¿QUIÉN ERES, SEÑOR?
I PARTE
Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica:
San Juan 8:23,24
Propósitos
de la charla: Comprender la doctrina acerca de la Personalidad de Dios.
A
|
quel memorable día de mi conversión en el sencillo templo de la Iglesia Alianza
Cristiana y Misionera, en Santiago de Chile, cuando escuché de labios del entonces
estudiante de Teología, hoy pastor Josué Muñoz, la palabra que dice “No sólo de
pan vive el hombre sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”;
mi corazón, espíritu y mente fueron tocados con una revelación: Dios es una
Persona interesada en mi salvación y en mi felicidad. Entonces, ante el altar
exclamé “¡Eres Persona!”.
Dios es algo más que un concepto, la causa eficaz que explica la creación
y la existencia, Dios es algo más que la respuesta a nuestra necesidad de uno
que llene la soledad metafísica del ser humano, más que la seguridad para
nuestra humana debilidad. Dios es una Persona, la Persona que ha creado la
vida, la sustenta y la dirige hacia un propósito muy claro. Dios es la
respuesta a todas mis interrogantes y la solución a todas mis necesidades. Es la Persona más importante que
hay en mi vida.
Lo curioso es que no necesitamos verle ni tocarle ni escucharle de modo
audible para aceptar su Personalidad. Él es tan real como el más cercano de
nuestros amigos.
CRISTO PIENSA A DIOS COMO UNA PERSONA
En el Evangelio, Jesús nos presenta a Dios como una maravillosa Persona,
un Padre amoroso que cuida a sus hijos con ternura. El amor y la justicia son
cualidades de este Dios que Cristo enfatiza. Él mismo vivencia esos atributos:
paciencia (es sufrido, sabe soportar), bondad (es benigno, bondadoso), humildad
(no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso), delicadeza (no es grosero,
injurioso), altruismo (no es egoísta, no busca lo suyo), serenidad (no se
enoja, no se irrita), jovialidad (no guarda rencor, no piensa el mal),
compasión (no se alegra de la injusticia sino de la verdad) y magnanimidad
(todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta). (1 Corintios 13:4-7).
Jesús es expresión de todos los atributos de Dios, como la luz de la vela
es la manifestación de la energía de la llama. (Hebreos 1:3)
CONCIENCIA PROPIA.
Se dice que una persona tiene conciencia propia, es decir que posee un
claro conocimiento de su existencia, separada de la existencia de otros y del medio
en el cual vive. El bebé no discrimina entre sí mismo y su madre; aún no ha
formado esa conciencia propia y por tanto no diferencia el yo del no-yo. Recién
al año, cuando ha desarrollado mejor sus sentidos y distingue los rostros y
voces de sus padres, se inicia este proceso de toma de conciencia. Aquí estamos
hablando de la conciencia o consciencia, es decir del estar consciente, no de
la conciencia moral que distingue lo bueno de lo malo. La conciencia propia
permite que nos veamos a nosotros mismos como personas con cualidades
especiales, distintas a los demás. La adolescencia es un período en que se
produce un fuerte cuestionamiento del modo de pensar, sentir y actuar de
nuestros padres, se confronta la tradición recibida y surge un modo de ser personal
a la vida adulta. En esta etapa se establece nuestra personalidad. La
conciencia propia es
característica de nuestra
personalidad. Todo ser humano tiene conciencia propia, salvo aquél que está en
“estado vegetal”.
De acuerdo a lo anterior ¿podemos decir que Dios tiene personalidad? ¿Es
Él un Ser con conciencia propia? Dejemos que la misma Biblia nos lo responda:
“Moisés era pastor del rebaño de
Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del
desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios. / El ángel de Yahveh se le
apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza
estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía./ Dijo, pues, Moisés:
"Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la
zarza."/ Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de
en medio de la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!" Él respondió:
"Heme aquí."/ Le dijo: "No te acerques aquí; quita las sandalias
de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada."/ Y añadió:
"Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el
Dios de Jacob." Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios. /
Dijo Yahveh: "Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he
escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus
sufrimientos./ He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para
subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana
leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los
perizitas, de los jivitas y de los jebuseos. Así pues, el clamor de los
israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los
egipcios los oprimen./ Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a
mi pueblo, los israelitas, de Egipto."/ Dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo
para ir a Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?"/ Respondió: "Yo
estaré contigo y esta será para ti la señal de que yo te envío: Cuando hayas
sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte."/ Contestó
Moisés a Dios: "Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de los
padres de ustedes me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten:
"¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?"/ Dijo Dios a
Moisés: "Yo soy el que soy." Y añadió: "Así dirás a los
israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros." (Éxodo
3:1-14)
Jehová es un Ser Divino con conciencia propia. Jesucristo, como Hijo y
expresión de Dios Padre, también tiene esa conciencia. En ocasiones Jesús usó
el “YO SOY”, el nombre personal de Dios en el Antiguo Testamento. Lo máximo de
todos los nombres para el Señor Jesucristo es el “YO SOY.” Esta es la razón por
la cual el apóstol Pablo escribió: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo
sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
Gloria de Dios Padre” (Filipenses
2:9-11). Jesús es el Señor. El nombre
que está sobre todos los nombres es “Señor”, y este es equivalente a ”Jehová” o
Yahweh, “YO SOY EL QUE SOY.” Claramente dijo “antes que Abraham fuese, yo soy”
(San
Juan 8;58). Siete veces Jesús clama a ser el gran “YO
SOY” (San
Juan 4:26; 6:20; 8:24,28,58; 13:19; 18:5). En cada uno de estos contextos “YO SOY” mantiene reforzando la deidad
de Jesús. Él está manteniendo su clamor para ser Dios.
Es posible decir “yo soy yo” sólo si tengo conciencia de mí mismo.
DETERMINACIÓN PROPIA.
Otro aspecto de la persona es la determinación propia. Trátase de aquella
capacidad de decidir que tiene todo ser humano, aún desde niño. Todos tenemos
la capacidad de decidir nuestro destino. La consideramos un derecho, es la
libertad de conciencia y de acción inherente a nuestro ser. Se puede negar a
alguien la libertad física pero no perderá jamás su determinación propia. Ésta
no se encuentra limitada por circunstancias externas ya que forma parte de
nuestra persona. San Pablo tenía la firme determinación de evangelizar su
mundo, podía estar encarcelado mas decía “la palabra de Dios no está presa” (2 Timoteo 2:9).
Toda persona tiene una voluntad propia, la capacidad de tomar su propio
camino. Asimismo Dios, Él por voluntad o determinación propia asumió el riesgo
de crear unos seres que fuesen libres de tomar decisiones, si obedecerle a Él o
desobedecerle. Creó entonces los espíritus celestes: querubines, serafines,
tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles.
Lucifer, el querubín, optó por rebelarse y oponerse a Su voluntad. Luego creó
en la tierra las plantas y animales, quienes no tienen determinación propia, y
al hombre y la mujer, que si la tienen.
INTELIGENCIA.
La inteligencia es otra característica de la personalidad. Es la
capacidad de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para resolver
problemas, cosa que también son capaces de hacer los animales e incluso los
ordenadores. Pero el ser humano va más allá, desarrollando una capacidad de
iniciar, dirigir y controlar nuestras operaciones mentales y todas las
actividades que manejan información. Aprendemos, reconocemos, relacionamos,
mantenemos el equilibrio y muchas cosas más sin saber cómo lo hacemos. Pero
tenemos además la capacidad de integrar estas actividades mentales y de
hacerlas voluntarias, en definitiva de controlarlas, como ocurre con nuestra
atención o con el aprendizaje, que deja de ser automático como en los animales
para focalizarlo hacia determinados objetivos deseados.
“Hizo,
pues, Bezaleel y Aholiab, y todo hombre sabio de corazón, á quien Jehová dio
sabiduría e inteligencia para que supiesen hacer toda la obra del
servicio del santuario, todas las cosas que había mandado Jehová.” (Exodo 36:1). Aquí está referida a una
habilidad artística y artesanal para confeccionar objetos sagrados.
“Guardadlos, pues, y ponedlos por obra: porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia en ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es ésta” (Deuteronomio 4:6) La sabiduría y el entendimiento para gobernar la vida de un pueblo. Podríamos hablar de una inteligencia política o para autogobernarse.
“Y díjole Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para ti inteligencia para oír juicio” (1 Reyes 3:11) La inteligencia es una capacidad para discriminar lo bueno de lo malo y juzgar.
“Hijo mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído” (Proverbios 5:1) La inteligencia, como toda capacidad, viene de Dios.
“Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata” (Proverbios 16:16) La inteligencia es atributo de la persona humana pero se debe desarrollar.
“Y á estos cuatro muchachos dióles Dios conocimiento é inteligencia en todas letras y ciencia: mas Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños” (Daniel 1:17) Hay quienes desarrollan su inteligencia en planos más espirituales o sobrenaturales.
“Leyendo
lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio de
Cristo” (Efesios 3:4) La revelación o la capacidad de recibir un
conocimiento superior de parte de Dios, es la máxima inteligencia.
Es evidente que Dios es un Ser inteligente. Uno de los siete dones de
Dios es la inteligencia. “Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de
sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor” (Isaías
11:2) Por lo tanto tenemos otra evidencia que Él es una Persona.
CONCIENCIA MORAL.
La conciencia de que una acción es buena o mala, mejor o peor que otra,
el sentimiento de culpa, el conocimiento y la aceptación de un código de
comportamiento social para vivir en armonía con los demás y con la naturaleza,
son parte de lo que llamamos conciencia moral.
La palabra moral traduce la expresión latina moralis, que derivaba de mos (en plural mores) y significaba costumbre.
Con la palabra moralis, los romanos
recogían el sentido griego de êthos, del
cual deriva la palabra ética: las costumbres también se alcanzan a partir de
una repetición de actos. La palabra moralis
tendió a aplicarse a las normas concretas que han de regir las acciones.
La moral es un conjunto de
juicios relativos al bien y al mal, destinados a dirigir la conducta de los
humanos. Estos juicios se concretan en normas de comportamiento que, adquiridas
por cada individuo, regulan sus actos, su práctica diaria. A menudo es un
conjunto de preguntas y respuestas sobre qué debemos hacer si queremos vivir
una vida humana, es a decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y
responsabilidad.
La ética, por otro lado, es
una reflexión sobre la moral. La ética, como filosofía de la moral, se
encuentra en un nivel diferente: se pregunta por qué consideramos válidos unos
y no otros comportamientos; compara las pautas morales que tienen diferentes
personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué
es específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o
universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y
justifique aquello por el que merece la pena vivir.
La moral da pautas para la
vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué origina y
justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son distinguibles, son
complementarias. Es por ello que un autor, reconociendo la vinculación entre
teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida.
Conciencia propia, determinación propia, inteligencia y conciencia moral
son atributos imprescindibles para que exista una personalidad. Dios tiene
todas estas características, por tanto tiene una personalidad. Es una
personalidad perfecta. Es necesaria la personalidad de Dios para dar razón de
la personalidad del hombre, como creación suya. Dios nos hizo conforme a Su
imagen. Si Dios no fuese una persona, entonces las cualidades del ser humano no
tendrían explicación.
Toda nuestra relación con Dios, lo que llamamos la vida cristiana, se
basa en la firme creencia de que Él tiene personalidad, es una Persona. El
pecado es falta contra una Persona; uno se arrepiente por haber ofendido a una
Persona; la fe es confianza en una Persona. Si Dios no es Persona, la religión
no es más que superstición y pura farsa.
La revelación cristiana se funda en la idea de la Personalidad de Dios.
Él no es una idea abstracta sino un Ser, una Persona con autoridad sobre toda
la creación y particularmente sobre nuestras vidas. La experiencia de comunión
con Dios disipa toda duda acerca de Su Personalidad, la cual es tan cierta como
la de cualquiera de nuestros seres queridos. ¡Hemos encontrado a la Persona más importante del
universo!
BIBLIOGRAFÍA.
1. Walter Thomas Conner, “Doctrina Cristiana”; Casa
Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
2. http://www.psicoactiva.com/arti/articulo.asp?SiteIdNo=138
3. http://www.abideinchrist.org/selahes/mar19.html
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