familia, a sus vecinos, amigos y compañeros de
trabajo y estudio; luego a la ciudad entera; después la comunidad local se
proyecta a nivel nacional y finalmente internacional, traspasando las barreras
de la cultura y el idioma. “Toda criatura” se refiere a los seres humanos, por
cierto.
A continuación viene un pasaje que
suele mal interpretado: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el
que no creyere, será condenado.” La clave hermeneútica nos la entrega la
segunda parte del versículo, cuando dice “mas el que no creyere, será
condenado”. Si bien es cierto el bautismo es una orden del Señor, puesto que
“es necesario que sea cumplida toda justicia”, Él mismo se bautiza y es señal
de nuestro cambio de estado cuando pasamos de tinieblas a luz, no es condición
de salvación. Sólo la fe es requisito de salvación, de lo contrario sería por
obras. El bautismo es muy importante y necesario en la vida cristiana normal,
pero su ausencia no debe ser motivo de condenación.
“Y estas señales seguirán a los que
creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;/ tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” Cuando una vida es transformada por
Cristo, huye todo demonio de ella. Todos hemos experimentado esto, como salió
de nosotros y de nuestros hermanos toda envidia, mentira, lujuria, codicia y
otros tantos males. Un nuevo idioma comenzó a pronunciar nuestra boca, ya no el
de las maldiciones y murmuraciones, ya no aquella lengua soez y pesimista, sino
el idioma del amor, del perdón y la gratitud. Ahora podemos estar con personas
y grupos que son como serpientes y no dañarnos porque tenemos la armadura que
nos brinda el Señor. Oramos por los enfermos del cuerpo, del alma y del
espíritu y éstos sanan por el poder del Espíritu Santo que nos asiste. Son las
señales espirituales y concretas que siguen a todo cristiano. ¿No es
maravilloso el poder de Jesucristo y su legado?
EL
CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS.
“ Y les dijo: Estas son las palabras
que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo
lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los
salmos./ Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las
Escrituras;/ y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;/ y que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén./ Y vosotros sois testigos de estas cosas./ He aquí,
yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (San Lucas 24:44-49)
Jesús resucitado le recordó a sus
discípulos cuanto Él les había hablado antes de morir en la cruz, durante su
discipulado; que era necesario que se cumpliese todo lo que estaba escrito de
Él en el Tanaj (los 24 libros de la
Biblia hebrea): la
Torah (los 5 libros de la ley de Moisés), los Nevi’im (los
profetas) y los Ketuvim (los escritos o escrituras, que se inician con los
salmos). Entonces les explicó las Escrituras con toda claridad, para que las
comprendiesen. ¡Qué extraordinaria experiencia tuvieron los apóstoles cuando el
mismo Jesucristo, en persona, les explicó estas cosas! Nada tenemos que
envidiar de ellos, ya que a nosotros el mismo Dios en su Santo Espíritu nos da
a conocer estas verdades. Él les descubrió los pasajes del Antiguo Testamento
donde se anuncia que:
a) El Cristo padecerá:
·
“No gritará,
ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni
apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia" (Isaías 42:2-3).
·
"Angustiado
él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isaías 53:7).
·
“Dí mi cuerpo
á los heridores, y mis mejillas á los que me mesaban el cabello: no escondí mi
rostro de las injurias y esputos" (Isaías
50:6).
·
"Mas él
herido fué por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de
nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).
·
“Por tanto yo
le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto
derramó su vida hasta la muerte, y fué contado con los perversos, habiendo él
llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores" (Isaías 53:12).
·
"Todos
los que me ven, escarnecen de mí; Estiran los labios, menean la cabeza,
diciendo: Remítese á Jehová, líbrelo; Sálvele, puesto que en él se
complacía" (Salmos 22:7-8)
b) El Cristo resucitará de los muertos
al tercer día:
·
“Porque no
dejarás mi alma en el sepulcro; Ni permitirás que tu santo vea corrupción"
(Salmos 16:10).
·
"Oh
Jehová, hiciste subir mi alma del sepulcro; Dísteme vida, para que no
descendiese á la sepultura" (Salmos
30:3).
·
"Empero
Dios redimirá mi vida del poder de la sepultura, Cuando me tomará
(Selah.)" (Salmos 49:15).
·
"No
moriré, sino que viviré, Y contaré las obras de JAH". (Salmos 118:17)
c) Se predicará en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén:
·
“Y acontecerá
en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón á los
pueblos, será buscada de las gentes; y su holganza será gloria" (Isaías 11:10).
·
"Fui
buscado de los que no preguntaban por mí; fuí hallado de los que no me
buscaban. Dije á gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí" (Isaías 65:1).
Les dijo el Señor: “ustedes son
testigos de esto”. Como ellos fueron testigos de la vida, muerte y resurrección
de Jesús, nosotros somos testigos de la maravillosa obra de salvación, sanidad,
renovación y transformación que Él hace en las vidas. Ser testigos no sólo
implica ver y experimentar un hecho, sino dar cuenta, “testificar” públicamente
de ello. Eso es dar testimonio. Los primeros mártires cristianos fueron
llamados “testigos”. Mártir es una palabra derivada del griego martys, que significa
"testigo" y es, en general, la persona muerta en la defensa de alguna
causa, con lo que da "testimonio" de su fe en ella.
Después se refiere a la promesa del
Padre, declarada por los profetas Isaías y Joel:
·
“Porque yo
derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida: mi espíritu
derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos" (Isaías 44:3).
·
"Y será
que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros
mancebos verán visiones" (Joel 2:28).
Les ordena quedarse en la ciudad de
Jerusalén, hasta que sean investidos del poder del Espíritu Santo. Los
cristianos hoy por hoy disfrutamos de esta bendición, ya que hace más de veinte
siglos, en Jerusalén, la
Iglesia fue investida del poder sobrenatural de Dios el día
de Pentecostés. Desde esa fecha, cada cristiano al convertirse recibe el
Espíritu Santo que lo capacita para vivir una vida renovada.
JESÚS
SE APARECE A LOS DISCÍPULOS
“Cuando llegó la noche de aquel mismo
día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde
los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto
en medio, les dijo: Paz a vosotros./ Y cuando les hubo dicho esto, les mostró
las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor./
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así
también yo os envío./ Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo./ A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a
quienes se los retuviereis, les son retenidos” (San Juan 20:19-23).
“y reposó el día séptimo de toda la
obra que hizo” dice acerca del Creador, el libro de Génesis. Continúa: “Y
bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó” Fiel a este texto, el pueblo
hebreo dedica el sábado al Señor Jehová. Por tanto el primer día de la semana
es el domingo. Dice el fragmento que hoy nos ocupa que, llegada la noche del
primer día de la semana, estaban las puertas cerradas en el lugar donde los
discípulos se reunían por miedo de los judíos. Entonces apareció el Maestro en
medio de la sala y les dijo: Shalom, “Paz a vosotros.”
Shalom significa en hebreo: paz, integridad, calma, tranquilidad, un
saludo, bienestar. Si buscamos en las fuentes de la tradición judía, sabremos
que es uno de los apodos secundarios para Dios, ya que el principio de toda paz
está en Él.
Al pronunciar estas palabras, Jesús
estaba transmitiendo algo más que un saludo frecuente en su pueblo. Él estaba
anunciando a los apóstoles su paz, esa que viene de parte de Dios. Ya consumado
el sacrificio expiatorio de Jesucristo en la cruz, ellos -y nosotros por
extensión- podían sentirse perdonados, en paz y reconciliados con el Padre. No
hay mayor peso en la conciencia que la culpa por el pecado. Muchos dolores del
alma, cargas psicológicas, problemas emocionales y hasta síntomas físicos, son
producto de una conciencia no perdonada. El Médico Divino sabe de nuestra
necesidad de perdón; por eso sus primeras palabras al encontrarse con sus
discípulos, después de resucitado, fueron “Paz a vosotros”
Seguidamente el Maestro procedió a
mostrarle a sus amigos la evidencia de su sacrificio, las manos y el costado.
No dice el evangelista si fueron los apóstoles quienes, por curiosidad, duda o
compasión, pidieron ver sus cicatrices. Probablemente fue Jesús mismo quien
decidió hacerlo, conociendo la naturaleza humana. ¿No actuaríamos nosotros de
este modo si alguien regresara de la muerte? La curiosidad humana nos
impulsaría a solicitar de inmediato: Muéstranos
las heridas, si ya sanaste. Nuestra paz se basa en esas heridas, en ese
cuerpo y esa voluntad del Hijo de Dios que fue humillado, lacerado, clavado en
cruz y atravesado por nuestras culpas. Nuestra paz se basa en esas cicatrices
que lleva el cuerpo glorificado que salió de la tumba al tercer día, pues
desafió al diablo y venció a la muerte.
Otra razón que pudo mover al Señor
Jesucristo a mostrar sus llagas pudo ser la identificación, como decir Soy yo, el mismo, vuestro Maestro. Esto
se infiere de la reacción de ellos “Y los discípulos se regocijaron viendo al
Señor” Tanto así que Jesús les saluda
nuevamente: “Paz a vosotros”. ¿Significa esto que el aspecto físico de nuestro
Señor cambió luego de resucitado? Es lo más probable; un cuerpo físico como el
nuestro dista mucho de ser igual al de uno glorificado. El cuerpo de Jesús
resucitado no es comparable al de Lázaro, que volvió a la vida natural. El
cuerpo de carne y hueso, resucitado y glorificado, corresponde a la dimensión
sobrenatural. San Pablo dice: “Se
siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay
cuerpo espiritual” (1 Corintios
15:44). Este nuevo cuerpo está libre de contaminación, enfermedad y
deterioro. “Pero esto digo, hermanos:
que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción
heredará la incorrupción” (1
Corintios 15:50). Por lo tanto su apariencia era distinta, no identificable
a simple vista. Usted y yo también seremos un día “transformados, en un
momento, en un abrir y cerrar de ojos”, gracias a la obra que hizo Jesucristo
en la cruz.
Una tarea Él nos ha dejado. Tal como le
envió el Padre, ahora Él nos envía para que muchas vidas sean liberadas de la
culpa de sus pecados. Para ello nos capacita día a día por medio de su Palabra
y el discipulado, y nos da el poder, la fuerza, la energía de Él, soplando en
nosotros: “Recibid el Espíritu Santo”. “Así
también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer
Adán, espíritu vivificante” (1
Corintios 15:45). Jesucristo en nosotros es el espíritu que nos vivifica e
impulsa a anunciar el Evangelio del Shalom.
El trabajo que el Señor nos ha
encomendado es algo muy serio. Lamentablemente aún hay hermanos en la fe que
toman ésta como algo entretenido o de convivencia social, no dándole el nivel
que tiene nuestra “profesión de fe”. Por vuestra oración y trabajo
evangelizador, a quienes se arrepintieren de sus pecados, les serán perdonados,
mas a quienes no consintieren en ello, serán aún retenidos en su incredulidad y
tinieblas. ¡Qué el Dios de Paz les guarde y bendiga, amados hermanos! ¡Qué Él
os multiplique en virtudes, buenas obras e hijos espirituales!
"No hay paz (shalom) , dijo mi Dios (Elokim), para los impíos!'' (Isaías 57:21)
II.
EL LIBRO SIN PALABRAS.
Existe una forma muy sencilla de
presentar el mensaje de salvación, apto para niños, para personas de poca
educación o de mucha, para artistas y personas imaginativas. Me refiero al
método de evangelización llamado “el libro sin palabras”. Consiste en un
librito muy fácil de confeccionar, cuyas páginas son de un color diferente cada
una y que no contiene palabra alguna. El orden de los colores es el siguiente:
verde, blanco, rojo, negro y amarillo.
Página amarilla.
Mostramos a la persona que queremos
evangelizar la última página del libro y le preguntamos ¿qué ves en esta
página? Es probable que ésta responda “el color amarillo” o bien haga alcances
sobre lo que significa para él o ella ese color. Como sea escúchele, no le
contradiga y luego manifiéstele: “El amarillo representa un lugar, la luz,
donde habita Dios: el cielo, la Ciudad Santa. Allí las calles son de oro y jamás
hay oscuridad. Es un lugar que Él tiene preparado para todos los que le aman.
¿Sabe usted quien es Dios?”
Esta pregunta es clave para producir
una comunicación con el evangelizado. Podrá responderle “No lo sé” o bien decir
sus propios conceptos acerca de Dios. Una vez más no lo contradiga y acepte su
respuesta. Mas, usted debe agregar: “Él es el Creador de todas las cosas. Hizo
el cielo, la tierra, el mar, los árboles. También le hizo a usted y me hizo a
mí. Él le ama y desea llevarle a vivir a ese lugar” En este punto recítele de
memoria el texto de San Juan 3:16.
Ya le ha aclarado que Dios es Creador y
que ama al ser humano. Ahora necesita agregar que Dios es Santo. Dígale al
evangelizado “Él también es Santo. ¿Sabe usted lo que significa ser Santo?”.
Éste es un aspecto que trae mucha confusión a las personas, de modo que será
bueno aclararlo así: “Santo significa que no comete pecados. En ese lugar, la Ciudad Santa , hay una
sola cosa que no podrá entrar: el pecado”
Página negra.
“Este color representa el pecado. ¿Sabe usted qué es el pecado?”
Es posible que la persona evangelizada responda que es todo lo malo, o bien
diga que esto es relativo. Su respuesta, después de escucharle, ha de ser
enérgica: “Pecado es todo lo que desagrada a Dios. En los diez mandamientos
está explicado todo lo que Él espera de nosotros.” Pregunte entonces: “¿Podría
decirme usted algunos ejemplos de pecado?” Cuando la persona le nombre esas
acciones, usted debe responder: “Sí, esas son cosas que a Dios no le agrada que
las personas hagan. La Biblia
nos dice en Romanos 3:23 que ‘todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios’ o sea que no podemos disfrutar de Su gloria,
del cielo y la Ciudad
Santa.
En este momento de decepción para el pecador, es cuando le
recordamos “¿Se acuerda que antes le dije que Dios le ama? Pues bien, por el
gran amor que el Creador tiene por su creación, ha hecho un plan maravilloso
para solucionar este problema y salvarnos”
Página roja.
“Este color representa a
Jesucristo, el Hijo perfecto de Dios, quien murió por nosotros en una cruz y
resucitó al tercer día”. Léale la
Biblia a su evangelizado en 1 Corintios 15:3,4. Explíquele por qué se ha escogido el color rojo
como símbolo de Jesús, “porque es el color de su sangre, la cual Él derramó por
nuestros pecados. Esa sangre tiene poder para limpiarnos de todo lo malo que
hemos hecho. Jesús tomó nuestro lugar, recibió el castigo que nosotros
merecíamos y murió en la cruz. Pero al tercer día resucitó, volvió a vivir...”
Aquí viene la frase unión con el próximo color: “...y por ese
sacrificio que Jesús hizo podemos ser limpios de nuestros pecados”.
Página blanca.
“Esta página representa un corazón limpio de pecados. Toda persona
que pida a Jesús que limpie sus pecados y que le perdone, Él lo hace. Leamos Apocalipsis 3:20.”
Este es el momento más importante de la evangelización, cuándo se
pregunta al evangelizado: “¿Le gustaría decirle al Señor que perdone sus
pecados?” La respuesta de la persona puede ser de duda, negativa o positiva. Si
es de duda anímelo usted diciéndole que Dios está dispuesto a perdonarle y
recibirle. Si es una respuesta negativa, pregúntele “¿Por qué no desea
hacerlo?” Tal vez haya razones distintas a una actitud propiamente de rebeldía
o incredulidad, y que usted podrá resolver con su conocimiento de Dios y de la Palabra. Si la
respuesta es positiva, invítelo así: “Digámoslo a Él. ¿Sabe orar?”
Usted puede ayudarlo diciéndole: “Cierre sus ojos y repita
conmigo: Señor Jesús, te pido que
perdones mis pecados, que entres en mi corazón y me hagas tu hijo” Luego que la
persona ha repetido esta sencilla oración u otra similar, confírmele que Dios
le ha escuchado y le ha perdonado en cuanto él lo pidió en oración. Muéstrele
el texto de San Juan 1:12.
“Ahora que usted es hijo de Dios, Él quiere que le conozca mejor y
crezca espiritualmente”
Página verde.
“Representa las cosas que crecen, como son los árboles, el pasto,
las plantas. ¿Por qué cree usted que crecen? ...Porque tienen vida. El que
recibe a Jesús como Salvador recibe vida espiritual sobrenatural de Dios, su
Espíritu Santo y así como los árboles crecen por la alimentación que reciben de
la tierra, el cristiano necesita nutrirse y crecer. Leamos 2 Pedro 3:18.”
“Para que usted pueda crecer en la gracia y el conocimiento de
Dios debe hacer cinco cosas: 1) Orar, hablar con Dios diariamente; 2) Leer la Biblia , en su casa todos
los días, estudiarla, memorizarla, practicarla; c) Testificar, hablarle a sus
familiares, compañeros y vecinos, acerca de Jesús; d) Congregarse, asistir a
una comunidad cristiana; y e) Discipularse, tener como tutor un hermano
cristiano maduro que le guíe en su vida cristiana”
“Si usted hace estas cinco cosas crecerá y llegará a ser un buen
discípulo de Jesucristo. Y si alguna vez volviera a cometer una falta, lo que
debe hacer es confesarle a Dios aquello malo que hizo y Él le perdonará (1 Juan 1:9; 2:1).
“Ahora yo oraré por usted y usted sólo escuchará” Haga una oración
pidiendo al Señor que bendiga y guarde a este nuevo convertido. Al término de
la oración usted debe recibirlo como a un hermano en Cristo y abrazarle en el
nombre del Señor. Finalmente invítelo a participar en su comunidad y preséntelo
como un nuevo cristiano y que sea acogido con amor.
RESUMEN
DEL MÉTODO “EL LIBRO SIN PALABRAS”
Existe una forma muy sencilla de
presentar el mensaje
“el libro sin palabras” un librito muy
fácil de confeccionar
Página amarilla: la Ciudad Santa.
Dios nos ama.
1) Amor de Dios; 2) Creador; 3) Santo,
4) Nos prepara un lugar
(Apocalipsis
21:21,23; San Juan 3:16)
Frase unión: Hay una cosa que no
entrará en el cielo.
Página negra: El pecado.
Somos pecadores
1) Definición; 2) Ejemplos; 3)
Separación de Dios
(Romanos
3:23)
Frase unión: Dios tiene un plan para
que no seamos castigados.
Página roja: La sangre de Jesucristo.
Jesucristo es el único medio de
salvación.
1) Es perfecto; 2) Tomó nuestro
castigo; 3) Derramó su sangre; 4) Resucitó
(1
Timoteo 2:5; 1 Corintios 15:3,4)
Frase unión: Gracias a su sacrificio
obtenemos el perdón.
Página blanca: El corazón limpio.
Necesito recibir a Jesucristo.
1) Invitación; 2) Recibe a Jesús como
Salvador; 3) Ahora eres hijo de Dios.
(Apocalipsis
3:20; Hechos 16:31; San Juan 1:12)
Frase unión: Ya salvos Él quiere que le
conozcamos mejor.
Página verde: El crecimiento
espiritual.
Soy salvo y ahora debo crecer.
1) Necesitas aprender más de Dios; 2)
¿Cómo puedes crecer? a) Orando, b) Leyendo la Biblia , c) Congregándote, d) Discipulado
(2
Pedro 3:18; 1 Juan 1:9)
III.
LAS CINCO VERDADES DEL EVANGELIO.
Hay cinco verdades bíblicas que todo
evangelizador debe conocer, comprender, valorar y hasta memorizar. Los
versículos bíblicos que respaldan estas verdades son numerosos, pero en esta
oportunidad citaremos sólo uno para cada una, de tal modo que usted pueda
conocer el más explícito y darse a la tarea de indagar en su Biblia los demás
afines. Vamos, entonces, a conocer las cinco verdades del evangelizador.
1.
DIOS NOS AMA.
(San
Juan 3:16)
a)
Dios creó al hombre a imagen y semejanza de Dios. Esto significa que los seres humanos tenemos varios atributos de
Dios: no actuamos en forma automática o por una simple programación
biogenética, sino que nos mueven las motivaciones (corazón); juzgamos nuestras
propias actuaciones y las del prójimo de acuerdo a unas leyes universales de
amor (conciencia); somos capaces de pensar, aprender, indagar, etc. sobre la
realidad en que actuamos y nos mueve a ello una permanente curiosidad (mente);
tomamos decisiones personales y somos capaces de cumplirlas (voluntad) y somos
seres trascendentes en que no sólo tenemos un cuerpo y una psiquis, sino
también una parte que se conecta con lo Absoluto más allá de la vida terrestre
(espíritu). Pero todos estos atributos son limitados, por ello no se dice que
somos iguales a Dios sino semejantes o parecidos.
b)
Dios bendijo al hombre y le ordenó fructificar y multiplicarse. Sobre el ser humano está la bendición del Señor. La raza humana
se sigue extendiendo y ha cubierto el planeta, con su inventiva, tecnología,
modos de vida y arquitectura, arte y ciencia. Ninguna otra especie es tan
creativa como la humana. Esto es así porque Dios la bendijo.
c)
Dios entregó el dominio al hombre sobre los peces, aves y bestias. Tenemos autoridad sobre los animales; podemos amaestrarlos,
domesticarlos, criarlos, alimentarnos de ellos, hacer uso de sus capacidades,
etc. pero todo eso dentro de un equilibrio y respeto por la creación de Dios.
¿Cómo se ha portado el ser humano al respecto?
d)
Dios le procuró alimento al hombre.
A nuestros primeros padres, Adán y Eva, Dios les dio como alimento todo tipo de
plantas que dan semilla y todo árbol que de fruto con semilla; sin embargo,
después del diluvio, admitió a Noé y su descendencia alimentarse de animales
sin su sangre. Siempre Dios ha estado preocupado de la alimentación y
supervivencia de la especie humana.
2.
SOMOS PECADORES.
(Romanos
3:23)
a)
El hombre fue creado en santidad y pureza, como una obra perfecta
de Dios. El Creador no hace las cosas
imperfectas, puesto que Él es perfecto. La obra siempre manifiesta la huella de
su creador. De tal modo que Adán era un
ser en desarrollo, perfectible y capaz de llegar a ser sabio, inteligente,
prudente, fuerte, con conocimiento de Dios, temeroso de Él y justo; mas Dios le
hizo libre e inocente. Su libertad le permitía tomar el camino que él quisiera;
la intención de Dios fue crear un ser que le sirviera libremente. Adán era tan
inocente como un niño y allí estaba su debilidad; el Señor quiso crear un ser
capaz de tener fortaleza, convicción y una firme voluntad de servirle y amarle.
b)
Satanás tentó a Adán a codiciar el árbol y comer del fruto
prohibido, desobedeciendo el mandato de Dios.
Siempre que se nos prohibe algo, cuestionamos ese mandato. Hay un espíritu
libertario en cada ser humano y la capacidad de pensar y cuestionar, que el
mismo Señor nos ha dado. Satanás conoce este aspecto de nosotros y siempre nos
tienta a cuestionar y desobedecer los mandamientos de Dios. El Señor no prohibe
indagar acerca de la naturaleza y las razones de sus mandamientos, puesto que
nos ha dado intelecto para descubrirlas; pero sí nos advierte de las
consecuencias que tiene el desobedecer esas leyes universales. Esa
desobediencia e incredulidad se llama “pecado”.
c)
Entró el pecado al corazón del hombre y se produjo una separación
entre éste y Dios. El pecado se puede definir de varias
formas: incumplimiento de la Ley
de Dios; hacer lo que el “yo” quiere; separación de Dios. La incredulidad de
Adán hacia el mandamiento de Dios más el orgullo de pensar que podría igualarse
a su Creador, produjeron la desobediencia, la culpa y la separación espiritual
del hombre con Dios.
d)
Adán y Eva fueron arrojados del huerto y de la presencia de Dios. El pecado nos separa y aleja de la santidad del Señor. La
santidad es la manera de ser de Dios, es la ausencia de pecado. En el Edén
teníamos comunión con el Creador, estábamos en santidad y vivíamos bajo su
gobierno, es decir en el Reino de Dios. Al producirse la rebelión, la humanidad
perdió su comunión con Él, entró el pecado en el mundo y pasó a estar bajo el
reino de las tinieblas, cuyo amo es Satanás.
3.
JESÚS MURIÓ Y RESUCITÓ POR NOSOTROS.
(1
Corintios 15:3,4)
a)
Dios prometió un Salvador que derrotaría a Satanás. En el llamado Protoevangelio, Dios promete un Salvador, dice que
la simiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Posteriormente una
y otra vez el Antiguo Testamento se estará refiriendo a un Mesías o Salvador
que rescatará a la humanidad de las tinieblas. Satanás, el demonio, es un ángel
caído que se opone a la autoridad de Dios y ha arrastrado a la humanidad en esa
rebelión, pero su derrota ya fue predicha en el libro de Génesis.
b)
Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Abel, el segundo hijo de Adán y Eva, intuyó el sacrificio de
Cristo al ofrecer a Dios el mejor de los primogénitos de sus ovejas. Los
patriarcas y posteriormente Moisés, reyes y profetas, pusieron en práctica la
ley ritual que exigía el sacrificio de animales para limpiar los pecados del
pueblo de Dios. Cuando Jesús se acercó a Juan el Bautista para que éste le
bautizara en el Jordán, San Juan exclamó: “¡He aquí es el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo!”
c)
Somos limpiados de todos nuestros pecados por la sangre de Jesús. Se dice así porque el sacrificio de Cristo en la cruz fue el de un
Cordero perfecto, ya que Él es Dios mismo hecho hombre. Ofreció su vida por
nosotros. A tal punto llega su amor por la Humanidad. No es la
satisfacción de un dios sanguinario, entiéndase bien; sino la satisfacción de
un Dios justo. Él dijo “el que pecare morirá”, no puede desdecirse así es que
hace un juicio al hombre en su Hijo Jesucristo y condena nuestros pecados en
Él. Jesucristo conquistó la salvación para nosotros. ¿No es algo maravilloso?
No hay acto tan valiente, tan decidido y de tan profunda entrega a Dios y amor
al hombre, como el sacrificio de Cristo en la cruz. ¿No está usted agradecido de Él por tan suprema oblación?
d)
Jesús venció a la muerte y resucitó al tercer día. Todo hombre y mujer muere, desde el día que Adán y Eva pecaron;
por eso se dice que “la muerte entró por Adán”. Quien venciera el pecado y al
que lo produjo, debería vencer la muerte. Así sucedió con Jesucristo, la
confirmación lógica de que Él fue victorioso sobre el pecado, el mundo y el
demonio, fue su resurrección.
4.
TÚ PUEDES RECIBIRLE.
(Hechos
16:31)
a)
La única condición para recibir a Jesús es creer de todo corazón. El Señor Jesucristo ha conquistado para nosotros la salvación, la
cual regala a todo aquel que la acepta con fe. La salvación es un regalo de
Dios, es por gracia. Usted no necesita hacer nada ni merecer para recibir este
regalo o don, sólo creer que Jesús es el Hijo de Dios y que murió y resucito
por usted. Cuando usted recibe un regalo de un amigo que le ama, no requiere
hacer nada para ello, ningún sacrificio, tan sólo estirar su mano y responder
con corazón agradecido. Si desea recibir a Jesús en su vida, acepte el sacrificio
que hizo para limpiar sus pecados y dígale con confianza a Él: “Gracias Señor
por haber muerto por mí; ahora quiero recibirte en mi corazón, para lo cual
abro mi vida a Ti”. Él vendrá a usted y le dará la vida porque cuando Él
resucitó fue transformado en espíritu vivificante.
5.
¡YA ERES SALVO!
(San
Juan 1:12)
a)
¡Regocíjate, ya eres salvo! No
hay mayor alegría que la de aquel que es perdonado por Dios, más aún cuando
recibe en su alma la presencia de su Espíritu Santo. Ahora que usted es salvo
debe agradecer cada día del resto de su vida el maravilloso regalo que Dios le
ha dado. Es un don de Dios, por lo tanto no le será quitado. Dios no retira su
bendición, Él es siempre fiel. Ahora su relación con Él ha de ser la de un hijo
o hija que se acerca a su Padre para adorarle, dar acciones de gracias y
pedirle en oración por su desarrollo espiritual. Para crecer es necesario que
diariamente ore, alabe a Dios, lea y estudie la Palabra de Dios, como
también no deje de congregarse en una comunidad cristiana y sea discipulado por
un tutor o mentor espiritual. Recuerde que fue salvo por gracia, pero que Dios
espera de usted obras, es decir que la fe que hoy tiene se exprese en acciones
de amor. Todo discípulo debe dar frutos: desarrollar virtudes, hacer obras de
misericordia y reproducirse en nuevos discípulos. Conforme a ese fruto seremos
evaluados en el tribunal de Cristo, para recibir el galardón.
RESUMEN DE LAS CINCO VERDADES DEL
EVANGELIO.
1.
DIOS NOS AMA. (Amarillo)
(San
Juan 3:16)
a)
Dios creó al hombre a imagen y semejanza
de Dios.
b)
Dios bendijo al hombre y le ordenó
fructificar y multiplicarse.
c)
Dios entregó el dominio al hombre sobre
los peces, aves y bestias.
d)
Dios le procuró alimento al hombre.
2.
SOMOS PECADORES. (Negro)
(Romanos
3:23)
a)
El hombre fue creado en santidad y
pureza, como una obra perfecta de Dios.
b)
Satanás tentó a Adán a codiciar el
árbol y comer del fruto prohibido, desobedeciendo el mandato de Dios.
c)
Entró el pecado al corazón del hombre y
se produjo una separación entre éste y Dios.
d)
Adán y Eva fueron arrojados del huerto
y de la presencia de Dios.
3.
JESÚS MURIÓ Y RESUCITÓ POR NOSOTROS.
(Rojo)
(1
Corintios 15:3,4)
a)
Dios prometió un Salvador que
derrotaría a Satanás.
b)
Jesucristo es el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo.
c)
Somos limpiados de todos nuestros
pecados por la sangre de Jesús.
d)
Jesús venció a la muerte y resucitó al
tercer día.
4.
TÚ PUEDES RECIBIRLE. (Blanco)
(Hechos
16:31)
a)
La única condición para recibir a Jesús
es creer de todo corazón.
5.
¡YA ERES SALVO! (Verde)
(San
Juan 1:12)
a)
¡Regocíjate, ya eres salvo!
IV. EL EVANGELIO QUE PREDICAMOS.
Es muy importante comprender que
predicamos una Buena Nueva que se recibe por la fe y no de otra manera o
mezclada con otros elementos. En muchos cristianos existe gran confusión en
cuanto a la manera en que recibimos la salvación de parte de Dios. Todos
creemos entender que la salvación es por
gracia, esto es un regalo de Dios para nosotros, y que se recibe
exclusivamente por medio de la fe;
pero cuando leemos versículos que nos hablan de otros conceptos, tales como
arrepentimiento, bautismo, buenas obras, frutos, oración, etc., nos
desorientamos y tendemos a agregar a la fe esos otros elementos. Es necesario
entender que la condición única para la salvación es la fe. De lo contrario ya
no sería por gracia sino por obras humanas (Romanos 1:17).
El
hombre es corrupto y sus pensamientos perversos.
Esta porfía nuestra en no aceptar la salvación por la sola fe, el
grito de guerra de Martín Lutero: "Sola fides, sola Scriptura, sola
gratia", la salvación sólo por la fe, por la Escritura y por la
gracia; viene de la corrupción del pensamiento y corazón humanos. Desde la
caída de Adán el hombre es corrupto y sus pensamientos perversos. La mente
humana es carnal, orgullosa y soberbia, no puede aceptar un regalo de Dios sino
que se inclina a pensar que todo debe ganarlo por su propio esfuerzo y brillo (Romanos 3:21-26).
La
carne del hombre pertenece a la
Ley.
El hombre es vanidoso y su carne pertenece a la ley. La Ley de Dios lo condena y está
atrapado en esa Ley que le exige y que, por otra parte, él quiere cumplir y
cree cumplir cuando la enseña. ¿Qué hace un “hombre bueno” sino ufanarse de su
bondad y de cuán bien cumple la
Ley de Dios? El ser humano utiliza la Ley de Dios no para lo que
corresponde sino para su propio envanecimiento. Educamos a nuestros hijos para
que conozcan la Ley
y la cumplan, mas esto es imposible, pues el verdadero propósito de la Ley es mostrarnos que somos
pecadores, incapaces de cumplir la
Ley de Dios ¡Qué drama humano! (Romanos 5:13,20; Gálatas 3:19).[1]
El
verbo creer en el Nuevo Testamento.
Un verbo es una palabra que expresa
acción. Creer es un verbo, por lo tanto alguien podría asegurar que somos
salvos por una acción nuestra, la acción de creer. Sin embargo creer es una
acción sumamente pasiva. Creer no requiere de una gran determinación o
movimiento corporal. No necesito arrodillarme, saltar, gritar o hacer algo
notorio para creer. El resultado de esta acción interna o subjetiva, es la
salvación. El verbo creer aparece 115 veces en el Nuevo Testamento. Usted cree
en Dios y su sacrificio redentor y Él le salva de la condenación eterna. Cuando
el hombre cree es salvo, tiene vida eterna y es justificado. “Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos
16:31) y “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehusa
creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (San Juan 3:36; Romanos 4:5).
El
sustantivo fe en el Nuevo Testamento.
Una palabra que sirve para designar a
una persona, animal, cosa o idea, es un sustantivo. Por tanto podemos decir que
la palabra “fe” no es un verbo sino un sustantivo. Una persona, animal o cosa
tiene sustancia, cuerpo, está hecha de materia; pero una idea es invisible e
inmaterial, se hace sustancia cuando produce un efecto. Pero a pesar de ello no
podemos decir que no sea real. La belleza, el amor, el número, etc. son ideas y
son tan reales como un árbol. La fe también, es una idea que está dentro del
ser humano y que con el tiempo se expresa en una forma de actuar y vivir. El
sustantivo fe aparece 35 veces en el Nuevo Testamento. Se dice que el hombre es
justificado por la fe o que llega a ser justo por medio de la fe, es decir que
Dios nos considera justos desde el momento en que tenemos fe o comenzamos a
creer en Jesucristo (Romanos 10:17;
Efesios 6:16).
La
salvación no es asunto de prestigio, obras o capacidad.
La salvación no se obtiene por propio
esfuerzo. Dios nos acepta no por nosotros mismos sino en Cristo. El común de la
gente está inclinada a pensar que Dios es tan amoroso que acepta a los seres
humanos tal como son y actúan. Él no acepta al hombre y todo su pecado. He aquí
un gran problema para Dios: Él ama al hombre porque es su creación pero no
puede amar nuestro pecado; Él no puede aceptar así como así al ser humano y
toda su corrupción. Dios es santo, el hombre está corrompido. Él no puede
aceptarnos porque es Justo. ¿Qué hace entonces? Crea un plan para hacernos
justos, es decir para justificarnos. Él no pasa por alto nuestro pecado sino
que lo castiga en Cristo. Él no encubre el pecado del hombre sino que castiga
el pecado del ser humano en la cruz del monte Calvario. En Cristo todos morimos
y resucitamos a una nueva vida. Desde otro punto de vista, Él mata al hombre y
lo hace nacer de nuevo, hace morir el viejo hombre y la vieja mujer para crear
un hombre nuevo. Para nuestra salvación no importa quién es uno o qué hace uno
o qué puede hacer uno, no se trata de capacidad personal. Ésta queda totalmente
excluida (1 Corintios 1:20-25).
Propósito
del Evangelio de San Juan.
El apóstol Juan, el más joven de los
apóstoles de Jesús, el “discípulo amado” del Maestro, decidió escribir, guiado
por el Espíritu Santo, otra biografía o Evangelio del Cristo[2]. Un
biógrafo era insuficiente. Ya nos había sido mostrada la imagen del Hijo de
Dios a semejanza de rey en el Evangelio de San Mateo; el Señor a semejanza de
siervo en el Evangelio de San Marcos y el Hijo a semejanza de hombre en el
Evangelio de San Lucas. Ahora era necesario revelar la imagen de Su Hijo en
forma de Dios. Esa es la tarea que inspiró a San Juan. Juan, por último, habría
dirigido su atención a la
Iglesia. En los tiempos en que Juan escribió su evangelio
habían comenzado a infiltrarse herejías, atacando la divinidad de Jesús. Y es
eso precisamente lo que Juan se propone en su evangelio, reivindicar la deidad
de Jesús, y sus profundas enseñanzas como Hijo de Dios. ¿Cómo puede el hombre
recibir la vida y ser salvo y cómo puede ser librado de la condenación? Esta es
la gran pregunta del Evangelio según San Juan. El ser humano puede recibir la
vida si cree en Jesús como Salvador; puede ser salvo por fe y ser librado de
condenación por gracia. San Juan escribió su evangelio con el único propósito
de decirnos cómo puede el hombre recibir la vida y ser salvo y cómo puede ser
librado de la condenación (San Juan
20:30,31; Filipenses 2:5-11). El
Evangelio de San Juan menciona 86 veces que sólo por fe se recibe la salvación.
El creer en Jesús, la fe de Jesús, es el motivo principal de este evangelio.
Dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan
1:12)
La
salvación y la redención son llevadas a cabo por Dios.
La salvación y la redención no es obra
humana. No podemos salvarnos a nosotros mismos, como el ahogado no puede salir
con vida en medio del mar si no viene alguien a rescatarlo o le lanza un
salvavidas. Salvación y rescate, o redención, son llevadas a cabo por el mismo
Dios. A veces cuando decimos Jesús y que Jesucristo es nuestro Salvador,
pensamos que éste está separado de Dios, mas no es así. “El Padre y yo somos
uno” dice Jesús. Fue Jesús, Dios mismo, quien nos salvó, no un hombre sino el
Hijo de Dios o Hijo del Hombre (San Juan
5:24)
Gracia
de Dios y fe del hombre
Podemos definir la gracia como el acto misericordioso y gratuito
de Dios por el cual ofrece salvación y vida eterna a todos los pecadores que
ponen su fe en Cristo para ser salvos (San
Juan 3:16; Efesios 2:8-9). Cuando
leemos los versos anteriores, podemos entender que la gracia es el despliegue
de amor, misericordia y de perdón de Dios hacia una humanidad que no se lo
merecía, pues Dios ofreció su perdón aún "cuando estabamos muertos en
delitos y pecados" (Efesios 2:1,5).
En la salvación del pecador interviene por parte de Dios la gracia y por parte
del hombre la fe. El método o la manera de recibir la salvación es igual al de
darla. Dios la entrega como un regalo –por gracia- y el ser humano la recibe
como un regalo –por fe-. Gracia es lo que Dios nos ha dado por medio de
Jesucristo; fe es el medio para recibirla. “Gracias doy a mi Dios siempre por
vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús” (1 Corintios 1:4) y “Pues la ley por
medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo” (San Juan 1:17)
El
más grande regalo.
Dios
nos ha dado el más grande regalo que alguien pueda recibir. Usted cree que si
le regalan un automóvil, le están regalando lo más caro del mundo. Usted piensa
que si su padre le regalan una casa, ese es el mejor y más grande regalo que
pueda recibir. Alguien piensa que un pasaje de ida y regreso por avión al lugar
más exótico y soñado por usted es el mejor regalo de su vida. Pues está
equivocado, amigo, pues el mayor regalo que alguien puede recibir es la
salvación eterna; caminar, habitar y disfrutar para siempre del perdón, el amor
y la presencia del Ser más maravilloso del universo: Dios Su Creador. Como
“dar” concuerda con gracia;
“recibir” concuerda con fe. La
gracia consiste en que Dios nos da algo muy especial, la fe consiste en que
nosotros recibimos algo de Dios. Sólo por medio de la fe el hombre puede
recibir la gracia de Dios. Todas las gracias de Dios se reciben por la fe. Nada
hay en la gracia de Dios que podamos recibir por nuestro esfuerzo, por obras o
por ley. Aquellas cosas que recibimos de Dios en premio a nuestra conducta,
esfuerzo y trabajo, ya no son gracia sino galardón. En el caso de la salvación
eterna, está escrito que sólo se recibe por fe y por gracia (San Juan 6:40; San Mateo 25:34-40)
Añadiduras
a la fe.
El problema de hoy es que el hombre
agrega algo más a la fe. Añade el cumplimiento de los diez mandamientos o la
ley; el buen comportamiento o las obras;
el arrepentimiento y el bautismo; la confesión de los pecados y hasta la
oración. Pero nada de eso es requisito imprescindible: el ladrón no fue
bautizado y estuvo de inmediato con Cristo en el Paraíso, no todos los que se
convertían confesaban pecados, la oración es el resultado o consecuencia de la
salvación y no requisito para ésta ya que la obra ya fue hecha en la cruz (Gálatas 2:16,17; Hechos 11:18; San Lucas
23:39-43; Hechos 19:18,19; Romanos 10:9,10 )
CONCLUSIÓN.
La “reproducción espiritual” es una
función que se da en todo discípulo de Jesucristo y por medio de la cual el
Cuerpo de Cristo se expande. Podríamos decir que es un proceso “natural” en el
sentido que se realiza espontáneamente en todo cristiano sujeto cuando cumple
una etapa de madurez espiritual. El Libro sin Palabras es un buen ejercicio de
evangelización para cristianos de todas las edades espirituales; nos ayuda a
comprender e internalizar las cinco verdades del Evangelio. Por último, es
preciso anotar que este Evangelio que predicamos, se recibe exclusivamente por
medio de la fe. La salvación es una gracia de Dios dada al hombre y la mujer
que crean en Jesús.
PARA
REFLEXIONAR
1)
Compare en dos columnas paralelas las
condiciones de “pecado” y “santidad”.
2)
Busque en su Biblia a lo menos tres
textos que aludan a cada una de las “cinco verdades del Evangelio”.
3)
¿Qué base bíblica tiene la alimentación
Vegetariana y qué piensa usted de ello?
4)
Averigüe en el Diccionario el
significado del término “oblación” y explique por qué el autor usa este término
al referirse al sacrificio de Jesucristo.
5)
Analice en Romanos 5:17-19 los términos
transgresión, muerte, condenación, desobediencia y sus antónimos, y la relación
que existe entre ellos.
6)
¿Qué importancia tiene 1 Corintios
15:45 para el nuevo nacimiento?
7)
¿En qué se diferencia el don de
Jesucristo y su galardón?
BIBLIOGRAFÍA.
1) Larry Stockstill, “La Iglesia Celular ”,
Editorial Caribe, USA., 2000.
2) “El Manantial”, Living
Stream Ministry, 1997.
3) “Manual de Instrucción Docente”,
Iglesia Evangélica Pentecostal, Comité Editorial
Clases Bíblicas Visualizadas, Santiago,
Chile, 2006.
4) Watchman Nee, “El
Evangelio de Dios”, Tomo I, Living Stream Ministry, Anaheim, California, 1994.
5)
http://www.vidaeterna.org/esp/estudios/creciendo_en_gracia.htm
[1] Los propósitos de la
Ley son: a) Proveer
una patrón de Justicia y rectitud (Deut. 4:8; Salmo 19:7-9); b) Revela la santidad
y la bondad de Dios (Deute.4:8; Rom. 7:12-14); c) Identificar el pecado y
revelar al hombre su condición (Rom. 19f ; 7:7-8; 5:20; Galatas 3:19); y d) Llevarnos
a Cristo (Galatas 3:24).
[2] CUATRO DESTINATARIOS
INMEDIATOS
Según es de
opinión común, los cuatro evangelistas tuvieron en mente cuatro tipos de
destinatario diferentes, para los cuales habrían escrito su respectivo
evangelio.
Mateo se habría dirigido
principalmente a los judíos, pues
pone énfasis en que Jesús es el Mesías predicho por los profetas del Antiguo
Testamento. Para ello, cita reiteradamente el Antiguo Testamento. la imagen del Hijo a semejanza de rey.
Marcos
se habría dirigido a los romanos.
Los romanos eran un pueblo guerrero, muy pragmático, amante del poder.
Consecuentemente, el evangelio se destaca por su brevedad, por la agilidad del
relato, gracias al énfasis puesto en los hechos de Jesús -especialmente sus
milagros más que en sus palabras. a
semejanza de siervo.
Lucas
habría tenido en mente a los griegos,
por lo que destaca primordialmente la humanidad de Jesús, su simpatía por los
débiles y desechados de la sociedad. El relato es muy completo, ordenado y
hermoso, y en él se presenta "la gloriosa belleza y perfección de la vida
de Jesús, el Hombre ideal y universal" (Henry H. Halley, en Compendio
Manual de la Biblia ).
a semejanza de hombre.
Juan,
por último, habría dirigido su atención a la Iglesia.
En los tiempos en que Juan escribió su evangelio habían
comenzado a infiltrarse herejías, atacando la divinidad de Jesús. Y es eso
precisamente lo que Juan se propone en su evangelio, reivindicar la deidad de
Jesús, y sus profundas enseñanzas como Hijo de Dios. a semejanza de, o en forma de Dios.
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