¿QUIÉN ERES, SEÑOR?
V PARTE
Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: Efesios
4:1-6
Propósitos
de la charla: Comprender la doctrina monoteísta acerca del
carácter Único de Dios.
E
|
l primer
mandamiento de la Ley
de Dios se puede resumir con estas palabras: Amarás a Dios sobre todas las cosas. Enfatiza que sólo a un Dios se
debe amar y por sobre cualquier otro amor. Este carácter Único de Dios es
propio de las religiones monoteístas, es decir que creen en un solo Dios.
NO TENDRÁS DIOSES AJENOS
DELANTE DE MÍ
“Y
habló Dios todas estas palabras, diciendo: /Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué
de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” (Éxodo 20:1-2) El Señor nos ha sacado de una
tierra de esclavitud, en la que vivíamos bajo el yugo de Satán y en servidumbre
de pecado. “Éramos por naturaleza hijos de ira” asegurará más tarde San Pablo.
La historia del pueblo de Israel, su sometimiento durante cuatro siglos bajo el
dominio del faraón egipcio, su liberación por medio de Moisés y su
peregrinación por cuarenta años en el desierto con destino a la tierra
prometida, no es sólo una narración histórica y literal, sino también una
narración simbólica. Para los cristianos quizás reviste más importancia esta
segunda interpretación; en ella cobra sentido y se explica la relación que
existe entre esa narración y nuestra propia vida. La esclavitud de Israel en Egipto
es nuestra propia esclavitud en un mundo pecaminoso; la salvación de todos los
judíos aquella noche en que pasó el ángel de la muerte y en que los dinteles de
sus puertas estaban marcados con la sangre del cordero, no es otra cosa que
nuestra propia salvación por la sangre de Jesucristo, “el Cordero de Dios que
quita los pecados del mundo”; el cruce por las aguas del mar Rojo es símbolo de
nuestro bautismo; el desierto es nuestro peregrinaje por esta vida en búsqueda
de la Canaán
celestial.
“No
tendrás dioses ajenos delante de mí.” (Éxodo 20:3) Por primera vez, aparte de
la revolución religiosa del egipcio Akenaton, aparece un Dios que no admite la
existencia de otros dioses. No tendrás otros dioses, ordena. No tendrás dioses
ajenos, exige; ustedes son Mi pueblo y Yo soy vuestro Dios, el Único. Ya hemos
visto que Dios como ser absoluto tiene existencia propia, Él no necesita de
otros. Como consecuencia nosotros, Sus hijos, debemos reconocerle sólo a Él
como Creador y Dios. Hay un solo Dios. Esto significa monoteísmo: mono es uno,
teo es Dios; un solo Dios. Él lo ha creado todo y es Uno solo. El monoteísmo
constituyó la fundación del pacto mosaico con Israel.
“No
te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni
abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.” (Éxodo 20:4) La costumbre
de la época era tener una imagen del dios. Esto no ha cambiado mucho y es
comprensible dada la naturaleza sensorial del ser humano. Se podía “endiosar”
un astro del cielo, un ser imaginario o aparición, un ave, un cuadrúpedo, una
planta o un mineral; en la visión panteísta mágica primitiva ello era
aceptable. Mas, de pronto aparece en la historia de la Religión humana, este Dios intransigente y exigente,
que se revela Único y Absoluto, Persona, Espíritu y Soberano, que ordena no
hacer imágenes para adorar, ni siquiera de Él.
“No
te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,
celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me aborrecen,” (Éxodo 20:5) Se reconoce celoso, es
decir que no acepta otro amor divino que no sea Él. El amor del judío y del
cristiano debe ser sólo para un Dios: Jehová. No lo mueven los celos
sentimentales de una pareja humana, sino que es la exigencia del Dios
Exclusivo. Este Dios fuerte excluye a cualquier otro dios; no puede haber dos
dioses, es Uno solo. He aquí la base de nuestro monoteísmo. El pecado de los
seres humanos no afecta solamente al pecador, sino también a su descendencia;
cuando aborrecemos, o sea rechazamos, al Señor, no es menor la consecuencia de
ello sino que se proyecta en hijos y nietos. Inclinarse ante dioses ajenos,
adorar imágenes de seres que no son Dios, es cosa aberrante para Él, lo cual
traerá castigo.
“y
hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20:6) Para quienes
le obedecen, Él reserva Su misericordia. Expresa este texto que el ama a
millares, no son pocos los favorecidos por Su amor. Basta simplemente que
cumplamos el mandamiento de amarle a Él por sobre todas las cosas y no hacernos
falsos dioses. ¡Qué gran lección! Cuántas veces idolatramos a otros seres
humanos porque tienen alguna característica personal que nos roba el alma, o
porque los idealizamos, y cuando ellos yerran y se nos muestran en su
humanidad, nos desilusionamos y enemistamos. Dios permita que sólo pongamos
nuestros ojos en Él. Indudablemente hay grandes líderes cristianos, hombres y
mujeres admirables por su santidad, pero no olvidemos que ellos son tan sólo
humanos, lavados por la sangre de Jesucristo y en proceso de santificación. Al
Único que debemos rendir culto es al Señor.
DE JEHOVÁ ES LA TIERRA Y SU PLENITUD
“De
Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.” (Salmo 24:1) Todo lo que
Dios ha creado es de Él, le pertenece. De Dios es todo el planeta, todos los
seres vivos y espirituales que lo habitan, incluido el ser humano y sus
invenciones. Como Él es el Dueño de todo, también es su Único Dios. Él tiene la
supremacía sobre todo el mundo, este es un énfasis del monoteísmo, presente
tanto en el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. El cristianismo es
monoteísta, por tanto la doctrina de la Trinidad no debe formularse como un triteísmo, es
decir tres dioses, ya que Dios es un Ser indivisible. Sólo puede haber un Ser
absoluto y con existencia propia.
¿A QUÉ ME HARÉIS SEMEJANTE O ME
COMPARARÉIS?
“¿A
qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? / El artífice
prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de
plata. / El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca
un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.” (Isaías 40:18-20) Nada hay más torpe que
el hombre se fabrique un dios para adorar. Dios no se parece a nada que el ser
humano, por mucho arte que tenga, pueda fabricar.
“¿No
sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis
sido enseñados desde que la tierra se fundó?” (Isaías 40:21) Los hombres y mujeres
sabemos que Dios es Dios, el Único, no desconocemos esta realidad. Hemos oído
desde pequeños que Él es el Creador, Redentor y Único Dios. no estamos sordos
pero nos hacemos los sordos a Su verdad. Dios mismo enseñó a la raza humana Su Verdad,
la realidad de Su existencia.
“Él
está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas;
él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para
morar. / Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra
hace como cosa vana. / Como si nunca hubieran sido plantados,
como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido
raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los
lleva como hojarasca. / ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?
dice el Santo.” (Isaías
40:22-25) Se creía en la
Antigüedad que la tierra era una superficie circular y plana,
que el cielo era cual cortinaje o tela, como el de una tienda o carpa para que
viviera el hombre. Por sobre esa realidad, esta Dios. Aunque la ciencia y la
exploración del espacio nos ha dado un conocimiento distinto del cosmos, El
Creador sigue estando sentado sobre Su trono de autoridad, sobre nuestra
realidad. Nuestra condición, seamos humildes o poderosos, es débil y
dependiente de Su poder y misericordia. Dios no se puede comparar a nada
creado, puesto que Él no es criatura, sino Creador increado.
“Levantad
en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército;
a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su
fuerza, y el poder de su dominio.” (Isaías 40:26) El profeta nos invita a
mirar hacia arriba y verlo como Creador. Él es un Comandante que ordena su
batallón celestial. Dios conoce a cada criatura y persona por su nombre. Es el
Dios Fuerte, Poderoso y Dominante.
“¿Por
qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y
de mi Dios pasó mi juicio? / ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es
Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con
cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. / El da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” (Isaías 40:27-29) Ilusamente a veces
creemos poder esconder de la mirada del Altísimo nuestras acciones pecaminosas.
Él todo lo ve y sabe. Dios es eterno, incansable y sabio; como tal puede dar y
multiplicar las fuerzas de quien se encuentra cansado. Toda la reflexión
anterior nos conduce al reconocimiento de la supremacía absoluta de Dios. Ésta
excluye al politeísmo y a la idolatría. Podemos descubrir, por las palabras
inspiradas del profeta, que los ídolos son nada.
ÉL LE HA DADO A CONOCER
“Pues
la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo.” (San Juan 1:17) La misión del gran libertador Moisés, fue entregar la Ley de Dios, dar a conocer los
principios éticos que deben gobernar la vida de Sus hijos. Esa hermosa y
perfecta Ley nos muestra el carácter de Dios mas, confrontada con nuestra
experiencia, nos demuestra que somos incapaces de cumplirla cabalmente, que
somos pecadores. La Ley ,
al decir de Pablo, es el “ayo” que nos condujo a Cristo. San Juan expresa que la Ley nos fue entregada por
medio de Moisés, pero la gracia y la verdad de Dios vinieron a través del Hijo,
Jesucristo. El verdadero Dios es el revelado por Jesucristo. Moisés nos revela
tan sólo un aspecto de Dios, Su voluntad de que el ser humano viva de un modo
justo, nos muestra el rigor de Dios y Su castigo para todo aquel que no cumple
Su Ley. Al contrario, Jesucristo vive él mismo la Ley en su vida y nos muestra
la gracia, el perdón, la misericordia de Dios. Jesucristo revela el completo
carácter de Dios.
“A
Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él
le ha dado a conocer.“ (San
Juan 1:18) Nadie ha visto a Dios, ni siquiera Moisés y los patriarcas, o
los profetas. Sólo Jesucristo ha podido mostrarle, porque Él está en el seno
del Padre, es el Unigénito, el Hijo de Dios, parte de Dios mismo, el resplandor
de Su gloria, el Verbo de Dios.
CONCLUSIÓN
En
conclusión podemos afirmar que este Dios que se ha revelado al pueblo judío y
luego a los cristianos es una Persona con personalidad propia, un Espíritu
racional y moral, Soberano que reina con autoridad sobre la creación y la Iglesia , un Dios Absoluto
que no depende de nada fuera de Sí mismo, también es el Único Dios. Su orden
para el ser humano es “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. La
convicción de todo cristiano debe ser “De Jehová es la tierra y su plenitud”.
El es Único e invalida a cualquier ídolo, nos pregunta “¿A qué me haréis
semejante o me compararéis?”. Conocemos a este Dios Único por medio de Su Único
Hijo, pues el Evangelio asegura “Él le ha dado a conocer” ¿Estás convencido que
Dios es Único?
BIBLIOGRAFÍA.
1) Walter Thomas Conner, “Doctrina Cristiana”; Casa
Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
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