martes, 21 de abril de 2020

LA RUTA DEL PERDÓN


LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO
IV PARTE




Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: San Mateo 6:12; San Lucas 11:4

 

Propósitos de la charla: Hacer una introspección y reconocimiento de nuestra condición espiritual, a través de la oración de perdón.

¿P
erdona Dios nuestras deudas o nuestras ofensas? En el Evangelio según San Mateo leemos: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” En cambio San Lucas transcribe esta oración así: “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” En ninguno de los dos textos, la versión de Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602), ha utilizado el término ofensa u ofensas, como se “reza” u ora en la actualidad. ¿Qué término será más adecuado?

Para discernir este asunto examinemos, primero, el significado de las palabras “deudas” y “ofensas”. Deuda (del latín debĭta, plural neutro de debĭtum, débito), tiene tres acepciones: 1. f. Obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona algo, por lo común dinero. 2. f. Obligación moral contraída con alguien. 3. f. Pecado, culpa u ofensa. Y perdónanos nuestras deudas.

Ofensa (del latín offensa) significa: 1. f. Acción y efecto de ofender. Ofender (del latín offendĕre), es: 1. tr. Humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos. 2. tr. Ir en contra de lo que se tiene comúnmente por bueno, correcto o agradable. Por ejemplo: Ofender el olfato, el buen gusto, el sentido común. 3. tr. desus. Hacer daño a alguien físicamente, hiriéndolo o maltratándolo. 4. prnl. Sentirse humillado o herido en el amor propio o la dignidad.

Decir que Dios perdona nuestras ofensas, supone que hemos ofendido a Dios, que hemos herido Su dignidad Divina, Su Santidad; que hemos ido en contra de Él y Sus mandamientos; que le hemos maltratado (Hechos 24:16). Sin embargo Dios no es hombre para que se duela u ofenda, Él no tiene necesidad de nosotros, puede prescindir de Sus criaturas; pero sí siente un gran amor por ellas. En este aspecto podemos ofender a Dios. Cualquier acto en contra de Él y sus mandamientos, cualquier acto en contra de Su Hijo o del Espíritu Santo, cualquier acto en contra de su Iglesia, Sus siervos, Sus hijos, son una ofensa para Él, un delito, un pecado. Desde este punto de vista podríamos afirmar que ofensa a Dios es sinónimo de pecado. Por ello el Evangelista Lucas diría “Y perdónanos nuestros pecados...”

En cambio la palabra deuda implicaría que los seres humanos, especialmente los cristianos, al decir “Y perdónanos nuestras deudas”, estaríamos reconociendo una deuda adquirida con Dios, nuestro Creador y Salvador. Si Él es nuestro Dueño, nosotros le debemos obediencia; si no lo hacemos nuestra deuda es mayor. Deuda habla de una obligación moral contraída con Dios, la cual es honrarle de pensamiento, palabra y obra; deudas son también pecados, culpas u ofensas (Deuteronomio 15:1,2).

El término ofensa es más limitado, ya que nos trae a la esfera humana, en donde los hombres y mujeres se infieren daños y hieren emocionalmente. En cambio, el término deuda, a pesar de que se aplica en el campo comercial en relación a los deberes de comprador y vendedor, es una palabra que se acerca más a la realidad de que todos los seres humanos debemos respeto al Todopoderoso. Hemos ofendido a Dios pecando y necesitamos restituir nuestra relación con Él, puesto que el pecado nos separa de Dios. A la vez hemos contraído una deuda con Él, deuda que no podemos pagar porque somos inclinados a lo malo, pero Jesucristo ha pagado el precio por esa deuda completamente. En este sentido se dice que “hemos sido comprados a precio de sangre”, porque estábamos vendidos al pecado, mas ahora fuimos rescatados por Jesucristo (1 Corintios 6:19,20).

Cuando el texto dice “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” está pidiendo que, así como nosotros perdonamos las deudas de otros y no les exigimos el pago, Dios tampoco nos cobre a nosotros nuestra deuda y perdone todos nuestros pecados. El perdona y olvida para siempre; nosotros perdonamos pero no olvidamos.

Necesitamos limpiar nuestra conciencia, lavarnos de todo pecado, permanentemente. Por eso es bueno hacer un examen de conciencia y realizar la “Ruta del Perdón”. El Padre está dispuesto a perdonarnos (1 Juan 3.1-3), Jesucristo a lavarnos con Su Sangre (1 Juan 1:7) y el Espíritu Santo a soplar nueva vida en nosotros, dándonos poder para vencer al mal (San Lucas 24:49; Hechos 1:8) y ungiéndonos con Su amor (1 Juan 2:20).

La Ruta del Perdón se basa en la doctrina de los siete pecados capitales (1 Juan 2:16). Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Es por eso muy importante para todo el que desee avanzar en la santidad, aprender a detectar estas tendencias en su propio corazón y examinarse sobre estos pecados. Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido. Son llamados capitales porque generan otros pecados o vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.

El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. Según Santo Tomás (II-II:153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”. Lo que se desea o se rechaza en los pecados capitales puede ser material o espiritual, real o imaginario. A cada pecado corresponde, como veremos, una virtud para vencerle.

LOS SIETE PECADOS CAPITALES.
1. La soberbia u orgullo es el deseo de alto honor y gloria; una opinión demasiado buena que alguien tiene de sí mismo. El orgullo es admiración excesiva del propio yo; hace que la persona sea su propia ley y su propio juez en cuestiones de moral, como su propio Dios. El orgullo engendra censura, maledicencia, frases hirientes y difamación de la personalidad de otros. Nada infla más nuestro "ego". La soberbia hace que uno califique de imbéciles a quienes no están de acuerdo con nuestras opiniones. Se combate con la humildad, reconociendo que de nosotros mismos sólo tenemos la nada y el pecado.

Preguntémonos: ¿Asumo actitudes de jactancia o vanagloria? ¿Me produce engreimiento que se hable de mi? ¿Soy acaso hipócrita? ¿Pretendo ser lo que no soy? ¿Soy terco (a)? ¿Rehuso renunciar a mi voluntad o capricho? ¿Nunca doy mi brazo a torcer? ¿Soy voluntarioso (a)? ¿Me causa resentimiento todo lo que contraría mi voluntad? ¿Me peleo cada vez que mis deseos son amenazados? ¿Soy desobediente? ¿Soy renuente a someterme a las decisiones de quienes legítimamente son mis superiores? ¿Rehuso someterme a la Voluntad de Dios?

2. La envidia resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra autoestima. Es el disgusto ó pesar del bien ajeno y se combate con la caridad que es desear y hacer siempre el bien al prójimo

Preguntémonos: ¿Me molesta que otros sean felices o tengan éxitos tal cómo si esa felicidad o ese éxito, fuese algo que me lo hubiesen quitado a mí? ¿Me causan resentimiento aquellos que son más inteligentes que yo, porque envidio que lo sean? ¿Censuro lo que hacen otros porque para mis adentros, quisiera haberlo hecho yo, por el honor o el prestigio que eso trae? ¿Soy envidioso al grado de tratar de menguar la personalidad de alguien intrigando insidiosamente contra él? ¿Propago chismes? ¿Creo que son hipócritas aquellos a quienes, aunque sujetos a error como todo ser humano, tratan de cumplir con los preceptos de su religión? ¿Soy culpable en ese sentido? ¿Califico de presumidos a quienes son bien educados o instruidos, porque les envidio esas ventajas? ¿Es real el aprecio que manifiesto por otros? ¿Envidio a alguien por alguno de los motivos mencionados o por cualquier otro?

3. La avaricia es el apego desordenado a 1as riquezas y el deseo de acaparar bienes materiales. Es una perversión del derecho que Dios nos ha concedido de poseer cosas. Se combate con generosidad la cual es dar con gusto de lo propio a los pobres y necesitados. (San Mateo 6:21; Efesios 5:5; 1 Timoteo 6:9)

Preguntémonos: ¿Quiero tener dinero como una finalidad en sí? ¿Deseo tenerlo como un medio para lograr una finalidad, como satisfacer necesidades de mi espíritu y de mi organismo? ¿Carezco de honradez? ¿ Hasta qué grado y en qué forma? ¿Correspondo con toda honradez, con mi trabajo al pago que por desempeñarlo se me da ?¿Cómo empleo el dinero que gano? ¿Soy tacaño (a) con mi familia? ¿Siento apego al dinero en sí? ¿Hasta qué grado llega mi amor al lujo?
¿En qué forma ahorro dinero? ¿Me valgo de trampas ó no me detiene el hecho de que un negocio no sea limpio con tal de hacer y ganar dinero? ¿Trato de engañarme a mí mismo (a) y cierro los ojos en casos como estos? ¿Le llamo ahorro a lo que sé que es tacañería? Cuando se trata de negocios que pueden dejarme utilidades considerables, pero que obviamente son de mala fe, ¿trato de justificarme diciendo que "son negocios de gran envergadura"? ¿Confundo lo que es un atesoramiento irrazonable, con lo que es asegurar el porvenir propio y de mi familia? Si en la actualidad no tengo dinero, ni ningún bien económico, ¿qué me propongo hacer para llegar a tenerlo? ¿Me valdría de medios poco limpios para lograrlo?

4. La ira se expresa ante un daño o dificultad con cólera, enojo y apetito de venganza. Es una irritación, molestia o movimiento desordenado del alma ofendida. Se combate con paciencia que es sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.
Preguntémonos: ¿Me dejo llevar por la ira? ¿Tengo arranques de cólera? ¿Siento deseos de venganza? ¿Juro que "esto me lo pagarán"? ¿Recurro a la violencia? ¿Soy susceptible, sensitivo o impaciente con exceso? ¿Me molesto por cualquier cosa? ¿Murmuro o refunfuño? ¿Ignoro que la ira es un obstáculo para el equilibrio de la personalidad y para el desarrollo espiritual? ¿Me doy cuenta de que la ira rompe el equilibrio mental y por consiguiente, impide juzgar acertadamente? ¿Dejo que me maneje la ira, cuando sé que me ciega a los derechos de los demás? ¿Como puedo justificarme ni el más insignificante berrinche, cuando sé que la ira rompe la concentración que necesito para poder cumplir con la voluntad de Dios? ¿Me contagia la ira de otros que por su debilidad se molestan conmigo? ¿Puedo esperar que la Serenidad de Dios llegue a mi alma, mientras ésta está sujeta a mis accesos de ira, motivados a veces por insignificancias?

5. La lujuria es un desorden en la satisfacción del apetito sexual Afición desordenada o deseo excesivo de los placeres de la carne. Se combate con ayuno.

Preguntémonos: ¿Soy culpable de lujuria en cualquiera de sus formas? ¿Trato de justificarme cuando doy rienda suelta a mi apetito sexual, diciéndome que mis desmanes son "necesarios para la salud" o la expresión de mi individualidad? ¿Tengo relaciones sexuales extra-maritales? Si soy casado, ¿me conduzco como un hombre o como una bestia? ¿Realmente creo que la lujuria es amor? ¿Sé en el fondo de mí mismo que la lujuria no es amor y que el amor no se reduce al sexo?
¿Creo que la cuestión sexual no es mas que una parte del amor, una de las formas en que se manifiesta y que moralmente se limita al matrimonio? ¿He cometido excesos de lujuria que hayan afectado a mi razón en alguna de las siguientes formas: a.- Pervirtiendo mi modo de ver y de entender, hasta hacer que no pueda discernir la verdad? b.- Menguando mi prudencia y por consiguiente dañando mi sentido de los valores, con el resultado de cometer desatinos? c.- Amando mi egoísmo y como consecuencia, falta de consideración de mi parte? d.- Debilitando mi voluntad hasta llegar a perder la facultad para tomar una decisión y convertirme en un ser sin voluntad? ¿Es posible que Dios, tal como lo concibo, le conceda lo que le pida a una persona relajada en sus costumbres sexuales, dentro o fuera del matrimonio? ¿Aprobaría Dios mis hábitos sexuales?

6. La gula es falta de moderación con la comida o la bebida. Abuso del placer que Dios ha conferido de comer y beber lo que necesitamos para nuestra subsistencia. Se combate con templanza y moderación en el comer y en el beber (Filipenses 3:19; 1 Corintios 6.10; Isaías 5:11)

Preguntémonos: ¿Me debilito moral o intelectualmente debido a mis excesos con la comida o con la bebida? ¿Acostumbro a comer con exceso, esclavizándome así a los placeres de la mesa? ¿Creo que el hecho de comer o beber con exceso no afecta a la moral en mi vida? ¿He bebido o comido con tal exceso que haya vomitado, para luego seguir bebiendo o comiendo? Bebo con tal exceso que esto llega a afectarme en alguna de 1as siguientes formas: a) Deteriorando mi mente y mi personalidad? b) Afectando directamente mi capacidad para concentrarme, mi memoria y mi manera de juzgar las cosas? c) Perdiendo mi dignidad y mi responsabilidad social? d) Llegando a ser un estado crónico en mi vida la desesperación? e) Debilitando considerablemente mi voluntad? f) Llegando a predominar en mí un concepto materialista de la vida?

7. La pereza es el desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales  Es un Vicio que nos aleja del trabajo, del esfuerzo. También se puede definir como la enfermedad de la voluntad que nos hace descuidar nuestro deber. Se combate con diligencia que es prontitud de ánimo para obrar el bien

Preguntémonos: ¿Soy perezoso (a)? ¿Soy dado a la holganza o indiferente cuando se trata de cosas de orden material? ¿Soy tibio o descuidado en mis oraciones? ¿Desprecio la disciplina? ¿Prefiero leer una novela que algo que requiera un esfuerzo mental? ¿Soy pusilánime para llevar a cabo lo que moral o espiritualmente es difícil? ¿Soy descuidado (a)? ¿Siento aversión por lo que signifique esfuerzo? ¿Me distraen fácilmente las cosas de orden temporal de las que son espirituales? ¿Llega mi indolencia al grado de desempeñar descuidadamente mi trabajo?

Esta ruta del perdón se hace considerando que somos pecadores, aunque no cometamos en tal gravedad todos estos vicios los asumimos a modo de una introspección y reconocimiento de nuestra condición. Es como un lavado o limpieza a fondo.

RUTA DEL PERDÓN.
Padre: Te pido perdón por todos mis pecados.

Perdona mi soberbia, Dios Todopoderoso, de no querer recibir consejo, de no aceptar la autoridad de otros sobre mi, de ser tan orgulloso.

Perdona mi envidia, Padre generoso, cuando siento tristeza por los éxitos de otros, cuando ambiciono los dones materiales y espirituales que otros tienen. Perdona que no me alegre con sus alegrías y sea tan envidioso.

Perdona mi ira, Jehová Shalom, al enojarme tanto cuando las cosas no me resultan bien; mi vista se nubla de rabia, mi cabeza me duele y mis entrañas se retuercen, porque soy una persona rabiosa y descontrolada.

Perdona mi avaricia, Padre amoroso, porque quiero acaparar todo para mí y nada comparto; mi falta de solidaridad y sencillez para vivir, porque soy tan ambicioso.

Perdona mi lujuria, Dios tres veces Santo, por no dominar mis apetitos sexuales y, aunque nada haga, lo pienso y disfruto mirando lo que no corresponde, porque soy sucio de mente y no hay pureza en mí.

Perdona mi gula, Señor Dueño de mi vida, porque no he dominado, controlado mi boca para no comer desmedidamente, privarme del alcohol y del cigarro, que me hacen daño, como de mi hablar desmedido.

Perdona mi pereza, Creador del universo, pues me dejo llevar por el desgano, incluso en lo espiritual, hasta que me embarga la depresión y la tristeza.

Perdóname, Señor, lava mis pecados con la sangre de Jesús y dame un corazón nuevo, para que:
En vez de soberbia, tenga humildad.
En vez de envidia, tenga amor
En vez de ira, tenga gozo
En vez de avaricia, tenga generosidad
En vez de lujuria, tenga pureza
En vez de gula, tenga dominio propio
En vez de pereza, tenga laboriosidad y diligencia

Y la gracia del Señor Jesucristo, el poder del Espíritu Santo y el infinito amor del Padre, hagan de mi un verdadero discípulo de Jesucristo. Amén.


TAREA PARA LA SEMANA:

1)      Haga diariamente la Ruta del Perdón.
2)      Responda las preguntas del examen de conciencia.
3)      Descubra cual es el pecado que constituye su mayor debilidad.
4)      Examine en el libro de Proverbios los textos relativos a los pecados capitales que aparecen en el siguiente cuadro.

1.      Soberbia u orgullo

8:13
11:2
14:3
15:25
16:18
21:4
21:24
29:23
30:13
2.      Envidia
23:17
24:19,20
27:4






3.      Ira
16:32
20:3
26:17
26:24-26
27:4
29:11
29:22


4.      Avaricia
21:6,7

21:26
23:6-8






5.      Lujuria

27:20
29:3
31:3






6.      Gula
23:20,21








7.      Pereza
10:26

13:4
15:19
18:9
19:15
19:24
20:13
24:30-34
26:13-16

BIBLIOGRAFÍA.
1)      Dr. Charles Stanley, “En Contacto”, U.S.A., Atlanta, Georgia, febrero 2003
2)      Dr. Martín Lutero, “Catecismo Menor”.
3)      David Yonggi Cho, “Modelos para orar”, Editorial Vida, 1995.
4)      David Yonggi Cho, “Secretos del Crecimiento de la Iglesia”, Editorial Caribe, U.S.A., 2000.
5)      Santa Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
1)      Bernhard Häring, “La Ley de Cristo”, Tomo I, Editorial Herder, Barcelona, 1964.
2)      Diccionario en línea, Real Academia Española.
3)      http://www.corazones.org/diccionario/pecados_capitales.htm
4)      Examen de conciencia;  Vida Humana Internacional; http://www.vidahumana.org/index.html
5)      La Santa Biblia”, © Sociedades Bíblicas Unidas 1960, http://www.gentle.org/biblia/




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