¿QUIÉN ERES, SEÑOR?
VI PARTE
Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: Hechos 17:26
Propósitos
de la charla: Comprender la relación de Dios con el tiempo y el
espacio, y valorar su omnipresencia, eternidad e inmensidad.
L
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os seres humanos vivimos en
una realidad que básicamente tiene dos dimensiones: el espacio y el tiempo.
Podríamos agregar el pensamiento como la tercera dimensión y el mundo invisible
o sobrenatural con el cual nos relacionamos mediante la oración, la cuarta
dimensión, en la cual Dios habita. Él nos ha situado en esta realidad
témporo-espacial, pero ¿está limitado Él por ella? Hay tres términos que se
utilizan para referirse a las relaciones de Dios en referencia al tiempo y el
espacio. Dios no es limitado por el tiempo, pues éste es creación suya, pero sí
puede introducirse y actuar dentro de él. Tampoco está constreñido por las
barreras del espacio. Los términos que subrayan esa relación de Dios con lo
témporo-espacial son: omnipresencia, eternidad e inmensidad.
OMNIPRESENCIA DE DIOS
Dios está presente en todas
partes y a toda hora; no hay lugar del universo ni época de la historia en que
Él no se encuentre. Vemos así que en aquel tiempo en que la Biblia describe “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y
las tinieblas estaban sobre la faz del abismo...”, en un tiempo tan remoto
cuando aún la vida no surgía sobre el planeta, “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” (Génesis
1:2)
Dios está en cualquier lugar
de la creación, Su creación, por más raro o alejado de Su santidad y perfección
nos parezca; no hay punto del universo donde Dios no esté. Esto lo expresa el
libro de la Revelación
a San Juan, el Teólogo: “Y miré, y vi que
en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos,
estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos,
los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.” (Apocalipsis 5:6) El siete es número de
perfección; cuando la
Escritura dice que Cristo, el Señor, tiene siete ojos, está
expresando Su capacidad de estar y ver lo que sucede en todo lugar del cosmos.
Son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra y no que Dios tenga
varios Espíritus, sino que quiere significar la capacidad omnipresente de Él.
Por sobre todo Él es
pensamiento. Dios traspasa con Su conocimiento todas las cosas porque todas las
ha creado y las piensa, pero esa es Su capacidad y no la nuestra. La Presencia de Dios está
en todo lugar, mas no debe pensarse en esa Presencia como la de un objeto que
se extiende en el espacio; Dios no es una substancia que se extiende
infinitamente Cuando Adán y Eva pecaron,
se escondieron de la
Presencia de Dios por culpabilidad y miedo a la reprensión: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se
paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de
la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.” (Génesis 3:8) Dios estaba allí en el
huerto como estaba en los cielos con millones de ángeles, o en cualquier
momento de la historia humana y ahora con usted, todo simultáneamente.
Dios creó al ser humano y
todas las criaturas animales y vegetales que existen en nuestro planeta, pero
antes determinó el espacio y el tiempo en que todos actuaríamos y nos
relacionaríamos; como dice la
Palabra “les ha prefijado el orden de los tiempos, y los
límites de su habitación” (Hechos 17:26) Estableció un orden espacial –altura,
anchura, profundidad- y un orden temporal –pasado, presente, futuro- del cual
no podemos escapar. Esto es algo que Él hizo de un modo soberano y es bueno para
nosotros ¿Se imagina usted habitando en un mundo en que no existiera ese orden?
El orden espacio temporal se originan en Su mente y voluntad, por eso Él puede
trascenderlo. La Trinidad
pensó crear al ser humano y le dio un lugar de preeminencia sobre el resto de
las criaturas del planeta: “Entonces dijo
Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en
toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” (Génesis 1:26)
¡Qué bueno que el Señor nos
dio un tiempo con pasado, presente y futuro! Si no tuviéramos pasado no
podríamos recordar, no nos daríamos cuenta del progreso alcanzado ni tendríamos
identidad. Si careciéramos de presente sería como no existir. Si no tuviéramos
conciencia del futuro no tendríamos sueños, utopías, esperanza, no habría
Tierra Prometida ni cielo para nadie. Él no quiso ponernos en la eternidad sin
tiempo, sino que prefirió, tal vez por nuestra desobediencia y espíritu
rebelde, situarnos en una realidad limitada temporal y espacialmente. Dio un
orden a Su universo y dicho orden no puede existir sin Dios; Él lo sostiene y
Su presencia da vida al universo.
En el texto siguiente se
puede observar como Dios se relaciona con el Hombre considerando su dimensión
temporal: “Dios, habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, / en
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de
todo, y por quien asimismo hizo el universo; / el cual, siendo el resplandor de
su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas
con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros
pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:1-3)
El Creador actuó desde Su atemporalidad
eterna ordenando la aparición del cosmos por medio de Su Poderoso Logos. Todo
lo que vemos fue creado por el Invisible, lo visible surgió de Su Pensamiento y
Verbo. Por medio de Cristo lo hizo todo: “Por
la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de
modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos
11:3)
Dios no está en todo lugar
con el mismo propósito o sentido Esto se
comprende muy bien cuando leemos la historia de Lázaro y el hombre rico (San Lucas 16:19-31): “Había un hombre rico, que se vestía de
púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. / Había
también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél,
lleno de llagas, / y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del
rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.” Dios estaba presente
en la fastuosa vida del rico, tal vez hablando a su cauterizada conciencia; y
también estaba con el mendigo, en su miseria y sufrimiento. “Aconteció que murió el mendigo, y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. / Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos
a Abraham, y a Lázaro en su seno. / Entonces él, dando voces, dijo: Padre
Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su
dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. /
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y
Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.” Dios
está tanto en el cielo como en el infierno, pero de maneras muy diferentes. En
uno para premio y gozo, en otro para hacer justicia y castigar el mal. “Además de todo esto, una gran sima está
puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí
a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. / Entonces le dijo: Te ruego,
pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, / porque tengo cinco
hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este
lugar de tormento. / Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen;
óiganlos. / El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos
de entre los muertos, se arrepentirán. / Mas Abraham le dijo: Si no oyen a
Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de
los muertos.” Dios está en todo
lugar, es un principio doctrinal. Él está en una piedra, en la más lejana
estrella, en un hombre o en un animal, pero es muy distinto como actúa en un
ser humano a como lo hace en una cosa o animal irracional y sin conciencia.
Dios no está presente en un
árbol y en la razón de una persona con un mismo sentido; en un árbol estará
como Su Creador que le da vida y un orden, en la razón de una persona
entregándole Su lógica y llamándole a la Verdad. Dios no está
presente en la vida sensual, desordenada y viciosa de un bohemio, en el mismo
sentido que lo está en la vida santa de un hombre o mujer dedicados al
ejercicio de la oración y el servicio a Dios y el prójimo; en uno estará para
mover su conciencia a un cambio de actitud, en el otro para fortalecer y
desarrollar su vida cristiana. No está presente en el cielo con el mismo
sentido que lo está en el infierno, como no está en el mundo como lo está en la Iglesia
En relación a los cristianos, Su Presencia
también es omnipresente. Él ha puesto a Jesucristo como cabeza gobernante de Su
Iglesia y está en toda ella. Nada hay que los cristianos podamos hacer ocultos
de Su mirada. Cuando hace juicio a la iglesia de Tiatira (Apocalipsis
2:18-29) Él se retrata como “el que tiene ojos como llama de fuego” pues están iluminados para ver hasta en la
oscuridad y para quemar toda basura o pecado. Es una mirada quemante y
luminosa. Destaca Su Palabra: “Yo conozco
tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras
son más que las primeras. / Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras
que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a
fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.” El Señor conoce todas nuestras obras porque Él
está presente en todo lugar, no sólo en el templo durante nuestro corto tiempo
de reunión.
ETERNIDAD DE DIOS
Dios trasciende todas las
limitaciones del tiempo. Para Él no es problema conocer los acontecimientos de
cualquier época, sea ésta el pasado o el futuro, ya que Él es eterno. Él habita
en la eternidad, abarcando todo el tiempo. Por eso puede mostrarle a San Juan
el Teólogo todos los hechos que sucederán al final de los tiempos. “Después de esto miré, y he aquí una puerta
abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de
estas” (Apocalipsis 4:1) ¿Para qué
da a conocer el Señor esos hechos? Para advertir al ser humano las
consecuencias de sus malos actos, para dar esperanza a los que viven de un modo
correcto y para demostrarnos que Él tiene todo bajo Su control y sabe como será
el desenlace del planeta y de la raza humana.
Pese a que podemos decir que
Dios es atemporal, que vive en la eternidad y que trasciende al tiempo humano,
aseguramos que El tiempo es real para Dios. Él lo conoce y reconoce “Dios, habiendo hablado muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, /en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo,
y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1,2) Por ser Él el creador del tiempo, Él mismo lo
respeta y actúa en Sus relaciones con el ser humano, a través de esta
dimensión. La Biblia
dice que, después de haber revelado Su voluntad a través de los profetas del
Antiguo Testamento, en los llamados “últimos tiempos” habló a través de Su Hijo
Jesucristo. El tiempo no es algo imaginario o irreal, sino que una dimensión
real creada por Dios; el hombre no está atrapado dentro de una ilusión, como
podrían plantearlo algunos filósofos y poetas, sino que vive dentro de los
límites que el creador puso a su habitación. Es necesario que sea así.
“Después
que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del
reino de Dios, / diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (San Marcos 1:14,15) En este relato del Evangelio se utilizan
palabras que denotan tiempo: después, vino, el tiempo se ha cumplido, el reino
de Dios se ha acercado. Los acontecimientos divinos suceden en un tiempo
específico. Después que Juan el Bautista fue metido en la cárcel, allí vino
Jesús a Galilea, no antes. Así tenía que suceder, primero el Bautista cumplir
su predicación, identificar y presentar al Cordero de Dios, luego de su
martirio el Maestro comenzaría su ministerio. El mismo Jesús en su predicación
habla de este elemento: “el tiempo se ha
cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio.” Cumplido el tiempo de anunciar y escuchar el mensaje, viene el
momento presente de arrepentirse y creer, en tiempo presente.
Del reconocimiento de que
Dios ha creado el tiempo y lo reconoce y respeta en Sus relaciones con la Humanidad , se desprende
que el orden histórico es real para Él. La historia del ser humano, su creación,
su desobediencia y caída, la búsqueda de la salvación, la manifestación de Dios
a algunos patriarcas y hombres de bien de la antigüedad, la entrega de la Ley de Dios a Moisés, la
actuación de los profetas, héroes y reyes, la venida del Hijo de Dios, el
establecimiento de la Iglesia ,
su persecución, y todo el posterior desarrollo histórico es un orden temporal
que Dios ha permitido para nuestro crecimiento. La historia de la salvación es
algo muy respetable, no es una serie de hechos inconexos y caóticos, sino que
responden al pensamiento ordenado de Dios con respecto a sus criaturas,
específicamente al ser humano.
En oportunidades escuchamos
en la televisión y el cine aquella frase de que “el tiempo no existe” pero esto
no es verdad. El tiempo sí existe, es un orden real creado por Dios. Que Dios
lo trascienda es debido a Su “eternidad”, pero ello no niega la existencia del
tiempo. Por el hecho que nadie puede estar en dos o tres lugares a la vez, no
podemos decir que la ubicuidad no existe, o porque Dios puede estar en todo
lugar a la vez por Su omnipresencia, no podemos asegurar que el espacio no
existe. Pasado, presente y futuro pertenecen a la esencia del orden universal e
histórico. Su voluntad es que exista ese orden. Dios conoce y reconoce este
orden temporal, pero no está limitado por él
En el Evangelio encontramos un relato lleno
de misterio en la vida de Jesús y su relación con los discípulos, en especial
Pedro, Santiago y Juan. Es la transfiguración de la apariencia del Maestro ante
sus apóstoles, al parecer en el monte Tabor. Moisés vivió en el siglo XIII a.
de C. y el profeta Elías en el siglo IX a. de C. Son personajes de muchos
siglos anteriores a Jesús y los apóstoles, con quienes Jesús sostiene una
conversación trascendental sobre la misión que ha de cumplir en la tierra.
Moisés y Elías representan la Ley
y los Profetas, los libros del Antiguo Testamento, la revelación de Dios a la Humanidad. La
aparición y conversación de Jesús con ambos es la coherencia que hay entre la
tarea del Cristo y la
Escritura. Pero literalmente implica que Moisés y Elías están
vivos en la eternidad. Jesús viene de esa eternidad y puede penetrar en ella a
su antojo. Este es uno de los acontecimientos maravillosos que nos muestran la
eternidad de Cristo. “Aconteció como ocho
días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al
monte a orar. / Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo
otra, y su vestido blanco y resplandeciente. / Y he aquí dos varones que
hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; / quienes aparecieron rodeados
de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. / Y
Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo
despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.
/ Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es
para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para
Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. / Mientras él decía esto,
vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. / Y vino
una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. / Y cuando
cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no
dijeron nada a nadie de lo que habían visto.” (San Lucas 9:28-36)
Para Dios el futuro es futuro, pero
conocido. Lo que para el hombre es intuición, para Dios es conocimiento
completo del futuro. En términos teológicos, anunciar o dar a conocer lo que
sucederá en un tiempo futuro, a corto, mediano o largo plazo, se llama
profecía. El don de profecía y el ministerio profético son unos de los dones
más importantes dados por Dios a la Iglesia. En la antigüedad el Señor levantó muchos
profetas; se habla de más de 40 profetas orales, 4 profetas mayores y 12
profetas menores. En el Nuevo Testamento Jesús entrega una revelación a San
Juan: “La revelación de Jesucristo, que
Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto;
y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, / que ha dado
testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas
las cosas que ha visto. / Bienaventurado el que lee, y los que oyen las
palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el
tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:1-3)
La profecía no necesariamente es el relato
de algo anticipado. Es también una declaración y una ilustración de los
principios del gobierno divino, sean en el pasado, en el presente o en el
futuro. Los profetas son mensajeros especialmente llamados e inspirados por
Dios. "Ningún profeta habló por su
propia cuenta. Al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron
guiados por el Espíritu Santo" (2
Pedro 1:21) En la profecía se superan las limitaciones temporales y el
profeta ve, escucha o entiende la voluntad de Dios para Su pueblo. No es
creación humana sino revelación de Dios. Él es el único que puede conocer el
futuro y explicar el pasado lejano, porque Él es eterno. Entrar en la profecía
es entrar en la dimensión de la eternidad.
INMENSIDAD DE DIOS
En una oportunidad, el obispo Agustín de Hipona (354-430), inmerso en sus
pensamientos buscando infructuosamente la explicación del misterio de la Trinidad , vagaba por la
orilla de la playa y vio a un niño con su balde llevando repetidas veces agua
del mar para un huequito que había en la arena. San Agustín le preguntó al niño
el porqué de esos viajes y el niño le contestó que lo hacía para meter el mar
en ese huequito; el obispo asombrado le dijo: Niño, no te das cuenta que es imposible meter el mar que es tan inmenso
en ese huequito. El niño que era nada más y nada menos que un mensajero de
Dios, le dijo: ¿y por qué tu quieres
meter la inmensidad de Dios dentro de tu cabeza?.
No existe una sola palabra humana que pueda caracterizar o describir
completamente a Dios, ya que ninguna puede encerrar toda su inmensidad, pues él
es EL QUE ES. San Pablo enseña que el
misterio de la piedad es muy grande. ¡Cuánto más lo será la doctrina de Dios! (1 Timoteo 3:16)
No debemos confundir el espacio con la inmensidad de Dios, pues el
espacio, cualquiera que sea su naturaleza íntima y la realidad objetiva que le
corresponda, envuelve en su concepto dimensiones o cantidad mensurable. Dios tiene
la propiedad de inmenso, en razón a
que contiene la facultad o virtud de llenar con su Presencia todas las cosas
desde el momento que existan. El espacio y la inmensidad son cosas, no
solamente distintas, sino separables e independientes.
Dios aparece al Hombre.
"Habiendo, pues,
resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció
primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. / Yendo
ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando.
/ Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo
creyeron. / Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de
camino, yendo al campo. / Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni
aun a ellos creyeron. / Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos
sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque
no habían creído a los que le habían visto resucitado." (San Marcos 16:9-14).
Como dice San Pablo a los
filósofos del Areópago de Atenas, Dios hizo al linaje humano de una sola
sangre. Todos provenimos de la pareja única de Adán y Eva, de tal modo que
podemos identificarnos unos con otros como humanos de la misma especie. Gracias
a que pertenecemos al mismo linaje somos capaces de sentir como el otro. Desde
ese punto de vista advertimos que todos los seres humanos pertenecemos a una
sola gran familia: la familia humana o Humanidad.
Los
límites de nuestra habitación.
Luego agrega el Apóstol, que
Dios puso esta Humanidad sobre la faz del planeta, para que lo habitara todo. La Tierra es nuestra casa, el
"oikoumene" que significa "el orbe habitado" o "la
tierra habitada", de donde proviene la palabra utilizada para indicar la
unidad o unión de la Iglesia ,
"ecumenismo". Tenemos una sola cosa donde habitar y necesitamos
aprender a convivir en ella con respeto, tolerancia y misericordia.
El cuadro de nuestra
condición en esta tierra se completa cuando asegura que Él a los hombres
"ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación"
(Hechos 17:26). Estamos insertos en un tiempo que transcurre
como pasado, presente y futuro. El tiempo es algo real creado por Dios y que
nos limita a cada uno a determinada cantidad de años de vida y a tener la
experiencia de una época específica en la Historia humana. Nadie puede escoger la época en
que habrá de vivir, ni renegar de ello. Para el ser humano el tiempo avanza en
una sola dirección y debe aceptarlo con humildad. Igual cosa pasa con el lugar
o espacio en que Dios le planta. El tiempo y el espacio son "los límites
de su habitación".
Dios
trasciende las limitaciones del Hombre.
El orden espacial impone limitaciones al hombre, sin embargo Dios las
trasciende. Él está por sobre
el tiempo, aunque lo respeta, pues Él mismo lo creó para que en él
transcurriera la vida humana, para que en él se desarrollara la Historia de la Salvación. Asimismo
estableció para el ser humano límites espaciales, como que no puede estar en
más de un lugar a la vez ni puede desplazarse a la velocidad del pensamiento.
La tecnología actual puede acercarnos un poco a ello pero jamás igualará a Dios
en su ubicuidad o capacidad de estar presente en varias partes al mismo tiempo.
Aún si alguien lo consiguiese, jamás alcanzaría la omnipresencia de Dios.
Para entender esto, la Palabra de Dios nos narra
tres apariciones del Maestro ya resucitado. La primera ocurre a María Magdalena
en la mañana del domingo. Dice que "apareció" a la discípula
proveniente de Magdala quien se había convertido de muchos pecados. Ella lo
comunicó a los once pero éstos no le creyeron. Después sucedió a dos en el
camino de Emaús que también se les "apareció", mas lo hizo con una
apariencia diferente. Se lo contaron a los otros discípulos mas no les
creyeron. El tercer caso es más impactante: estando los apóstoles sentados a la
mesa, Jesús "apareció" repentinamente. El Maestro les reprochó su
incredulidad y falta de sensibilidad espiritual. Nótese que en las tres
ocasiones la Biblia
utiliza la palabra "apareció"
"Aparecer"
significa ponerse a la vista una cosa que
estaba oculta, como el sol aparece al amanecer. Otra acepción de
"aparecer" es mostrarse a la
vista una persona o una cosa, especialmente una aparición o algo sobrenatural.
Este es el caso de Jesucristo después de muerto. Él se apareció a sus
discípulos, pero no lo hizo como un fantasma o espíritu incorpóreo sino como un
Ser glorificado, sutil pero con capacidad de hablar, caminar, comer, etc. Era
el Cristo retomando Su posición eterna de Dios, capaz de dominar y trascender a
todas las limitaciones espaciales que tenemos los humanos.
¿No es maravilloso descubrir
que nuestro Dios trasciende a nuestro espacio y tiempo? ¿No es hermoso
descubrir con cuanto amor Él preparó un planeta y un tiempo para que nosotros
experimentáramos y conociéramos la vida? ¡Qué extraordinario es que este Dios
inmenso se introdujera en la
Historia humana haciéndose Hombre en Jesús de Nazaret, con el
único propósito de salvarnos! Alabemos a este Creador del Universo y sirvámosle
con reverencia.
Dios no está limitado por el espacio
¡Qué maravilloso instrumento
de comunicación es la
Internet ! Damos gracias a Dios por haber dado algo de Su
inteligencia al hombre y haber permitido este invento. El hombre puede
trascender el espacio con su mente y con los inventos creados por él, pero sólo
parcialmente. Dios lo hace en plenitud. Con vehículos superveloces podemos
devorar distancias, mas Dios lo hace a la velocidad de Su pensamiento. Dios
estuvo con Cornelio en la intimidad de su oración sincera, pero también estuvo
en el éxtasis de Pedro (Hechos 10:1-20)
"Cuando
subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le
vio más, y siguió gozoso su camino. / Pero Felipe se encontró en Azoto; y
pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a
Cesarea." (Hechos 8:39,40) Luego de
evangelizar al eunuco, Felipe fue transportado o arrebatado por Dios a otra
ciudad, para continuar realizando su obra. Dios, que no está limitado por el
espacio, hizo disfrutar a Felipe esa experiencia imposible para el hombre.
Podríamos decir que una mente bien entrenada lo debería lograr, pero jamás
podría estar en todo lugar como Dios. Se dice que algunos santos cristianos han
conocido el don de la ubicuidad, estar en dos partes a la vez, mas nadie podría
tener la inmensidad de Dios.
El Señor estaba con Saulo al
momento de su conversión en el camino a Damasco y también con Ananías cuando
oraba, de modo que pudo coordinar su encuentro. Nosotros necesitamos teléfono,
correo, internet; en cambio Dios no requiere nada de ello pues está en todas
partes (Hechos 9:4-12)
¡Cuántas limitaciones tenemos
los seres humanos! Demos gracias a Dios por ello, ya que Él puso los límites a
nuestra habitación, límites de tiempo y espacio (Hechos 17:26)
Si con ello el hombre fue capaz de rebelarse contra Dios ¿Se imagina usted qué
haríamos sin las limitaciones impuestas por el Señor? Cada persona tiene
talentos y dones dados por Dios; no los tiene todos porque somos humanos y no
dioses. Así lo ha querido el Señor para que no nos envanezcamos y necesitemos
unos de otros. No nos quejemos de nuestras limitaciones sino demos gracias al
Padre por sus dones. Veamos el precioso líquido que hay en la copa y no lo que
falta. Para que, "aunque ande en valle de sombra de muerte...", pueda
decir como el salmista: "mi copa está rebosando" (Salmo
23:4,5).
BIBLIOGRAFÍA.
1) Walter Thomas Conner, “Doctrina Cristiana”; Casa
Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
2) David Yonggi Cho, "La Espiritualidad de la Cuarta Dimensión ",
Editorial Peniel.
3) http://www.diccionarios.com/consultas.php
4) http://www.filosofia.org/zgo/zgfe2503.htm#fe250307
5) http://www.abideinchrist.org/es/introprophetses.html
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