CLAVES PARA LA FELICIDAD
VII PARTE
Pastor Iván Tapia
Lectura Bíblica: Apocalipsis 21:5-8
Propósitos de la Charla : a) Aprender a vivir
como vencedores; b) Valorar la victoria de Jesucristo en la cruz; c)
Identificar y luchar contra nuestros enemigos, utilizando las armas que Dios nos
ha entregado; d) Ser victoriosos en el plano individual y colectivo; e) Tomar
conciencia que somos del ejército de Jehová.
“Y el que estaba
sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo:
Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. /Y me dijo: Hecho está.
Yo soy el Alfa y la Omega ,
el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la
fuente del agua de la vida. / El que venciere heredará todas las cosas, y yo
seré su Dios, y él será mi hijo. / Pero los cobardes e incrédulos, los
abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos
los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es
la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:5-8)
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os cristianos siempre
hablamos de tener “luchas”, refiriéndonos a las dificultades que se nos
presentan a diario en las relaciones humanas, las exigencias de un medio
laboral muy competitivo, la escasez de trabajo y el valor económico de las
cosas de consumo permanente. A esto se suman problemas de salud, educación de
los hijos, relaciones conyugales y sentimentales, etcétera. Es un panorama que
para algunos se hace muy difícil de enfrentar y constituye una “lucha”. Pero la
dificultad de ello no reside sólo en una ofensiva externa, sino que también en
el modo personal que tiene cada persona de reaccionar frente a las
dificultades. Y aquí no podemos negar que cada uno trae y arrastra una serie de
“pesos” o “lastres” que le hacen mucho más dificultoso el diario vivir. Me refiero
a las heridas, los traumas y los complejos del alma. Todo ello, más los
prejuicios, las culpas, las debilidades y pecados, constituyen otro frente de
“lucha”. Hay un enemigo interno de cada persona, su propia naturaleza humana,
caída y pecaminosa, que le arrastra a la oscuridad, tanto emocional como ética.
La otra “lucha” del
cristiano es netamente espiritual y sólo reconocible por los creyentes. Para el
ateo y el agnóstico no existe la realidad sobrenatural, de modo que para ellos
esta dimensión es irreal. Pero nosotros sabemos que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12) y que “el diablo
anda como león rugiente buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).
En resumen, esta “lucha” del cristiano se da
en tres frentes: contra el mundo, su propia carne y contra las tinieblas. Para
ello el Señor nos ha provisto de armas poderosas, las que nos aseguran la
victoria. En realidad la victoria ya es nuestra pues Jesucristo la conquistó en
la cruz del Calvario para nosotros. No debemos vivir como derrotados sino con
la conciencia de que ya hemos vencido. Es la mejor forma de “luchar”.
Hemos hablado de
la “lucha”, pero otra cosa es combatir y batallar. Los combates humanos se dan
en el mar, entre barcos enemigos. Nosotros sabemos del memorable Combate Naval
de Iquique, por ejemplo. Las batallas se hacen en tierra, como la Batalla de Cancha Rayada o
Chacabuco. Jehová, dice la
Biblia es poderoso en batallas. “¿Quién es este Rey de
gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.” (Salmo
24:8). Combates y batallas no son una simple “lucha” personal sino que
forman parte de la “guerra” entre la
Luz y las tinieblas.
Hermanos y
hermanas: los cristianos no sólo tenemos una “lucha” personal contra los
enemigos de nuestra alma, sino que además estamos involucrados en una “guerra”
contra Satanás y sus huestes. Si es así ¿por qué tantos cristianos viven de un
modo individualista, personalista, egoísta y con una mirada pequeña, sus vidas?
Es necesario que tomemos conciencia que no estamos solos sino que pertenecemos
a un Cuerpo, un Batallón, un Ejército; el Cuerpo de Cristo, el Batallón del
Reino, el Ejército de Jehová. El gran líder seguidor de Moisés, Josué dijo: "…yo
soy el jefe del ejército del Señor y ahora he venido" (Josué 5:14); Micaias dijo: “Escucha,
pues, la palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono; y todo el
ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a su derecha y a su
izquierda.” (1 Reyes 22:19) y el salmista: “Alabadle, vosotros todos sus ángeles;
Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.” (Salmo 148:2), Estamos en una guerra y no podemos
permitir que el diablo se burle de la Iglesia. Tomemos
conciencia de que pertenecemos al colectivo que es la Iglesia y ¡vamos tras la
victoria! El himno “Firmes y adelante” nos insta a ello cuando dice “Nuestra
es la victoria dad a Dios loor; / Y óigalo el averno lleno de pavor.” Es un
canto de victoria que la
Iglesia además de cantarlo debe vivirlo.
Hasta ahora
hemos visto que la felicidad eterna se encuentra en la adquisición de estas
claves o posesiones espirituales:
1)
la Sabiduría de temer a Dios y
guardar Sus mandamientos;
2)
la
Esperanza en la manifestación de los hijos de
Dios;
3)
la relación con el Padre a través de la Justicia
establecida por Él en la fe en Jesucristo;
4)
la
Verdad que es Cristo la Roca ;
5)
la Revelación de
nuestro destino como discípulos Suyos.
6)
la convicción de que nuestros nombres
están escritos en el Libro de la
Vida.
Todo lo anterior apunta hacia algo relevante
para nuestras vidas, algo deseable y por lo cual “luchamos”, “combatimos” y
“batallamos” durante toda nuestra vida, desde el día de nuestra conversión y
estaremos peleando por ella hasta la muerte: la Victoria.
San Juan escribe en su
primera epístola: "Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al
mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. / ¿Quién es el que
vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Juan 5:4,5). Enseña el apóstol
que toda persona que ha nacido de nuevo
tiene victoria sobre el mundo y el espíritu que rige al mundo; el cristiano es
un vencedor. Se puede decir que lo que vence al mundo es la fe en Jesucristo.
El que cree que Él es el Hijo de Dios puede ya considerarse un vencedor. El
texto de Apocalipsis agrega la herencia que espera al vencedor: el
reino de Dios. Asegura:
“El que venciere heredará todas las cosas.”
¿Cuáles son los pasos para alcanzar esa
victoria y esas “cosas” que son la herencia dada por Dios? El Señor mismo toma
la iniciativa y nos conduce, como nuestro Capitán, a la victoria.
1. Dios hace nuevas todas las cosas.
“Y el que estaba
sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo:
Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.”
(v.5)
Después del
Juicio Final, Dios destruirá la primera creación y hará otra: un cielo nuevo y
una tierra nueva (v.1). San Juan ve descender una nueva ciudad santa, una
Jerusalén nueva, el tabernáculo de dios con la Humanidad que fue
salvada por Jesucristo. En esta ciudad de Dios no habrá más muerte, llanto,
clamor ni dolor; allí no existirá más el sufrimiento humano. Esta será la
felicidad absoluta. Dios hará todo nuevo ¡Qué bello será ver todo nuevo,
re-creado, recién salido de la mano del Creador.
Entonces Dios,
desde Su trono, invita al visionario a dejar un registro de Sus palabras.
“Estas palabras son fieles y verdaderas”, dice, es la pura Verdad lo que te
diré. Como cuando Jesús decía a sus discípulos “de cierto, de cierto te digo”,
ahora Dios nos dice escucha estas palabras y escríbelas, toma nota, porque son
toda la Verdad.
¿Hasta ahora, has escuchado con atención al Señor? A veces, cuando alguien nos
cuenta sus experiencias y reflexiones, solemos distraernos con nuestros propios
pensamientos y dejamos de prestarles atención. Quizás hacemos con Dios lo mismo
y tenemos que volver a vivir una y otra vez pruebas innecesarias si hubiéramos
prestado atención al Señor.
Escuchemos lo
que Dios reveló a San Juan:
2. Dios da
gratuitamente la vida eterna.
“Y me dijo:
Hecho está. Yo soy el Alfa y la
Omega , el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré
gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” (v.6)
“Consumado es”
dijo Jesús en la cruz, cuando hubo terminado su trabajo redentor, la misión por
la cual vino a este mundo. Algo similar dice Dios cuando el juicio de la Iglesia , de las naciones,
de los impíos y del diablo y sus ángeles ya ha terminado. “Hecho está”. Y por
sobre todo ello, se confirma una vez más que Él es todo, tiene toda autoridad y
es toda realidad, es el principio y el fin de todas las cosas. Él es la Totalidad , el Alfa y la
Omega. Y ratifica la invitación de
Jesucristo “si alguno tiene sed, venga a mí y beba. ...
Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de
la vida.” (San Juan 7:37); “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la
fuente del agua de la vida.” ¡Cuánta sed de Dios, de eternidad, de salvación,
tienen los seres humanos y no quieren venir a Jesucristo para saciar esa
necesidad! En este pasaje está muy bien establecida la necesidad del hombre y
la capacidad de Dios para satisfacer esa necesidad. Los hombres no tenemos esa
capacidad de salvarnos por nosotros mismos, por nuestros esfuerzos o deseos;
sólo tenemos el vacío interior, el hambre y la sed, la necesidad imperiosa de
ponernos a cuenta con el Creador. Lo hermoso es que Dios nada nos pide, Él no
cobra, otorga gratuitamente la vida sobrenatural y eterna, para vivir con Él en
la nueva Jerusalén. ¡Qué torpes somos al rechazar la oferta del Señor!
3. Dios da su
herencia al vencedor.
“El que venciere
heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”
(v.7)
Es muy desconcertante
este versículo, si lo comparamos con el anterior. En el precedente nos habla de
la gratuidad de la salvación; podemos obtener el “agua viva que salta para vida
eterna” (San Juan 4:14) sólo creyendo en Jesucristo. Sin embargo ahora nos
habla de ser vencedores. “El que venciere” asegura “heredará todas las
cosas”. Cuando hablamos de vencer, estamos implicando una acción humana que es
más que un simple y pasivo creer; existe un opositor sobre el que necesitamos
salir victoriosos. Este puede ser un ente concreto como espiritual, ya sea
externo o interno. La oposición que tenemos los cristianos es triple: a)
nuestra propia carne inclinada al mal, el llamado hombre natural o naturaleza
humana; b) el mundo que nos rodea con todas sus tentaciones; y c) el diablo y
sus huestes espirituales de maldad. El cristiano habrá de salir vencedor en
esas tres áreas para recibir un buen resultado y salir aprobado en el juicio a
los cristianos en el Tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10).
Pero ello se
contradice con la salvación por gracia. Dios da la salvación gratuitamente al
que es de la fe de Jesús y no puede quitarla o hacerla depender de
comportamiento humano. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; / no por obras, para que nadie se gloríe.”
(Efesios 2:8,9). El agua de vida es gratis mas ¿por qué agrega que “el
que venciere
heredará todas las cosas”? La respuesta la encontramos en el verso siguiente.
4. Dios juzga y
condena a los perdedores y a los suyos purifica.
“Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
(v.8)
¿Quiénes son los
perdedores?
Estos son los perdedores, los fracasados, los que no aceptaron el mensaje puro
y claro de Jesucristo. La cobardía, la incredulidad, la abominación, el
homicidio, la fornicación, la hechicería, la idolatría y la mentira, fueron más
fuertes que la verdad de Jesús en sus vidas. Amaron más las tinieblas que la
luz (San Juan 3:19). Prefirieron desechar el mensaje de Dios, para
seguir haciendo lo que a ellos les llenaba. No se acercaron a la Luz porque sus obras estaban
en oscuridad (San Juan 3:20).
1) Los cobardes
son los que no se atrevieron a aceptar a Jesucristo, los que tuvieron miedo de
ser censurados por su familia y prójimos, los que tuvieron temor de tener que
abandonar sus vicios y costumbres arraigadas, los que no se animaron con
valentía a dejar su pasado. “Al reino de los cielos se hace
fuerza, y los valientes lo arrebatan.” (San Mateo 11:12)
2) Los incrédulos
son aquellas gentes que todo lo cuestionan, incapaces de hacerse niños frente
al Padre. En el fondo son unos orgullosos que no quieren ponerse bajo la
autoridad máxima de la Creación. Seguir
a Jesucristo es un asunto de fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios porque es
necesario que el que se acerca a Él crea que le hay y que es galardonador de
los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si usted es valiente y se permite
creer en Jesús, la Palabra
de Dios le asegura que el Padre le dará un galardón, un premio en la eternidad.
3) Los abominables
son los que practican abominación, aquello que el Señor rechaza, desprecia,
enjuicia y condena. Abominación es definido como “Cosa abominable”; es algo “Que
desagrada profundamente”. En este caso es lo que desagrada a Dios. Todo ser
humano con su conciencia bien puesta sabe perfectamente qué es lo que no agrada
a Jehová. Si por seguir en sus costumbres abominables, no acepta a Jesucristo,
será juzgado en la segunda resurrección según sus obras, porque no aceptó el
regalo misericordioso de Dios, la salvación en Jesucristo. Por tanto su nombre
no estará escrito en el Libro de la
Vida. “Bienaventurados los que lavan
sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las
puertas en la ciudad. / Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace
mentira.” (Apocalipsis
22:14,15). Quien hace abominación a Dios, lave su conciencia en la sangre
de Jesucristo y encontrará salvación y liberación eterna para su alma.
4) Los homicidas
son los que matan a sus hermanos, los Caín que asesinan el alma, que producen
daño a su prójimo ya sea física, psicológica o espiritualmente. Quien se
reconozca homicida, debe volverse a Dios, quien dijo “No matarás” (Éxodo
20:13). El aborto, la eutanasia, el suicidio, son pecados contra la vida y
están condenados por el Creador. Mentir, calumniar, injuriar y hablar mal del
prójimo, son pecados de la lengua tan nocivos y mortales como matar el cuerpo.
Una calumnia puede herir y hasta dar muerte a la buena imagen de una persona.
La injuria es imputar a alguien un hecho o dichos que menoscaban su persona. El
sólo chisme y comentario malévolo sobre otras personas hacen mucho daño.
5) Los fornicarios
son los que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, sean casados o
solteros. El desorden en la vida sexual y preferir ello a abandonarlo por
seguir a Jesucristo, dejará a muchos fuera de la fe. Dios nos llama a una vida
de orden en todo aspecto. Él ha dicho: “¿De dónde proceden las guerras y las
contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros
miembros?” (Santiago 4:1). Obviamente el Creador no está contra la
vida ni la sexualidad, ya fue creada por Él mismo, sino que se opone al
descontrol y desorden en las relaciones humanas. El séptimo mandamiento ordena: “No cometerás adulterio” (Éxodo
20:14). Aunque la salvación no depende de acciones humanas, quien siga a
Jesucristo abandonará voluntariamente a su tiempo aquella forma de vida que no
agrada a Dios. Que no sea el desorden sexual motivo para no seguir a
Jesucristo.
6) Los hechiceros
son los que practican la brujería y todo tipo de prácticas ocultistas. Dios
creó al ser humano a su propia imagen y semejanza y le dio el encargo de cuidar
y administrar lo creado según Su voluntad. Cada persona ha de utilizar su
inteligencia y otros dones que Dios le ha otorgado para ganar el pan de cada
día honradamente y trabajar por el bien común. Nadie debe depender de
adivinaciones, brujerías, astros, sortilegios, macumba, magia, ouija, médium,
ocultismo, horóscopos, hechicería, evocación de muertos o de la
"suerte" para vivir y resolver las dificultades de la vida. Jesús
dijo: "Adorarás al Señor tu Dios, y a El solo servirás" (San
Mateo 4:10). El apego a estas prácticas pueden ser un gran obstáculo para
seguir a Jesús, o bien seguirle a Él por motivaciones incorrectas, como la de
Simón el mago, que intentó comprar el don del Espíritu Santo (Hechos
8:9,18-24). En la iglesia primera “Muchos de los que habían aceptado la
fe venían a confesar y exponer todo lo que antes habían hecho. No pocos de los
que habían practicado la magia hicieron un montón con sus libros y los quemaron
delante de todos. Calculando el precio de los libros, se estimó en unas
cincuenta mil monedas de plata. De esta forma la Palabra de Dios
manifestaba su poder, se extendía y se robustecía" (Hechos 19,
19-20).
7) Los idólatras
son los que tienen otros dioses. La idolatría no se
refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de
la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hoy por hoy varios falsos
dioses son adorados por la gente, como el cuerpo, la belleza externa, el sexo,
el poder, el dinero, el consumismo, la tecnología, etc. Estas cosas ocupan el
corazón de las personas a tal punto que les impiden entregar sus vidas a
Jesucristo. El segundo mandamiento de la Ley de Dios dice: “No te
harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en los cielos, en la
tierra, ni debajo de la tierra. No te inclinarás delante de ellas ni la
honrarás, porque yo Jehová, soy un Dios celoso” (Éxodo 20: 4). El
celo de Dios es justo y se atiene a la verdad, ya que Él es el único Dios que
existe y por lo tanto merece nuestro respeto y reconocimiento. Él no quiere
compartir su lugar con nada en nuestros corazones. Su celo es por nuestro bien,
ya que reconociéndolo y amándole, seremos felices. Dejar la idolatría de las
cosas y seres de este mundo, que va hacia la destrucción, es una sabia decisión
de nuestra parte. No permitamos que una idolatría nos lleve a la perdición por
la eternidad. Jesús ha dicho “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (San Marcos 8:34). Negarse a
sí mismo es un acto de “abnegación” por Dios. Seguir a Jesús es dejar de pensar
en mí para pensar en Él y unirme con Él eternamente, dejando atrás todo ídolo.
8)
Los mentirosos son los que fabulan y prefieren lo que la vanidad de sus
mentes les dicta, a la Verdad
de Dios. La Biblia
dice: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis;
ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni
los que se echan con varones, / ni los ladrones, ni los avaros, ni los
borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios.” (1 Corintios 6:9,10).
La
mentira es siempre mentira, como el mal siempre lo es. El mayor engaño de este
mundo es cambiar de nombre a lo malo llamando bueno. Por ejemplo: a la pornografía
la llaman "libertad de expresión"; al aborto "libertad de
decidir"; aceptar la homosexualidad es "tolerancia de la diversidad
sexual"; no decir la verdad en algo pequeño es una “mentira blanca”. El
origen de la mentira está en Satanás "Homicida desde el principio,
mentiroso y padre de la mentira" (San Juan 8:44); "Satanás,
el seductor del mundo entero" (Apocalipsis 12:9). Si el diablo
es creador de algo es la mentira. Desde el principio ha actuado con engaño. No
se deje engañar por él y rebélese contra su poder diabólico, siga a Jesús,
Camino, Verdad y Vida.
CONCLUSIÓN.
La tierra y los
cielos como los conocemos ahora serán destruidos y un nuevo cielo y una nueva
tierra serán creados, y el estado eterno será establecido. Una vez más, como en
el Jardín del Edén en Génesis, el hombre nuevamente morará con Dios y Él con
ellos (Apocalipsis 21:3); todo el remanente de la maldición (sobre la
tierra por causa del pecado del hombre) será quitado (sufrimiento, enfermedad,
muerte, dolor) (Apocalipsis 21:4) Dios dice que aquellos que vencieren
heredarán todas las cosas, Él será su Dios y ellos serán Sus hijos Así que,
como se inició en Génesis, la raza humana redimida vivirá en compañerismo con
Dios, libre del pecado y su maldición (tanto interna como externamente), en un
mundo perfecto, teniendo corazones perfectos a semejanza del corazón mismo de
Cristo (1 Juan 3:2-3).
Por lo tanto:
- Necesitamos aprender
a vivir como vencedores y no como perdedores.
- Valoremos la
victoria de Jesucristo en la cruz y vivamos como vencedores y no como
vencidos.
- Luchemos contra
nuestros enemigos: la carne, el mundo y el diablo, utilizando las armas
que Dios nos ha entregado.
- Seamos victoriosos
tanto en el plano individual como en el plano colectivo, como Iglesia y tomemos
conciencia que somos del ejército de Jehová.
PARA REFLEXIONAR:
1) Relacione las
cuatro acciones de Dios mencionadas en esta enseñanza, con la obra de Dios en
nosotros: Regeneración, Salvación, Adopción y Santificación.
BIBLIOGRAFÍA.
1) “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España”;
http://www.rae.es/
2) “¿Qué dice la Biblia acerca de la hechicería y la adivinación?”
http://www.vidahumana.org/vidafam/nuevaera/biblia_nam.html
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